24/03/2022

Vivir sin aliento, el remake del "A Bout de Souffle" de Godard

 

En 1959, Jean Luc Godard dirigía la que es su película más famosa y una de las cumbres de la "Nouvelle Vague": Al final de la escapada (A bout de soufflé), el guion estaba escrito por François Truffaut de cuando los dos eran amigos antes de partir peras. Protagonizada por Jean Paul Belmondo y Jean Seberg, él se metía en la piel de un ladrón de coches de poca monta que acababa de matar a un policía y ella era una joven norteamericana que anhelaba ser periodista y que había tenido un breve noviazgo con este. La historia destacaba por los contrastes entre los dos, Belmondo en su mejor interpretación se amoldaba en ese personaje fantasioso, inestable, imitador de Humphrey Bogart. Ella en cambio, era culta, inteligente, aunque también algo ingenua que vivía sola en París.

Se puede decir, aunque siempre habrá otras opiniones, que esta junto a Hiroshima mon amour de Resnais y Los 400 golpes inauguran esta nueva corriente que tanto marcó a la crítica joven del momento, no tanto a la que ya tenía más años y Godard pasó a ser un gurú para ellos. También la película provocaría un cambio en el cine, aparte de influenciar en el Hollywood posterior.

24 años más tarde, un director con trabajos “underground” Jim McBride se atrevió a rodar un remake de esta bajo el título de Breathless, aquí estrenada como Vivir sin aliento. La protagonizaba Richard Gere que venía de encadenar dos grandes éxitos como American Gigoló y especialmente Oficial y caballero, aunque a partir de esta, su carrera se vendría algo abajo. Ella era Valérie Kaprisky, actriz francesa que había llamado la atención por una película erótica en su país llamada Afrodita. Lo cierto es que compararla con Jean Seberg resultaba hasta un sacrilegio, su filmografía lejos de lo que en un principio se pensó, fue anodina, muy televisiva y hoy en día pocos la recuerdan.

La película obtuvo mucha división de críticas, los más admiradores de Godard se cebaron en ella. ¿Qué es lo que dijo Godard sobre ella? Pues esto comentó: "Es lo que quise hacer yo con A bout de soufflé, una cinta media de cine negro a la americana. Pero como no sabía la técnica, me salió una cinta experimental." Son curiosas estas declaraciones... ¿quería una película comercial, copiar el esquema americano sin crear algo propio, o lo dijo por decir? De todas maneras Vivir sin aliento fue un fracaso comercial y llegó a estar olvidada hasta que con Pretty Woman los videoclubs de entonces y las cadenas de televisión rescataran las anteriores películas de Richard Gere.

En este remake se intercambiaban las nacionalidades, él pasaba a ser norteamericano y ella francesa. El personaje le venía de perlas a Gere, lástima que McBride le deja demasiada libertad, pues en determinadas escenas su sobreactuación llega a irritar, como ese final que tanto ponen en Youtube. Ella, en cambio, no está muy bien en su papel.

Al salir editada en Blu-Ray hace unos meses y estar ahora en Filmin, la he revisado después de algunos años ya, tenia una impresión mejor, este pase me ha supuesto una cierta decepción. No obstante, es una película creo yo, que de momentos, pues el argumento se debilita a los 20 minutos y el director no logra cogerle el pulso narrativo necesario hasta casi la última media hora.

 Pero hay toques a destacar, por una parte es que juega sin ninguna trampa con lo irreal, concibe una especie de cómic adulto, el personaje siempre tiene en la mano el "Silver Surfer" y se crea un símil entre ambos, el color es llamativo con esas transparencias exageradas que parecen sacadas de la saga de Aterriza como puedas y esos amaneceres rojizos oníricos en la carretera . Viste también una ropa chillona, primero con esa camisa roja y pantalón azul algo ridículos que parecen sacados de las películas de Jacques Demy, luego se la cambia por otra de segunda mano. El sentimiento de fatalidad lo acompaña con ese “tengo gafe” que más tarde defina como tener la bendición, pero del diablo.

Las referencias cinéfilas son numerosas, en un momento se para en un letrero que anuncia el "Museo de Cera de Hollywood", va con ella a "Los pinos" que era el refugio de Errol Flynn, otro personaje que como el de Gere tiraba los dados demasiado, como le dice ella en un momento. En otra secuencia entran en un cine rancio que está proyectando El demonio de las armas (Gun Crazy) de Joseph H. Lewis, esta referencia tiene una clara indirecta y es que Godard se fijó mucho en ella para ciertos planos de A final de la escapada.


 Aparte de la cinefilia, hay referencias al mundo del arte, a la arquitectura de Frank Lloyd Wright, a la música de Jerry Lee Lewis comenzando por su título, a William Faulkner y su frase de “entre la tristeza y la nada, me quedó con la tristeza”. Esa tristeza precisamente de un personaje gafado que lleva tatuado un corazón roto y que sabe que su destino está marcado, por eso le lleva a vivir sin aliento esos instantes.

