Este post es
el inicio de una serie que en semanas alternas iré dedicando a la temática de
la figura de Enrique VIII y sus mujeres. Y lo inauguró con la película de
1969 llamada Ana de los mil días dirigida por Charles Jarrot, la producción
corría a cargo del mítico Hal B. Wallis (Robín de los bosques, Casablanca, Duelo
de titanes…). Acababa de dejar la Paramount porque veía que no contaban con él e
ingresó en la Universal, el mundo del cine estaba cambiando, pero estos estudios seguían manteniendo el firme control del tipo de magnate tradicional, su jefe Lew
Wasserman prefería tratar con productores de la vieja guardia como él. Casi podríamos decir que fue uno de sus
últimos cantos de cisne, a esta siguió otra producción similar con el mismo
realizador: María, reina de Escocia (1971) que trataba sobre el conflicto de más de
20 años entre el personaje principal, la sobrina nieta de Enrique, y la reina
Isabel I, hija de Enrique y Ana Bolena.
Charles Jarrot
Wallis acabó
su carrera con una secuela agradable, pero fallida de Valor de ley: El rifle y la Biblia (1975).Seis años antes de Ana de los mil días, había obtenido uno de sus grandes
éxitos, no ya solo de público, sino de crítica, con Beckett dirigida por Peter Greenville. Aquí contrató a Charles Jarrot, bastante desconocido y una apuesta
arriesgada, pero sabía bien lo que elegía pues notable fue el trabajo. Desgraciadamente, no encontró el hueco merecido en posteriores producciones y pasó
a ser un artesano más, la Disney lo fichó para varios de sus títulos en el Reino
Unido en plena decadencia del estudio cómo El último vuelo del arca de Noé y Cóndorman.
La película
es una adaptación de la producción teatral original de Broadway de 1948-1949
estrenada en Nueva York y que estuvo protagonizada por Rex Harrison y Joyce
Redman interpretando al rey Enrique VIII y Ana Bolena, respectivamente. La obra
estaba escrita por Maxwell Anderson que fue una pluma famosa en el mundo del cine,
su obra de María Estuardo fue llevada al cine por John Ford en 1936, otras a destacar
son La vida privada de Elizabeth y Essex, Cayo Largo, Juana de Arco, etc. Igualmente, escribió para Hitchcock el guion de Falso culpable y aparece no acreditado en el de Vértigo
o Ben Hur
Ana Bolena
fue reina de Inglaterra durante 1085 días, desde su matrimonio hasta su muerte:
dos años, once meses y veinte días, de ahí el título. Para el papel, Wallis escogió
a Geneviève Bujold tras no poder contar con Olivia Hussey. A pesar de que en el IMDB encontramos críticas de Richard
Burton hacia ella, fue una recomendación de éste, en una nota de EFE publicada
en la pág. 60 de "La Vanguardia" el 31 de mayo de 1969 leemos lo siguiente: “Richard
Burton descubre a una gran actriz. Richard Burton presentará al público en su
versión de Enrique VIII una nueva actriz en el papel de Ana Bolena, la
canadiense de origen francés Geneviève Bujold que la ha comparado con Vivien
Leigh:“es como una edición en miniatura de la inolvidable Vivien, tiene la
misma clase de sensibilidad nerviosa”. En
los estudios Shepperton de Londres donde ha comenzado el rodaje de Ana de los mil
días, la actriz de 26 años ha comentado que se sintió conmovida cuando Burton
la llamó para la película, ha interpretado hasta ahora solo papeles secundarios,
fue al verla en Isabel, película dirigida por su marido Paul Almond donde Burton
y el productor Hal Walis decidieron darle el papel de Ana Bolena”
Se llegó a
pensar incluso en Liz Taylor para el papel, pero por la edad no resultaba, la
actriz estuvo viendo el rodaje constantemente viendo a su marido, lo cual
provocaba malestar en Geneviève Bujold ya que se sentía menospreciada. Incluso
la Taylor tiene un cameo como una cortesana enmascarada que interrumpe las
oraciones de la reina Catalina interpretada por Irene Papas.
La actuación
de Richard Burton tuvo división de críticas, algunos lo vieron un rey demasiado
pequeño, probablemente porque tenían en mente el Charles Laughton de La vida privada de Enrique VIII o el Robert Shaw de Un hombre para la eternidad, llegó
a odiar tanto la película como su actuación, pero quedó asombrado cuando
recibió una nominación al Premio de la Academia como Mejor Actor, creo, por
otra parte, que muy merecida, pues es de sus papeles mejor medidos. E igualmente
Bujold vio cómo su interpretación, que transmitía la ambición del personaje así como la soledad y
desesperación posterior, era nominada. Aquel año la ganadora fue Maggie Smith por Los mejores
años de Miss Brodie, tenía bastante competencia, también estaba Jean Simmons
por la excelente Con los ojos cerrados.
