Gena Rowlands in memoriam: Otra Mujer (Another Woman,1988)
Gena Rowlands (Fuente: Wikipedia) |
A mediados de agosto fallecía Gena Rowlands y muchos medios pusieron en sus titulares: “Fallece la actriz de El diario de Noa (2004)”, más de uno se llevó las manos a la cabeza tras obviar toda una carrera que empezó en los 50. Pero suele ser ya una constante, cuando alguien del cine muere, referirse únicamente a sus últimos trabajos y si es en plataformas y series “mejor”, pasó recientemente con Donald Sutherland…En todo caso, no deja de ser un reflejo más de que la concepción del cine como arte no pasa por el mejor momento y cada vez se olvida más su historia que empezó en 1895.
Repasar la trayectoria de Rowlands ayuda a rescatar de esa
memoria perdida nombres como el de Joshua Logan, el director de Picnic (1955) fue
quien la descubrió mientras actuaba en una obra televisiva de Reginald Rose y
la contrató para que actuara junto a Edward G.Robinson en una producción de
Broadway llamada The Middle of the Nigth de Paddy Chayefsky, tras 18 meses en
cartel la llevaron a Hollywood y debutó en el cine con José Ferrer dirigiéndola en The High
Cost of Loving (1958).
Su etapa con John Cassavetes es la más famosa, él la conoció de muy joven y se casaron rápidamente, con títulos míticos como Faces (1968) o Una mujer bajo la influencia (1974) se consagró, aunque no era el prototipo de cine más comercial ni tampoco el de una estrella "glamurosa" siguiendo el esquema hollywoodiense, fueron películas que se avanzaron mucho a su tiempo, combinaba esa imagen de actriz del entonces llamado “cine de arte y ensayo” con mucha televisión. La enfermedad de su marido y el inevitable paso del tiempo menguaron sus papeles de protagonista, poco antes de morir él en 1989 le llegó uno de los mejores y que paradójicamente no suele estar tampoco en las evocaciones cinéfilas.
Me estoy refiriendo a Otra mujer (Another Woman) de Woody Allen de 1988, el director salía de una etapa de gran creatividad con La rosa púrpura de El Cairo (1985), Hannah y sus hermanas (1986) y Días de radio (1987), pero quiso probar de nuevo con el cine más serio y que sus temas se plasmaran bajo otro formato, la operación no le había salido bien anteriormente cuando rodó Interiores (1978) después de Annie Hall (1977). Así pues vino September (1988) que constituyó un fracaso comercial y dividió a la crítica que encontraba demasiadas similitudes con Chejov, al año siguiente esta Another Woman tendría como principal influencia a su admirado Ingmar Bergman y pretendía construir un híbrido entre Persona (1966) y Fresas Salvajes (1957).
Para que se notara aun más de dónde procedía la idea,
contrató a Sven Nykvist fotógrafo habitual del director sueco y a pesar del
fracaso anterior consiguió, aparte de Rowlands, contratar a Gene Hackman cuya
participación resulta incluso sorprendente y más siendo un papel secundario,
aunque importante. La actriz tenía un gran recuerdo de la película: “Disfruté
mucho trabajando con Woody Allen. Me impresionó su seriedad y dedicación a su
impulsiva expresión artística. Fue desafiante y vigorizante trabajar con Woody”
La actriz daba vida a Marion Post, una brillante profesora
de Filosofía, la cual había solicitado una excedencia para escribir un libro.
Un día descubre que, desde el estudio en el que se ha instalado para trabajar,
puede escuchar las sesiones de psicoanálisis de una consulta contigua. Las
confesiones de una de las pacientes (interpretada por una Mia Farrow embarazada entonces) la llevan a analizar en profundidad su
propia vida, que, a partir de entonces, le parecerá vacía y engañosa.