La película hubiese vuelto a caer en el olvido a no ser por las referencias que Tarantino hace de ella, que la lleva a considerar como de sus preferidas, parece incluso que estemos frente a uno de sus productos, incluso parece sonar una versión instrumental del “Girl. You´ll Be a Woman Soon” cuando están en el cine.

En fin, he querido esta semana traer esta película no tanto por su calidad, sino por su cinefilia y también por seguir con el tema de la "Nouvelle Vague" desde otras perspectivas, como hice la semana pasada con Curvas peligrosas sin que Wilder tuviera la constancia de que estaba adelantándose a ella, y aquí con la curiosidad de que esta nos ha acabado llevando, también sin saberlo, al cine de Tarantino.

17/03/2022

El primer Wilder: Curvas peligrosas (1934)

 

Ordenando hace unos días las películas que tengo de Billy Wilder, me puse a ver la que fue su primera película Curvas peligrosas de 1934, bien es cierto que codirigida por Alexandre Esway. En más de un lugar ni se cita que su ópera prima sea esta, sino El mayor y la menor de 1942.

Bien es cierto que no es una película excelente, ni esta a la altura de sus grandes trabajos, pero su visionado está lleno de curiosidades, tampoco Wilder hablaba mucho de ella, sino más bien como un ejercicio de aprendizaje y tener que ir con cámara en mano rodando detrás de un camión.

Franz Waxman


Ya al empezar nos llama la atención de la música de un casi desconocido entonces Franz Waxman, aunque ya mismo empezaría con grandes partituras para La novia de Frankenstein o Rebecca. Con Wilder colaboraría en bandas sonoras memorables como la de El crepúsculo de los dioses por la que obtiene el Oscar, Traidor en el infierno o El héroe solitario. Aquí sus notas suenan divertidas, con ritmo y muy pensadas para acompañar las peripecias de sus protagonistas.


Danielle Darrieux
Y hablando del reparto tenemos a Danielle Darrieux, actriz a la que asociamos rápidamente a los grandes filmes de Max Ophuls, aquí tenía solo 17 años, comparte protagonismo con Pierre Mingand, actor poco o nada conocido, cuyas referencias son que imitaba a Maurice Chevalier en el "Folies Bergère", y en la película aprovecha para enseñarnos ese dote.

El guion está escrito por el mismo Wilder y aunque no tenga diálogos geniales, sí que se pueden ya ver algunas de sus señas, hay un momento cuando ella accede a ir en coche con un hombre mayor que un camión nos tapa el momento en que le dice que sí, esto eran esos toques a lo Wilder que seguían a los de su maestro Lubitsch, pero con esa pizca cínica habitual en él


 

 También ya vemos el uso de un espejo cuando ella se pinta, algo que se irá repitiendo también en sus películas. A pesar de no ser un gran guion, si hay varias líneas que llevan bien impresa su marca, como la de cuando el protagonista se queda sin coche y se nos dice que en París hay 500.000 coches y uno de cada 8 uno propio, y que entonces él sería uno de cada siete que no y alguna de esas salidas irónicas como cuando comentan otros si el personaje de Pierre Mingand puede sufrir un accidente con tanta pasión por la velocidad y uno contesta que no pasa nada, que su padre es médico ya le curará gratis.

El argumento es el siguiente, Henri Pasquier vive una vida ociosa, es lo que diríamos un hijo de papá, pero un día este decide que ya no le puede mantener y que se busque la vida para que encuentre el éxito, esto le lleva a entrar en el mundo de la delincuencia y a robar un coche, a partir de ahí se ve envuelto con una banda de ladrones y se enamora de la hermana (Danielle Darrieux) del jefe.

A pesar de que Curvas peligrosas sea una película olvidada incluso por los seguidores de Billy Wilder, tiene su importancia, entre otras cosas porque también podríamos decir que en ella se reúnen ciertas constantes de lo que fue la "Nouvelle Vague" y el "Cinema Verité", por lo que se adelantó a Truffaut y Godard treinta años antes. Es también un gran documental sobre ese París de principios/mediados de los 30, una buena colección de coches de la época. Las tomas desde coches en marcha supusieron en su momento un rodaje complicado y tal comenta Wilder en lo poco que habló del rodaje, fue debido a la falta de presupuesto y no poder rodar en estudio.

En fin, esta ha sido la propuesta para esta semana, un Wilder no considerado como tal y que merece al menos que no dejemos de decir que El mayor y la menor es su primera realización. ¿Se imaginan si Wilder se hubiese quedado en Francia?