Los 145
minutos de metraje pasan rápidos, el ritmo es excelente, casi no se nota su
procedencia teatral, cercano estaba el gran éxito del Romeo y Julieta de Zeffirelli
y el lenguaje cinematográfico vivaz predominaba, por suerte, en este tipo de
producciones que dejaban de lado actuaciones excesivas y un acartonamiento
desfasado. Atractiva visualmente, su dirección artística es maravillosa y
elimina cualquier barrera para que el espectador contemple esa corte tan
fastuosa como perversa y veamos también mucho más allá en cada personaje
dotándoles de una profundidad psicológica empática.
Podremos
contemplar el verismo en los escenarios ya que la película fue rodada en los
mismos lugares históricos donde transcurrió el drama, entre ellos los castillos
de Penshurst con su famoso jardín Tudor, el de Hever y el parque de Richmond,
todo con una música ambiental con la firma de George Delerue que había compuesto
poco antes la de Un hombre para la eternidad, encontraremos motivos renacentistas,
instrumentos de la época y hasta inclusión de baladas
El 24 de
febrero de 1970 se estrenó en el Reino Unido, en España el 17 de octubre del
año siguiente. la película llegó a tener 10 nominaciones a los Oscars, sin
embargo solo se llevó el de mejor vestuario. La película está editada en DVD y
Blu Ray.
Se cumple estos días el centenario del gran actor Tony Leblanc,
que como es sabido nació en el mismísimo Museo del Prado un 7 de mayo de 1922. Con
una importante carrera en teatro, empresario, televisión o cine, es en este
último dónde más podemos recordar sus trabajos, aunque en la pequeña pantalla últimamente
gracias al archivo de Televisión Española podemos recordar alguna que otra
actuación. Sus películas son en su mayoría comedias populares, casi hasta se
podría decir que hacía de él mismo y aunque algunos le pudieran reprochar la
falta de papeles serios o películas con directores más reputados, lo cierto es
que un repaso por ella nos trae infinidad de títulos divertidos, comedias que
daban dinero y que a pesar de los años siguen recordándose, de ahí que estén en
diversas plataformas y gran parte de ellas se editarán en DVD.
Su época de más fama en el celuloide fue a mediados de los 50
y en los 60, Aunque él ya debutara en 1944 en un papel sin voz en Eugenia de
Montijo, al año siguiente ya tendría uno breve pero con voz en Los últimos de
Filipinas (1945), y Luis Lucia le da su papel primero de
protagonista en Dos cuentos para dos, directores como Florián Rey en La cigarra,
Rovira Beleta en 39 cartas de amor cuentan con él. En 1950 comienza a tener
popularidad gracias a la adaptación de la zarzuela La revoltosa que dirige José
Díaz Morales y comparte protagonismo con una joven Carmen Sevilla.
Su
participación en películas ya míticas del cine español como Historias de la
radio, Manolo Guardia urbano, Las muchachas de azul o Los ángeles del volante
de dan cierto empujón a su carrera a la que le faltaban más papeles como
protagonista.1958 es un año crucial ya que participa en El tigre de Chamberí de Pedro Luis Ramírez con José Luis Ozores, película
reivindicada por muchos, y muy especialmente Las chicas de la Cruz Roja, uno de
los grandes éxitos del cine español y que compartiría protagonismo con Concha
Velasco, la química entre los dos llevaría a que protagonizarán 13 películas, una
de las más emblemáticas y qué traigo hoy es Los tramposos de Pedro Lazaga de
1959. Me hubiera gustado hablar de una bastante desconocida llamada Julia y el
celacanto, espero en próximas citas traerla.
Seguramente, Los tramposos la habrán visto más de una vez
parte de mis lectores, es una de las comedias más emitidas por televisión, al
menos hace algunos años, reconozco que ando lejos de las parrillas actuales.
Como suele pasar en el cine español de la época y más hablando de este director,
la mayoría de los críticos no alabó este trabajo, se la tildaba de una comedia
mediocre que había envejecido ya bastante, solo hace falta mirar las
hemerotecas de los días en que la emitían.
Pero, curiosamente Los tramposos ha
tenido cierto resurgir, creo que también debido a la evolución de la
filmografía del actor. Aunque sonaré repetitivo, creo que hay que recordar que
Tony Leblanc se retiró del cine bastante pronto a mediados de los 70 con una
olvidable película llamada Tres suecas para tres Rodríguez también de Lazaga, empezaban
a ser tiempos malos para las comedias populares y la salud del actor le
obligaba a tomarse con más calma sus apariciones. Un fatal accidente de coche
en 1983 le llevó prácticamente al retiro de la vida pública. Gracias a Santiago
Segura y su Torrente, Leblanc volvió al cine y a partir de allí cierta
generación joven se interesó por varias de sus comedias, una de ellas Los
tramposos. Sin embargo hay más títulos que pudieron desempolvarse el polvo. ahí
tenemos Don Lucio y el hermano Pío, Tres de la Cruz Roja, Sabían demasiado, La
dinamita está servida, Los subdesarrollados, Los que tocan el piano o El
astronauta entre otras muchas.