Rowlands definía su personaje como misterioso, señalaba que
era de esas mujeres que pensaban que se podía controlar y desarrollar
intelectualmente la vida emocional, librándose así de tener que experimentar
auténticos sentimientos y reacciones: “Ella cree que si lees a los grandes
autores, escuchas a los grandes compositores y te saturas de ocupaciones
intelectuales puedes evadir el dolor y falta de orden que son las consecuencias
de rendirte ante tu vida emocional y vivir tu vida a un nivel emocional”
En realidad detrás de todo esto había todo un psicoanálisis
del propio Woody Allen donde siempre en su cine ha habido esta confrontación
del arte como evasión enfrente de la vida real, el problema en Otra mujer es
que ya no reíamos y todo resultaba demasiado amargo y pesimista, hay incluso un
toque poético hacia el final y una reflexión tan bella como escalofriante de la
vida y los recuerdos. En el desarrollo del film se detecta una ironía como en
sus grandes comedias, pero esta es tímida y se nota la intención de que
tampoco salieran demasiadas frases sarcásticas como era la costumbre. Seguramente que Allen borraría muchas partes y más las que tuvieran esas connotaciones
cómicas con el afán de querer ser considerado como un autor serio y que no se
le encasillara, tarea por otra parte imposible a pesar de renunciar a salir
como actor.
Pero hay detalles que no dejan de tener su gracia escondida
como es poder escuchar todas esas conversaciones privadas a través de la salida
del aire acondicionado, por cierto una idea que luego la veríamos en Todos
dicen I Love You (1997) donde Allen escuchaba a Julia Roberts, también esas
ganas de querer saber de la intimidad de los vecinos tendrían otra plasmación
cómica genial en Misterioso asesinato en Manhattan (1993).
Otra mujer creo que es una película que gana con el tiempo a
pesar de sus irregularidades y más cuando se quiere disfrutar de una actriz
como Gena Rowlands, con permiso de sus actuaciones con Cassavetes, esta es de
sus mejores, lo dice todo con sus miradas y gestos, sabe expresar sus
sentimientos y empatizar a la vez con el espectador. La combinación entre este
excelente director de actrices, como es Woody Allen, con el método de ella de
saber contener todas sus emociones, sin resultar una sobreactuación, dan a la
película un atractivo que no suele ocurrir en la mayoría de casos donde una de las
partes acaba desbordándose.
Quizá esa manía por parte de Allen de querer ser Bergman da
algún que otro corte en el ritmo de la narración, especialmente cuando ella
comienza a contemplar su pasado como si de una obra de teatro experimental se
tratara. Mejor, en cambio, se encuentra en sus ambientes habituales como esos
bares nocturnos, la inevitable lluvia en Central Park, las fiestas de la alta
sociedad y todo ello con ese tono otoñal tan típico y por otra parte tan
magistralmente fotografiado en la mayoría de sus películas.
A Allen no le gustó la película, aunque los que lo conocemos
ya sabemos que eso pasa con la mayoría, en su excelente autobiografía A própósito de nada narra que
“a igual que Sísifo, me dispuse a empujar colina arriba la roca del drama serio
y la satisfacción residió en intentarlo. Por desgracia, la roca no paraba de
retroceder, y terminó aplastando no solo a mí, sino también a mis
inversores…” Por suerte, el director siguió con su lucidez y a pesar de estos
“pinchazos” (valgan todas las comillas), preparaba la que sería su mejor
combinación de drama y comedia, tragedia y humor en Delitos y faltas (1989) estrenada
al año siguiente y sin necesidad de tener que recurrir a la estética
bergmaniana.
Vean Otra mujer, aunque puede que la historia les resulte muy hermética y no sea el prototipo de film para divertirse, pero disfrutarán de esta gran actriz como era y seguirá siendo Gena Rowlands y a interesarse y saber apreciar toda su carrera siempre que los que escribimos sobre cine sepamos transmitirlo y así los recuerdos siempre se tengan.
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