08/03/2022

Un López Vázquez con un humor muy negro: Black Story (La historia negra de Peter P. Peter)

 

Este 11 de marzo José Luis López Vázquez hubiese cumplido cien años y como suele ocurrir, los centenarios nos sirven para repasar sus carreras, en el caso de mi blog no me ha hecho falta esperar a tal efeméride pues ya en alguna ocasión he escrito sobre él, y en interpretaciones de las que no se suelen hablar, como aquel magnífico Gaudí en aquel mediometraje maldito. (Véase clicando aquí )

Inició su carrera en el teatro amateur en 1939, y además de interpretar, trabajaba la escenografía. 7 años más tarde ya debutaría como actor profesional en el Teatro María Guerrero con obras como El anticuario o La dama boba. En el cine comenzó siendo diseñador de vestuario, colaborando con grandes como Rafael Gil y seguiría en el teatro en las compañías de Conchita Montes y de Alberto Closas, al que siempre recordaba con agradecimiento por confiar en él.


Sus papeles cinematográficos más populares vinieron en los 60: El cochecito (1960), Plácido (1961), Atraco a las tres (1962), El verdugo (1963)…Se ganó el afecto tanto de público como de crítica, combinaba todo tipo de papeles y de producciones, seguramente en más de un sitio se le recuerde únicamente por su etapa seria con directores como Carlos Saura, Jaime de Armiñán, Pedro Olea, Manuel Gutiérrez Aragón... En cambio, sus comedias no sean muy nombradas o directamente marginadas. En este segundo grupo tendríamos sus películas con Gracita Morales, en su día grandes éxitos, su papel de padrino en La gran familia o sus numerosas colaboraciones con Pedro Lazaga.

Precisamente de este último bloque he querido rescatar para que mi artículo no sea solo un repaso por su carrera cinematográfica en la que hallar datos fácilmente a la vista en otros medios. Es por eso por lo que me voy a 1971 y al filme Black Story (La historia negra de Peter P. Peter) dirigida por Pedro Lazaga.

En el programa A fondo de Joaquín Soler Serrano en una entrevista al actor, este lamentaba del tipo de humor en España que tildaba de sarcástico, socarrón, tenebroso y añadía que es un país que, aunque se piense lo contrario, carece de sentido de este, lamentaba no poder haber ahondado en el humor inglés, negro…  La película que traigo esta semana bien se podría englobar en el tipo que él quería, va bastante más allá de lo que eran los argumentos de las denominadas, muchas veces injustamente, españoladas.

En ella el actor interpreta a un escritor que comienza a imaginarse las situaciones que escribe como aquel Walter Mitty, salvo que escribe novela negra y está harto de que su mujer le esté engañando con un hippy, él a la vez está enamorado de su secretaria. Tanto él como su mujer se odian y planean eliminarse, aunque las cosas no saldrán como se esperan…

Primero de todo, hay que decir que desde el primer minuto hasta el último la película es una broma y como tal hay que verla, el humor negro y más en los tiempos actuales no suele gustar a según qué sensibilidades, sin embargo es sorprendente cuando estos argumentos aparecen en películas serias de intriga y nadie pone el grito en el cielo.

La segunda cuestión es la de analizar bien la crítica que detrás de esta broma hay, ridiculiza tanto al hombre como a la mujer, burló la censura hábilmente, pues es una crítica a la supuesta fidelidad del matrimonio por lo que también nos vendrá a la mente, aunque ahí se aborda de otra manera y con otros esquemas, esa gran comedia de Richard Quine maltratada por sus desconocedores que la critican solo al leer el título en vez de verla toda y que se llamaba: ¿Cómo matar a la propia esposa?

Hay toda una serie de frases geniales como cuando él pregunta a su amigo: "¿Soy anormal?" Y le contesta: “Soportas como puedes el matrimonio, eres normal”. La mujer de él interpretada magníficamente por Analía Gadé se llama Beatriz , tanto ella como él son viudos y se conocen riendo en el cementerio mientras van a ver las tumbas de sus respectivas parejas en una escena que retrata la filosofía del tema. Piensen que estamos en 1971 y mostrar estas imágenes no era nada fácil, no se admitía reírse de algo como la muerte y mucho menos de los muertos. Por ejemplo, en una película que nada tiene que ver con esta dirigida por Clint Eastwood y que se titulaba Infierno de cobardes de 1973 se tuvo que añadir una frase en el doblaje para que la censura diese su visto bueno sobre el tema.

La escena de cama que se nos presenta no es la típica que podríamos esperar, tanto ella como él dicen que se quieren mientras cada uno está pensando en sus ligues, ella con un hippy interpretado por Manuel de Blas y él con su secretaria interpretada por una Paca Gabaldón de cuando era Mary Francis. Hay dos personajes secundarios que nutren la historia, una es la tía de ella, genial Mari Carmen Prendes también como escritora de tercera de novelas de intriga que tiene un odio hacia los hombres que los lleva a matar en casi todas sus novelas, magnifica cuando recuerda sus estadísticas, y otro es el amigo de él, un Rafael Alonso como psiquiatra.