Un dato algo escondido de Los tramposos es que en el guion
colaboró Luis García Berlanga a pesar de que no aparece acreditado, su éxito y que a pesar de sus casi ya 65 años siga programándose es que parte de un tema muy español que no es otro que la picaresca, y si a
está le añadimos comicidad, el éxito está más o menos asegurado. Aparte de
Berlanga, en el guion contábamos con José Luis Dibildos y Miguel Martín, cuyo
argumento también era de ellos, suponía ya ese cine español de la tercera vía.
Estrenada el 2 de noviembre de 1959, además de la pareja protagonista teníamos
a un joven Antonio Ozores, Laura
Valenzuela, José Luis López Vázquez, Manuel Gómez Bur y también el reputado
José María Rodero que no acabó de cuajar en el cine como en el teatro, aquí aparecía
con la que era su esposa Elvira Quintillá.
Tiene la película cierto paralelismo con las comedias
italianas del momento, recordemos Rufufú. aquí es evidente que el argumento
tenía que ir combinado con cierta moralina y sentido del arrepentimiento, pero
a pesar de estos giros inevitables, la película refleja el aire de miseria y la
sociedad del momento, la cual tampoco es que haya cambiado mucho actualmente. A
pesar del desprestigio que tenía Lazaga en las revistas del momento, salvo el "Film Ideal" en ocasiones, sí que varios críticos destacaron el trabajo del actor,
Alfonso Sánchez llegó a escribir que en Hollywood sería un actor con éxito y José
Luis Guarner dijo que era “una película de una vitalidad tan desbordante que
consigue hacer olvidar pequeños defectos como rupturas de tono, etc. de que
adolece en algunos momentos."
Sin llegar a ser una notable película, en cualquier momento
podemos disfrutar de ella, sonreír y disfrutar de este gran cómico que era Tony
Leblanc.
El pasado jueves fallecía Juan Diego, sin ánimo de
que este blog se convierta en un obituario semanal, vamos a dedicarle un
pequeño homenaje y para eso he escogido la película La noche oscura (1989) de Carlos
Saura. Juan Diego era inquieto y observador, siempre buscó hacer cosas
distintas, él decía que “mi sistema es hacerlo mal, siempre a contracorriente y
así a lo mejor sorprendes”. Saura a
finales de los años 80 lo convirtió en San Juan de la Cruz, el actor comentaba: “es muy cómodo trabajar con Saura porque es uno de esos directores donde la
posible estupidez no es rechazada de inmediato, me gusta la dimensión mágica
que tiene La noche oscura, creo que desde la miseria hemos hecho una especie de
metafísica de la basura”
Carlos Saura
La figura de San Juan de la Cruz había atraído ya desde muy
pronto a Saura, incluso de manera indirecta algunos de los textos de él aparecen
en Mamá cumple cien años recitados por Fernando Fernán Gómez y en Ana y los
lobos, el director decía al respecto que había ido acumulando material sobre él desde hacía
muchos años: “la creación no es nunca
espontánea, existe un proceso que es el que te permite enfrentarte con ciertos
temas, si hacerlos antes sería un error, hacerlos después a lo mejor no merece
la pena. Yo creo que era el momento que yo hiciese mi reflexión sobre San Juan
de la Cruz”.
Juan Diego
El director quedó muy contento con la interpretación de Juan
Diego del que dijo: "es un actor muy versátil que para mí ha sido una revelación,
es una persona muy sensible, con una increíble capacidad mimética. Realmente,
él tiene esa extraña capacidad de transformación de los grandes actores. Él
hace de la experiencia una vivencia personal, al mismo tiempo todo lo hace
inteligentemente, no hay frivolidad no hay ligereza. Es un hombre muy preparado
que sabe hacer muy bien lo que hace."
La película se centra durante el tiempo en que San Juan de
la Cruz permaneció encarcelado, en concreto nueve meses en una cárcel de Toledo
a causa de la rivalidad que existía entre los carmelitas calzados y los
descalzos, estos últimos secuestraron a San Juan y después de un juicio
sumarísimo, fue trasladado a una celda en el mes de diciembre. Solo la
abandonaba los viernes, le daban una paliza y lo volvían a encerrar, comía solo
sardinas y pan. Saura remarcaba que nunca hubiera podido sobrevivir si no llega
a establecer comunicación con Dios, que “le iluminó y dictó sus poemas”.