El humor y más hacia la mitad se vuelve más negro, incluso roza el surrealismo y llega a parodiar el cine de terror, se produce una curiosa disyuntiva entre lo real y lo imaginado, el argumento juega mucho con esto y también usa mucho el slapstick con situaciones delirantes que provocarán carcajadas, sin querer desvelar nada, es genial cómo acaba el personaje.

Ýa aviso de que la película tiene sus imperfecciones, aunque tampoco pretende ser una joya de coleccionista. Lazaga en 1971 dirigió nada menos que 5 películas, de ahí que en más de una ocasión los montajes o ciertas tomas fueran algo descuidados debido a las exigencias de poder estrenarla a tiempo, ello en parte contribuyó a que no fuese reconocido como uno de los grandes, a pesar de que mereció mucho más, pues mérito tiene rodar tantas películas, tener éxito y en más de una llegar al notable como es el caso. Gran cinéfilo, aquí se permite homenajear más de una película, para ello cuenta con el guion de Santiago Moncada que combinaba por entonces comedias con películas de terror italianas, y del que hablé en este blog cuando me referí a la biografía de San Juan de Dios dirigida por Miguel Picazo (ver aquí).

La película no es fácil de hallarla, aunque hace algunos años si se emitía bastante, en las plataformas no me ha parecido verla y al ser políticamente incorrecta no creo que la pasen  por televisión. En DVD sí se editó por Filmax y aun la podrían encontrar, aunque ya son las últimas unidades, o sea que si la encuentran no lo duden y denle una oportunidad.

En fin, que he querido rendir homenaje a un grande como José Luis López Vázquez, que aquí también cantaba, y en uno de sus papeles en los que de bien seguro se encontró cómodo. Lástima que quizá sea cierto lo que decía en la entrevista y seamos un país sin humor o de mal humor, de ahí que Black Story solo la recordemos cuatro gatos.

 

02/03/2022

La gran ilusión de no más guerras

 

Desgraciadamente la guerra vuelve a ser actualidad, no significa que antes viviéramos en tiempos de paz, hay muchas en todo el mundo, pero por tocarnos cerca, la vivimos con más intensidad y nos damos cuenta de lo que acarrea.

Más de uno recurre a la historia del cine para mostrar títulos antibelicistas como forma de protestar también: Senderos de gloria, Sin novedad en el frente, Johnny cogió su fusil…No voy a ser menos y he elegido La gran ilusión (1937) de Jean Renoir. No veo que esté en ninguna plataforma antes que me lo pregunten, pero sí se puede encontrar fácilmente en DVD e incluso a precios bastante asequibles, por lo que recomiendo que la tengan en casa y la vean con frecuencia.

Es una película bélica, pero sin bombas, ni ataques aéreos... La acción acontece en la Primera Guerra Mundial, en un campo de concentración alemán y en el día a día de unos prisioneros que preparan una huida. Como diría Truffaut, se hace la guerra con educación, como si fuera un juego entre caballeros y con la “ilusión” de que cuando se acabe todo, se volverá a la normalidad. Ahí tenemos a un inolvidable Erich von Stroheim como Capitán von Rauffenstein, modelo de “junker” prusiano que trata con corrección a los franceses y se fía de ellos, especialmente con el Capitán Boeldieu (Pierre Fresnay) por compartir clase social, solo con darle su palabra basta, hasta ordena que no le revisen nada. 

Aparte de los dos personajes mencionados antes, tenemos entre otros, a un obrero (Jean Gavin) que hace de Teniente Maréchal, o a Rosenthal, un judío procedente de la alta burguesía francesa. Estamos, pues, ante una narración original, pues no se nos ofrece la trama desde el punto de vista antagónico entre ellos, sino que Renoir enfoca a cada personaje desde su lado humano a pesar de las diferencias ideológicas. “Hice la gran ilusión porque soy pacifista… día vendrá que los hombres de buena voluntad encontrarán la forma de entenderse” declaraba el director francés, buen conocedor de la guerra al participar en ella y basarse para el filme en experiencias reales contadas por los que fueron sus compañeros. En la película salen soldados de verdad, tanto alemanes como franceses, y es que esa “ilusión” del título la palpaban creyendo que aquella “Gran Guerra” sería la última.

Renoir presentía que se acercaba la II Guerra Mundial, pero quiso dar optimismo, en España teníamos la Guerra Civil, en Alemania el partido Nazi se iba rearmando o en Italia seguía el fascismo. Lanza un mensaje contra todas las fronteras que desembocan en una guerra y que han sido creadas por los humanos como se nos dice hacia el final en una inolvidable escena. Las razas, las clases sociales, las fronteras territoriales...son barreras que dificultan la fraternidad y la igualdad de los individuos.

Ciertamente, La gran ilusión no paró la II Guerra Mundial y algún crítico y más de un espectador tilda la película no ya de utópica, sino de desfasada. Creo que definirla así es un error, cualquier canto de esperanza es bien recibido y más teniendo a un director que le imprime una belleza y una emoción de aquellas para reflexionar horas y horas.

El cine de hoy en día recibe más bien visionados planos, o mejor dicho, muchos espectadores ven una película y cuando se acaba ni piensan en lo que han visto. El tipo de cine de La gran ilusión es justo lo contrario, hay que reflexionar, analizar, revisarla constantemente, leer todo tipo de críticas…Y eso es lo que lleva a que a sus 85 años uno la vuelva a ver y cuando la guerra sale de nuevo en Europa su visión debería movernos y pensar qué tipo de mundo es el que tenemos

El arte de Renoir con esos travellings horizontales siguiendo a los personajes, la iluminación difusa de interiores en contraste con la utilizada en los exteriores para enfatizar ese sentimiento de la libertad, la profundidad de campo que al menos antes se estudiaba en las escuelas de cine o esa emoción de escenas como la de cuando cantan "La marsellesa", un claro precedente de la mítica secuencia de Casablanca, no pasó inadvertido en los EEUU donde Roosevelt declaró que "todos los demócratas del mundo deberían ver este film".

En Francia a los dos años de su estreno se desaconsejó su proyección, en Alemania, Goebbels dijo que “este filme es el enemigo público número uno”. En España tengo algún dato, se aprobó una copia de 94 minutos un 25 de septiembre de 1950, no dispongo de los cines donde se pudo ver en Madrid. Sé que en Barcelona, se vio en octubre de 1953, aunque en cines de barrio como el Arenas, Liceo, Albéniz y Alborada en Sants. Radio Nacional de España organizó un cinefórum en la Ciudad Condal un 10 de mayo de 1959 en “La casa del médico” ubicada en la Vía Layetana 31 con motivo de su reestreno en Francia e ignoro si era la copia íntegra ya, posteriormente se vio en cinefórums universitarios. El 4 de noviembre de 1970 fue presentada por Miquel Porter Moix en el Cine Club de las Asociaciones de Ingenieros bajo el título de “Implicaciones sociopolíticas en el cine durante los años 1930-1940”. En la Filmoteca se ha podido ver con frecuencia, en televisión no las veces que merecería, actualmente hasta resulta invisible.

Esperemos que algun día, como pensó Renoir, las guerras se acaben... No perdamos esa gran ilusión.

22/02/2022

Cabaret cumple medio siglo

 




El pasado 13 de febrero, el mítico filme Cabaret de Bob Fosse cumplía medio siglo, en aquel año fue la única que le hizo sombra a la todopoderosa El Padrino. En la ceremonia de los Oscars, el musical se llevó ocho estatuillas: Mejor director, actriz, actor secundario, fotografía, montaje, sonido, adaptación musical y decoración, pero el de mejor película recayó en la de Coppola.


En ese 1972 el género del musical sufría una cierta crisis, a pesar de que en los 60 películas como West Side Story, My Fair Lady o Sonrisas y lágrimas constituían éxitos de crítica y público, pero también se producían fracasos rotundos como La estrella, Hello Dolly, incluso el propio Bob Fosse vio como su excelente Noches en la ciudad se veía arrinconada por un público que tan pronto amaba como odiaba el género.

Cabaret no es un musical convencional tal y como se entendía el género, tampoco es un esquema innovador como se dice, nosotros teníamos el modelo de película con Sara Montiel, o sea una película con una trama aderezada con unas canciones. Si Cabaret pasa a la historia es porque todos los ingredientes de aquel cóctel funcionaron a la perfección y quedaron bien marcados en la retina.

Todos los números eran pegadizos, partituras brillantes de los músicos Kander y Ebb, recordemos varias: “Maybe this time”, cantada con una sentimentalidad por Liza Minnelli que hasta diríase que rompía la pantalla, el comienzo con el famosísimo “Willkomen” que nos introducía a aquel mundo evasivo del cabaret, “Money”, qué decir ya de esta canción con ese humor tan ácido o la que cierra la película “Life is the cabaret”, donde uno ha pasado dos horas entretenido y a la vez ha meditado, ha compartido la alegría del musical, pero a la vez se ha adentrado en ese mundo terrible que era la entrada del Partido Nazi en esa Alemania.


Hay dos canciones que nos ponen la piel de gallina, una es el “Tomorrow belongs to me”, un chico rubio aparentemente inocente en un primerísimo plano empieza a cantar una canción melódica, bella, pero poco a poco vemos que es nazi y ese ambiente casi bucólico que creaba la melodía acaba siendo del todo aterradora.

Luego teníamos la del “If You Cold See” donde Joel Grey cantaba con una gorila y apelaba que si la gente tuviese otros ojos aceptarían ese humor, la canción que era vista como cómica y provocaba risas entre el público se cambiaba súbitamente al final cuando decía: “Si la vieran con otros ojos, no dirían que es judía”. De pronto, las risas se transformaban y te hacían pensar en esa animalización de personas degradante ejecutada por los nazis y que, por desgracia, se sigue haciendo, incluso de manera inconsciente, en más de un programa televisivo actual.