En sus noventa esquemáticos minutos explora el
pensamiento profundo de este Santo y más allá de sus escritos, vemos cómo
soñaba, trataba sus tentaciones, sus recuerdos, las apariciones y milagros,
visiones horrorosas, imágenes de luz súbita, espíritus nauseabundos… A pesar de
que no será fácil para ciertos espectadores seguirla en su totalidad y menos
comprenderla, es una película que despierta cierta atracción, en parte gracias
a la utilización de su fotografía, la cual consigue un contraste bello entre la
luz que lo va iluminando y la oscuridad del monasterio con los rayos que entran
y la sensación de poder captar lo que hay fuera sin verlo. Por contra, hay otros momentos algo controvertidos, como el de las tentaciones y la aparición del diablo
que no acaban de ser bien resueltos y entorpecen el ritmo.
En su breve reparto contamos también con Fernando Guillén,
Manuel de Blas, Fermí Rexach, Julie Delpy, etc. El equipo fue el habitual.
entre ellos el director de fotografía Teo Escamilla. Andrés Vicente Gómez fue
el productor.
Un aspecto que creo que falla en el guion es una previa
explicación, pues teniendo en cuenta la cultura y más la actual, es probable
que más de uno se pierda en el argumento. Sobre San Juan de la Cruz decir que
nació en 1542 en una pequeña población abulense, Fontiveros. De familia modesta,
aunque noble, se trasladó en su infancia a Medina del Campo, la verdad es que
no son muchos los datos de “el gran poeta más breve de la lengua española,
acaso de la literatura universal” como le calificó Jorge Guillén. Con 19 años,
ingresó en la orden carmelitana, estudió en Salamanca y conoció a Santa Teresa
de Jesús con la que se puso de acuerdo para iniciar la reforma carmelita,
biografías cruzadas las de ambos y paralelas en muchos puntos, sobre todo en el
de las penalidades que hubieron de sufrir.
Saura dice que lo más atractivo de la vida de San Juan no es
la parte pragmática de su labor organizativa, la fundación de nuevos conventos,
ni tampoco, sorprendentemente, su obra, sino lo que sucedió en aquellos nueve
meses encerrado en ese agujero inmundo y viéndose como un mensajero que escribe
al dictado, “una especie de intermediario entre Dios y la tierra, esta idea de
que el autor no es el autor, sino un autor soberano por usar una expresión
calderoniana, me parece una de las cosas más apasionantes de este personaje”
Incluyó pasajes que históricamente no corresponden al
periodo, la iluminación que da pie al poema“Noche oscura del alma” escrito
realmente una vez recuperada la libertad en el Calvario de Beas (noviembre de
1578 a junio de 1579), pero para Saura contar una historia o el aspecto
cronológico no era lo importante, sino mostrar los fragmentos : "No he pretendido
hacer una película histórica con San Juan, trato de respetar unos hechos
históricos y estudiar un personaje concreto con gran libertad, pero
respondiendo a lo que sucedió. Divulgar no es la principal motivación que tengo
para hacer una película, sino mi interés por un determinado personaje”
A pesar de las contradicciones que puede haber por parte de algunas declaraciones del propio director, tiempo después
matizó el tema sobre si la película era mística y él lo resumía de esta manera
quedando aún más ambiguo el tema: : “no es una película sobre el misticismo, al
menos considerado éste en el sentido religioso. Digo esto porque coma a mi
juicio, hay un misticismo laico, y éste sí puede estar en la película, pero no
el otro. En La noche oscura pretendo acercarme al proceso interior de la
creación poética de Juan de la Cruz que es un poeta tan excelso que cuatro
siglos después sigue siendo leído en Europa. Cuando se está produciendo un
esfuerzo general de búsqueda de nuestra identidad, volver la mirada hacia un
poeta como éste no significa refugiarse en el pasado y retroceder a temas
antiguos.”
Y precisamente esta dificultad sobre lo que quería contar
Saura verdaderamente está bien expresada en la interpretación de Juan Diego que se mete de lleno del
personaje. El actor expresaba que al principio tuvo un encuentro casi mágico
con Saura: “nos entendimos a la primera, pero a partir de ahí comencé poco a
poco a perderle y hay escenas que literalmente me superaron, me desbordaron, y lo
tuve que hacer casi inconscientemente sin saber que estaba haciendo. Yo seguía
las instrucciones de Saura, pero no tenía ninguna manera de saber si San Juan
de la Cruz seguía las mías. Algo sencillo de decir y muy difícil de hacer”. El
actor reconocía que le era difícil salir del personaje cuando este es “alguien que te descubre cosas que yo desconocía
de mí mismo”.