Fosse lograba en más de una canción que viéramos la reacción del público rodado con un estilo feísta buscado intencionalmente, que participáramos de la acción detrás del escenario o que hubiese una acción simultánea entre las canciones como la brutal paliza que ejecutan los nazis.

Cabaret partía del musical estrenado en 1966 producido y dirigido por Harold Prince y coreografía de Ron Field, el reparto era diferente en sus personajes principales excepto de el del excelente maestro de ceremonias Joel Grey. Hace ya unos años pude verla en el Teatro Apolo de Barcelona y sinceramente me quedo con la película, creo que la supera.

El argumento provenía de un libro de Christopher Isherwood GoodBye to Berlin del cual el dramaturgo americano John Van Drutten extrajo el material para la obra Soy una cámara llevada al cine anodinamente por Henry Cornelius.

La acción se sitúa en el Berlín de 1931, dos años antes de que Paul Von Hindemburg designase canciller a Adolf Hitler. El cabaret servía como una evasión y ahí la vida era, como nos cuenta sarcásticamente Grey, “hermosa,incluso la orquesta”.

El guion estructuraba la acción en dos niveles, el exterior y el interior. El personaje de Michael York como ya sabrán era el de un tímido traductor de inglés que aun estudiaba en Cambridge, por sus palabras deducimos que no siente ya nada hacia las mujeres, aunque se enamora de ella. Uno de mis planos favoritos es el de cuando se van a gritar al pasar el tren, ella con su espontaneidad consigue que él repita la acción de forma tímida, tal escena da bastante de sí, de cuando en el cine no hacía falta mostrar tanto para saber qué es lo que te estaba indicando.

Aparece otro personaje, el de Fritz Wendel obsesionado con la riqueza que le lleva a fijarse en una joven rica hija de un millonario hebreo, pero Sally empieza a enamorarse de él también obsesionada por el lujo y la riqueza. En otra genial escena vemos las cabezas de los dos protagonistas masculinos con el de Sally mirándose tras una excursión, se van acercando mientras la cámara gira, otro perfecto resumen sin necesidad de alargar la narración y sacar el tema de la bisexualidad que empezaba a verse de manera más explícita. Otro tema tabú como el del aborto suponía una novedad en un musical, algún crítico calificaba la película como el primer musical serio, quizá una afirmación algo excesiva, aunque razonable

Cabaret fue todo un éxito de taquilla, en nuestro país funcionó perfectamente, algunos de mis lectores que tengo en Barcelona la asociarán con el antiguo cine Florida (hoy Renoir) donde estuvo en cartel un año y medio.

Cuando TVE la estrena en 1981 se produce una polémica que fue bastante comentada en su día, los distribuidores se quejaban de que tal pase reduciría la taquilla ese fin de semana y hasta se acusó de “pase clandestino” aquella emisión que llegó incluso a estar en el aire, eran ya tiempos en los que se vivía la decadencia de ir al cine y el comienzo del cierre de muchas. ¡Qué lástima que no se hiciera de aquellas salas cinematográficas  un musical también! Las veríamos agonizando al final y con los espectadores haciendo más caso del dichoso WhatsApp que de la película

15/02/2022

Los Girasoles del gran Vittorio de Sica

 


Cuando a Vittorio de Sica le preguntaban por el cine, sacaba unas palabras de su guionista Cesare Zavattini en la que distinguía entre películas útiles e inútiles, las primeras serían las correspondientes a la etapa del Neorrealismo como El ladrón de bicicletas o Umberto D., las segundas serían Matrimonio a la italiana, El viaje o de la que hablo hoy Los girasoles.

Evidentemente, son palabras algo fuertes e injustas, hay que leerlas en el contexto de un autor que quería hacer un tipo de cine y que por razones no solo comerciales tuvo que ir cambiando el estilo. De Sica se definía un neorrealista que tuvo que dirigir muchos “filmes espectáculo”, otro término al que solía recurrir cuando lo entrevistaban. Cuando vino a Barcelona en 1969 al "Festival de cine en color" a presentar Los amantes decía en una entrevista que le hizo Cristina Fernández Cubas: "Sophia Loren quiere que siempre la dirija, Ponti me llama cada año. Pero yo estoy deseando suspender esta actividad. No puedo degenerar en un director al servicio exclusivo de una actriz. En cuanto termine Los girasoles (…)volveré al neorrealismo con La vacanza".


Los girasoles
se estrenó el 14 de marzo de 1970 en Italia, en Madrid llegó el 16 de octubre del mismo año, en Barcelona dos meses después en el Novedades. Ya quedaba lejos su etapa neorrealista a raíz del fracaso comercial, que no artístico, de El techo en 1956, gran película y bastante desconocida hoy en día. Cuatro años más tarde la taquilla volvió a su cine con Dos mujeres, que supuso el Oscar para Sophia Loren y que Ponti le produjera las siguientes con ella. Cierta crítica que le había alabado empezó a cuestionarlo y marginarlo, eran tiempos en que se puso de moda la "Nouvelle Vague" y sus tesis, en Italia directores como Bertolucci o Antonioni eran los preferidos de la critica más joven y el mismo De Sica reconocía que las nuevas generaciones pasaban de su cine.

Los girasoles supuso también la ruptura con Carlo Ponti, aunque cuatro años más tarde volviera con El viaje, el realizador no estaba satisfecho y decía que: "ha resultado ser solamente una bella historia cuando sobre el guion era muchísimo más. El matrimonio Ponti, gran amigo mío, es el principal causante de esta aberración, no volveré a dirigir a Sofía." 

Personalmente, desde que empecé a ser un cinéfilo, siempre me gustó esta película. Por una parte, la música es de Henry Mancini que aunque siempre estaba inspirado, aquí lo estuvo el doble y no solo con el tema principal, la fotografía es del gran Giuseppe Rotunno, de los actores qué decir más y estando detrás de las cámaras él, imposible que sea una mala película.



Por otra parte, esos primeros planos de la Loren, que casi no hacía falta que hablase porque ya lo decía todo, son de una belleza extrema, de hecho en más de una secuencia De Sica apenas opta por el diálogo y ese Mastroianni que tan pronto era un pícaro como todo un caballero y cuyas actuaciones deberían ser un modelo para seguir en cualquier escuela de interpretación. Incluso los secundarios, Lyudmilla Savelyeva, que era conocida en su país por la adaptación de Guerra y Paz televisiva, le da un toque a su personaje en los cuales los valores de la humildad y la solidaridad que al director le gustaba reivindicar, se reflejaban en ella.

La película impacta visualmente, ese paisaje nevado y de pronto la bandera roja gigantesca, vemos como lo blanco pasa por el filtro de ese color, los trenes que recuerdan en parte a los de Dr. Zhivago, quizá ahí se nota la mano de Ponti que era el productor de aquella y buscaba otro éxito de similares características. Detalles que parecen insignificantes, pero que posteriores visiones nos llevan a pensar, como esos besos iniciales entre aquellas dos barcas, quién sabe si una metáfora de lo que serán dos vidas diferentes, pero unidas, o la inocencia de esos niños en la boda que parecen sacados de Milagro en Milán y cómo no, esos girasoles inacabables soleados, tan bellos como tristes, tanto como su inolvidable final que solo un gran director como él podía plasmar y emocionarnos. Por cierto, como curiosidad, la película se rodó en Rusia y Ucrania, fue la primera producción occidental que se rodo ahí después de la II Guerra Mundial.

 

La semana pasada, a raíz de comentar El globo rojo, saqué el tema de que a Truffaut no le había gustado porque Lamorisse había humanizado el globo y dejaba de ser un objeto real. La historia de Los Girasoles cuesta creerla como verosímil, por una parte que una mujer se vaya sola a Rusia a buscar a su marido no encaja en tales parámetros, así como la salvación de Mastroianni en la nieve por parte de la chica con tal bello rostro. Pero, ¿ qué más da? Lo realmente prioritario es mostrar una historia de amor pasional y las consecuencias de la guerra en las personas y todo envuelto en un ejercicio de maestría cinematográfica que refleja el esfuerzo del ser humano por seguir luchando, aunque sea en trabajos que no den fruto. El viaje que hace a Rusia no deja de ser un "mcguffin" para reflejar el esfuerzo y la ilusión de querer que la historia sea distinta, que quizá en un futuro los hijos de aquellos que como dice la Loren en un momento: “¿Qué culpa tienen ellos de lo nuestro?” vean otro mundo.

En fin, reivindico la filmografía de De Sica y no solo El ladrón de bicicletas, sino poder verla toda, algo que por cierto y lamentablemente no es posible, bastantes de sus títulos no se editaron en su día y tampoco se emitieron en televisión, curiosamente Netflix que no se caracteriza por ponernos clásicos y menos italianos tiene en su catálogo una que se llama El especulador con Alberto Sordi, película que nunca he podido ver. Hay De Sica más allá de Ladrón de bicicletas y de Matrimonio a la italiana


08/02/2022

Centenario de Albert Lamorisse, el autor de El globo rojo

 

Albert Lamorisse (Fuente: Amazon)

Suelen ser los centenarios la excusa perfecta para profundizar en diversas personalidades aunque solo sea por un año, pero como todo en la vida, hay sonoros abandonos, el año pasado justamente se recordó a Berlanga y en menos medida a Fernán Gómez, pero otros nombres quedaron en el olvido.