Revisemos pues La noche oscura que a pesar de sus defectos y
ambigüedades, probablemente en cada visionado hallemos algo y no siempre insertado en el plan inicial de Saura, las grandes películas están llenas de
diferentes lecturas y sea este un misticismo religioso o laico, o tal vez los dos sean el mismo, nos puede
hacer descubrir aspectos que desconocíamos de la misma manera que le pasó a
Juan Diego metiéndose en el personaje. Aparte de todo esto, es uno de los
mejores homenajes que le podemos hacer y oír en su voz toda esa poesía que, sin
duda alguna, ya justifica el visionado.
El pasado jueves fallecía el actor Jacques Perrin, el cual
casi todos lo recordarán por su papel en Cinema Paradiso. La mayoría de los
medios pusieron que era un actor famoso sobre todo por esta y Los chicos del
coro, otros citaron sus comienzos con Valerio Zurlini y La
chica con la maleta y Crónica familiar. La mayoría aplicó lo del corte y pega y poca información ofrecieron y más lamentable fue en nuestros medios, salvo contadas excepciones como el programa "Días de cine".
Subrayo esto porque el actor intervino en una de las producciones patrias más
importantes de aquellos 60 y que se llamaba La busca, adaptación de la novela de
Pío Baroja, el film dirigido por Angelino Fons era de los títulos clave de
aquel nuevo cine español que tanto decían que tenía que pulir.
Pío Baroja
Perrin ofrecía una gran actuación, se metía muy de lleno en
el papel de ese chico inocente e ingenuo que no encontraba lugar en la vida, ni
en ese Madrid qué tanto prometía. Baroja situó la novela dentro de la trilogía
de "La lucha por la vida", a esta seguían Mala hierba (1904) y Aurora roja (1905).
Había aparecido por entregas en el diario "El globo" y la situaba hacia finales
del siglo XIX y comienzos del XX.
El texto no era fácil de llevar al cine debido a las constantes del autor, como solía ser el desorden temporal, por lo que Angelino Fons elaboró un guion junto a Juan Césarabea, Flora Prieto y Nino
Quevedo. Es probable que más de un lector joven no les suene de nada el
nombre del director, él también tuvo su "busca" particular y el mundo del cine no
le ofreció lo que él pensaba en un principio, los fracasos de sus películas más
serias le obligaron a filmar productos comerciales como El
Cid cabreador en 1983, creo que por eso su obra no está lo suficientemente
reconocida. Aparte de esta adaptación es recomendable la que hizo de Fortunata
y Jacinta de Benito Pérez Galdós, quizá arrinconada por la serie de televisión
posterior, particularmente la Marianela que realizó en 1972 me gusta, pero cierta crítica no perdonó que la protagonizara Rocío Dúrcal .
La busca en su versión cinematográfica tiene un ingrediente
añadido y es ver ese Madrid que acabó barrido por la M 30, es pues un
documental de unas calles y lugares que ya no existen, en ningún momento
veremos el Madrid de los Austrias, ni nada turístico, era pues una decisión
arriesgada llevar al cine tal novela, Nino Quevedo, al que he mencionado antes, se encargó de producirla, como hiciera dos años antes con La Tía Tula, por
cierto entre su filmografía cuenta con otra película en la que interviene el
actor: Goya historia de una sociedad de 1971.
En el Festival de Venecia, el actor se llevó el premio a la
mejor actuación que compartió también con la que ofreció en Un hombre dividido
dirigida por Vittorio de Seta (no confundir con De Sica). A pesar de que
en la película de Fons el actor estaba doblado por José Luis Yzaguirre, no por ello hay que menospreciar
otros rasgos interpretativos como las miradas, gestos, etc. Toda esa comunicación no
verbal que un buen actor ofrece y en este caso el papel le venía como anillo al
dedo.
Lamentable que diarios de nuestro país y ciertos críticos olviden
nuestra filmografía, la película se puede visionar a través de la plataforma de Flixolé y la recomiendo abiertamente, aunque ya les avisó que no es fácil, su
dureza y pesimismo no solían ser las características habituales en nuestro cine
patrio que en más de una ocasión tenían que disimular endulzando la historia. Aquí no
es el caso, la ambientación en otra época permitió pasar el filtro de
la censura, aunque era evidente que lo que estábamos viendo era la época en que se rodaba
o al menos pocos años antes.
Con estas líneas he querido homenajear a un actor, pero
también a ese cine tan olvidado nuestro y el recordar a Pío Baroja, el cual a
pesar de su afición al cine solo
se llevaron al cine Zalacaín el aventurero en dos ocasiones (Francisco Camacho en 1929 y Juan de Orduña en 1955), Las inquietudes de
Shanti Andia (1947) por Arturo Ruiz Castillo y la que estoy comentando.