El nombre que traigo hoy probablemente no les diga nada a una gran parte de mis lectores, especialmente si son nacidos a partir de los 90, a los demás sí que les sonará algo el nombre, o mejor dicho una de sus obras: El globo rojo. Creo que fue en el año 91 que La 2 de TVE en ese espacio de cine infantil que se llamaba “Cine para todos” la proyectó y sirvió de descubrimiento. Aquel mediometraje, solo dura 35 minutos, es del año 1956 y dejó un gran recuerdo a aquellos niños que tuvieron la suerte de verla en pantalla grande.

Su director era Albert Lamorisse, nacido en París un 13 de enero de hace 100 años. Obsesionado con Túnez y su paisaje a raíz de un viaje en 1946, le lleva a rodar un documental, pero va más allá y piensa en una película que refleje el país, su gente y sus niños, el resultado sería Bim, el pequeño asno en 1950.


Tres años más tarde rueda Crin blanca, también una cinta infantil en la que un niño asegura poder capturar al caballo más salvaje de los llanos. En ambas películas se halla un estilo poético que llama la atención y le lleva a ganar la Palma de Oro del Festival de Cannes.

Esa concepción del cine le lleva a querer experimentar con más elementos, uno de ellos el color, y aquí surge El globo rojo del que más adelante hablaré. El gran éxito que consigue le lleva a rodar su primer largometraje Viaje en globo donde experimenta el fotografiar desde un helicóptero y captar instantáneas con un nuevo sistema, algo que seguirá efectuando. El filme es otro éxito y gana el Festival de cine de Venecia en 1960.



No obstante, pasarían 5 años hasta su siguiente largo, Fifí, la plume que estuvo nominada a la Palma de Oro de Cine de Cannes, aunque aquí la critica se mostró algo más dividida, ya que no hallaba tanto esa vena poética de sus anteriores realizaciones. Él decía que rodaba a su manera, que no era un profesional, sino un aficionado. Durante ese tiempo había rodado documentales y hasta creado un juego que más de uno tendrá aun: El Risk.


La fatalidad llegó en 1970 y en uno de esos helicópteros donde tanto quiso perfeccionar sus vistas, la muerte le llegó en un accidente con solo 48 años. Estaba rodando el documental “El viento de los enamorados”, su viuda y su hijo la acabaron y recibió un Oscar a título póstumo.

Pero vuelvo, como he prometido, a su obra más inolvidable, El globo rojo, fíjense que tratándose de un mediometraje y prácticamente sin diálogos, ganara el Oscar al mejor guion original, competía ese año con Robert Lewin y Amanecer sangriento, Andrew Stone por Julie, William Rose por El quinteto de la muerte y Federico Fellini y Tullio Pinelli por La Strada.

La historia de un niño que un buen día se encuentra un globo de ese color al que sigue por todas partes penetró profundamente en la sensibilidad de los espectadores que se emocionaban viéndola, en los cines hasta regalaban un globo como recuerdo.



Lamorisse rodaba en el barrio parisino de Ménilmontant, parte de este remodelado posteriormente debido al estado en que se hallaba, con una tonalidad entre gris y azulada en contraste con el vivo color rojo. La imagen típica del París con la Torre Eiffel no la vemos aquí, solo hacia el final y muy lejana. Ponía la cámara en esas callejuelas feas, pero que conseguían gracias a ese globo tener esa extraña alegría que daba un optimismo y esperanza a esa pobreza retratada, hasta llega a entrar en ese antiguo y tenebroso colegio que aunque no lo veamos por dentro, nos lo imaginamos, y que  nos evoca a esos 400 golpes. Por cierto, a Truffaut no le gustaba nada la película ya que criticaba que se hubiese humanizado al globo.

El tema de la infancia quedaba perfectamente inmortalizado, ya sea con la bondad inocente del protagonista o con esa maldad de quienes por envidia quieren acabar con el globo. Un emocionante y sensible final nos dejaba un buen sabor de boca.

Aunque Lamorisse no se definiera, como antes he escrito, como un profesional, tiene las virtudes de un grande, rodar en pantalla standard y convertirla como si fuera más ancha que de un Cinemascope conlleva saber de cine, qué grande resulta esa fotografía sin necesidad de recurrir a grandes pantallas. O qué gran uso del travelling hacia atrás cuando el niño corre, da la sensación en poco tiempo de ver mucho.

La película fue editada en DVD por "39 escalones" e "Impacto Films" en el 2014, recogía las otras películas de él, aun se puede encontrar si buscan a fecha de este artículo, si la hallaran no lo duden y cómprenla. Mientras, lo mismo por Youtube encuentran algo ya que en las plataformas por mucho centenario no se han acordado o no saben quién es…Ellos se lo pierden, pero ustedes intenten conocer quién fue Albert Lamorisse... Y no crean que está olvidado, en La La Land hay un homenaje y en El regreso de Mary Poppins se nota la influencia entre otras. 

El reportero (Michelangelo Antonioni, 1975)

La figura del director Michelangelo Antonioni con el tiempo ha sufrido evoluciones que van desde quienes lo consideran todo un genio del sé...