Hay películas por las que uno siente un cariño especial, una
es este Romeo y Julieta de 1968 dirigida por Franco Zeffirelli. Llegué a ella
hace ya mucho tiempo a través de su banda sonora compuesta por Nino Rota, su
tema de amor sonaba entonces mucho por la radio, hubo múltiples
versiones instrumentales, una de ellas de Henry Mancini. Esas notas
renacentistas con esos instrumentos de la época conseguían atraerte a la
historia de la música y coger ventaja cuando nos la enseñaban de aquella manera
en el Bachillerato.
Zeffirelli que fue ayudante de Visconti y un reputado director
de ópera, tuvo una filmografía algo
irregular. Tras rodar esta, sufrió un grave accidente por la que estuvo apartado
detrás de las cámaras varios años, su regreso al cine fue con aquel Hermano sol, hermana Luna que muchos no toleraron bien ya que tenía un una estética hippie y
un mensaje ecologista que curiosamente la crítica de izquierda fue la que cargó
más contra esta, aunque en el aspecto religioso, los sectores más progresistas
la vieron con buenos ojos.
Posteriormente cosechó un gran
éxito con la serie sobre Jesús de Nazaret y que en cine se estrenó en una versión abreviada. Esta película también
le llevó a ser detestado por otros que veían una película reaccionaria
en contra de aquel Jesús que dirigiera Pasolini. El director buscó luego
comercialidad dirigiendo un remake de El campeón de King Vidor, se la etiquetó
como la película más lacrimógena de la historia, luego siguió En Estados Unidos
rodando un drama adolescente titulado Amor sin fin que tuvo su éxito por la
canción y que supuso el debut de Tom Cruise en un brevísimo papel, la película
explotaba la entonces belleza y fama de la hoy olvidadísima Brooke Shields.
El
director se fue alejando del cine y rodó óperas y no volvió al cine hasta 1988
con El joven Toscanini, en 1990 se atrevió con una versión de Hamlet
interpretada por Mel Gibson, la cual creo que no se trató muy bien en gran
parte por culpa de la consideración hacia el actor, posteriormente sus
películas no tuvieron el eco pretendido, ahí hay una versión de Jane Eyre
interesante con el recientemente fallecido William Hurt, alguna producción para
revisar cómo Té con Mussolini o aquella Callas Forever y poco más. En la web de Televisión Española hay una interesante
entrevista que le hizo Joaquín Soler Serrano en el A fondo A fondo: Franco Zeffirelli | RTVE Play
Vuelvo a su Romeo y Julieta, de esas películas que si un día
me pidieran una lista de títulos por las que pasé a ser un cinéfilo la pondría.
A muchos nos sigue ocurriendo que cuando
comentamos con alguien que escribimos de cine nos toman por vulgares, como si
estuviéramos hablando de ir a tomar tapas o jugar con la consola, esto ocurre básicamente
por la ignorancia que hay hoy en día respecto al séptimo arte y es que una cosa
es cine y otra ver películas. El cine estaba llamado, y perdonen que use el
pretérito, a ser la suma de las artes, de la música, la pintura, la literatura,
la fotografía, el teatro, etcétera. Precisamente este Romeo y Julieta es la
suma de todos estos componentes, la primera vez que la vi senti una afición
indescriptible hacia lo que podía ser el cine, entonces no sabía mucho del
mundo del celuloide, en el colegio no se nos enseñaba ni de aquella manera…
Creo que no hace falta ya decir, eso espero, que se trata de
una adaptación del inmortal de William Shakespeare y coincidiendo que este 23
de abril falleció, he pensado que hoy podía rescatar esta película. Como también
ya sabréis, ha habido otras adaptaciones, la más famosa entonces fue la que
dirigiera a George Cukor en 1936 con un imposible Leslie Howard que contaba con
43 años y Norma Shearer con 34. La versión de Zeffirelli destacaba por sus dos
intérpretes jóvenes, en el momento del estreno se publicitó con la frase de “la
película de la juventud”, además estábamos en 1968 por lo que adquirió otras connotaciones que aumentaron la taquilla.
No tenían ni 20 años los enamorados, ella era Olivia Hussey cuya carrera posterior contó con algún título de éxito aunque de secundaria y luego básicamente para
televisión. Él era Leonard Withing que había trabajado en alguna
producción Disney adolescente y que en teatro protagonizó el musical Oliver. Su carrera fue peor que la de ella, aunque al
año siguiente logró también cierta fama haciendo un papel de Casanova de la mano
de Luigi Comencini pero sus posteriores títulos en cine que pretendían convertirlo en galán fueron flojos y se dedicó al teatro. Pero no cabe duda de que fueron unos excelentes Romeo y Julieta y demostraban ya una madurez unida a la inocencia de sus edades, hubo problemas para mostrarles desnudos con la censura al ser menores de edad.
Pero aparte de la elección juvenil de los actores hay otra característica, no es teatro filmado, ni siquiera tiene una puesta en escena así, es un excelente
escenario de cine. Grandes secuencias como el entierro de ella o la secuencia
del balcón son imposibles de olvidar, los duelos entre Montescos y Capuletos,
aquí son vistos como peleas callejeras entre burgueses del siglo XV, el vestuario es vistoso y la fotografía de Pascuale de Santis. excelente.
Tanto gustó que incluso Lawrence Olivier puso la voz en off, véanla y la comentamos.
Tiempo de Semana Santa y de tradiciones como las que hay en
los pueblos catalanes de Esparraguera u Olesa donde vecinos del pueblo
representan cada año la vida de Jesús en el teatro. La del primer pueblo quedó
inmortalizada en el cine de la mano de Ignacio F. Iquino en 1952 con su
película El Judas que contaba la historia de un individuo de malos sentimientos
y peores acciones, dispuesto a todo con tal de satisfacer su avaricia y vanidad
y que se mostraba descontento con el papel de Judas que le tocaba encarnar ya
que él a toda costa quiere el papel de Jesús.
Antes de seguir con la película, me permitirán que sitúe
brevemente a su director del cual he tenido la oportunidad ya de hablar de él
en este blog con La familia Vila. El IMDB nos indica 84 realizaciones, 104
guiones, 42 veces de productor, 16 de director de fotografía, etc. A pesar de
todo su trabajo, Iquino es un nombre olvidado, poco reconocido injustamente,
aunque por suerte algunos críticos le han sabido valorar su trabajo, caso de
Àngel Comas en la excelente biografía que escribió (Ignacio F. Iquino, hombre de cine. Ed. Laertes, 2003).
Su primer largo es de 1936 con Al margen de la ley y su
último de 1984 con Yo amo la danza, seis décadas que se dice pronto. Su cine
popular empezó a llenar salas, títulos como Alma de Dios (1941), El difunto es
un vivo (1941), El hombre de los muñecos (1943) Una sombra en la ventana (1945)
o El tambor del Bruch (1948) le dieron nombre, aunque la crítica no fue su
mejor aliada, desgraciadamente muchos de estos títulos son prácticamente imposibles de encontrar.
Como persona ambiciosa que era, crea sus propios estudios
en el Paralelo de Barcelona en los 50 (Los IFI) y siempre presumía de que tenía calefacción,
y añadía que no como los Orphea donde los actores se congelaban. Cuando empieza
con la idea de hacer El Judas llevaba dos años con estos donde había llevado a
cabo nueve títulos. Las cuentas no salían y necesitaba una película comercial y
lo suficientemente atractiva para que se la declarase de Interés nacional. La
idea de una película religiosa podía llevarle a conseguir tal propósito y más
en un momento en el que coincidiría con el "Congreso Eucarístico Internacional
de Barcelona" de ese año 1952 y las negociaciones del Concordato con el Vaticano
resueltas al año siguiente.
Aunque en un primer momento no se le concedió, finalmente
sí “considerando sus calidades artísticas y técnicas y sobre todo por su
contenido profundamente ejemplarizadora que exalta los principios del
cristianismo. Para que no pase desapercibido el esfuerzo efectuado por la casa
productora” decía el informe.
Antonio Vilar
El reparto de El Judas estaba encabezado por Antonio Vilar,
galán de los 40 y 50 y como inspector tenemos a Manuel Gas, en el papel de
Montserrat a María Rosa Fornaguera. El resto del reparto estaba formado por los
integrantes del Patronato de “La passió” de Esparraguera, de la obra sindical “Educación
y descanso” tal como nos indican los créditos, por tanto actores no
profesionales y vecinos del pueblo. Para el guion recurrió a su paisano Rafael.
J. Salvia que dirigiría grandes éxitos poco después como Aquí hay petróleo,
Manolo, guardia urbano, Las chicas de la Cruz Roja, aparte de escribir los
guiones de La gran familia, Atraco a las tres, Sor Citroen o Don Erre que Erre.
La película se estrenó el 23 de mayo de 1952, para aumentar
la comercialidad se llegó a anunciar que sería la primera película que el
Franquismo permitía que se hablase en catalán, algo que finalmente en Barcelona
no fue así, aunque en determinadas localidades y especialmente en los tiempos
de Semana Santa sí que se pasaba tal copia en la que el catalán se utilizaba
para las conversaciones coloquiales. En los créditos iniciales de algunas
copias, vemos que aparecían en esta lengua.
El Arzobispo de Barcelona, D. Gregorio Modrego recurrió al canónigo
de la Catedral, el P. Ciprià Montserrat para aquello que tanto temían los
directores de asesorar y controlar la película, repetiría con él después y con Pedro
Lazaga en El frente infinito.
Si no fuera por la habilidad de Iquino y de Salvia, no se
recordaría hoy en día El Judas sino como una película de las llamadas despectivamente
de estampita, aunque también hay una buena dosis de títulos notables no reconocidos suficientemente, este tipo
de cine envejecería pronto y le darían la espalda los mismos creyentes cuando el Concilio Vaticano II cambia el rumbo de la Iglesia y la España del 600 iba dejando las iglesias sin el fervor de antes.
Pero la
película tiene más, por una parte estamos ante un neorrealismo que aunque no
hay que tomar al pie de la letra del italiano, sí que guarda coincidencias. Por
una parte, ya hemos dicho que la mayoría de los actores no son profesionales,
que casi todo está rodado en la calle, que tomando como pretexto la obra
religiosa salen a la palestra temas sociales como la inmigración o la miseria.
Incluso se puede ver como una película de cine negro con el protagonista al
margen de la ley. Toda esa escena de los primos del protagonista que tienen que
marchar por la estafa que les ha hecho con la piedra hasta recordaría a
películas tipo Surcos.
Es también una película sobre el teatro y toda una síntesis
de una manera de actuar, el protagonista a pesar de saberse bien el papel
necesita recurrir a un antiguo actor que pasó a ser monje en el Monasterio de Montserrat.
Este le dice que ha de tener empatía con la gente, aquí comienza su redención
personal con el papel, no ya solo la de conseguir ser un buen actor.
Aparte de todos los temas, Iquino consigue también que el
espectador sienta la película con emotivas escenas, los fragmentos de la obra dan
pie a situaciones análogas en la acción de esta. Como suele ser habitual,
Iquino muestra toda su sabiduría cinematográfica, tanto en la utilización de la
luz, en los contrapicados y sabiendo sacar provecho de unos actores que parecen
todos profesionales.
Con este filme, Iquino logra su mayor éxito y el apoyo de
una crítica que salvo en otras contadas ocasiones le tendría en cuenta. El
director estuvo tan satisfecho que repitió el esquema poco tiempo después con
La pecadora (María de Magdala) en 1956 interpretada por Carmen de Lirio y contando
con actores no profesionales de "La Passió de Cervera" mostrando también un paralelismo
entre la protagonista y la obra en cuestión.
La película solo se puede ver actualmente en la plataforma FlixOlé. Merecería una edición de coleccionista en DVD, pero recurriendo al Evangelio ya sabemos que nadie es profeta en su tierra.
Este lunes hubiese cumplido cien años el músico Elmer Bernstein, en estos tiempos actuales en los que la música de cine vive una época decadente, su nombre aun me trae más añoranza. Voy a recordar y homenajear brevemente con algunas de sus músicas el blog hoy, obviamente no son todas las que quisiera yo poner, el espacio es limitado y también más de una no está colgada en Youtube o puede que el vídeo que funcione hoy no lo haga mañana, no obstante, que estos impedimentos no sirvan para no hablar de él.
Elmer Bernstein nació en Nueva York hace cien años, ya de pequeño siente un gran interés por la música, se educa en la Universidad de su ciudad, al incorporarse al ejército, hace arreglos para la banda de Glenn Miller y compone temas patrióticos para programas de radio, actividad que combinará ofreciendo conciertos como solista de piano.
En 1950 es llamado por el vicepresidente de la Columbia para que empiece a componer bandas sonoras, una de las primeras películas famosas que justamente ahora sale editada en DVD y Blu-Ray es Miedo súbito (1951), su sello ya empieza a marcar distancias tomando como punto de referencia el jazz e insertando sonidos duros y sensuales, El hombre del brazo de oro (1955) sería su mejor banda sonora de esos principios.
Pero a Bernstein le seguían dando sobre todo películas menores, le faltaba una película lo suficientemente famosa para que su nombre no acabara cayendo en el olvido, en 1956 lo consigue gracias a Cecil B. DeMille y Los diez mandamientos ya que tuvo que sustituir a su habitual músico Victor Young por enfermedad y acabó contratándolo, el músico nunca olvidaría tal confianza:
"Era más que un director, era una institución, un monumento. Era un hombre en completo control de todos los aspectos de su película. Sabía lo que quería, su visión era clara, era grandiosa, estaba dispuesto a correr riesgos. . ..Era un hombre con un concepto excelente, con una autoridad excelente, era un hombre que creía en sí mismo como ningún otro director con el que haya trabajado."
De Mille supervisó mucho su música, le ordenó que para acompañar el gran éxodo de los esclavos fuera de Egipto las notas fueran alegres y optimistas en vez del estilo serio con el que en un principio había pensado Bernstein
Quedó tan satisfecho que lo volvió a llamar para Los bucaneros (1958), aunque en este caso fue el director quien enfermó. El éxito de estas le lleva a trabajar en grandes películas como Chantaje en Broadway (1957) o: Como un torrente (1958)
1960 supone un punto de inflexión en su carrera con la composición de Los siete magníficos siguiendo el referente del folklore americano de Copland. Esta partitura supuso que se abandonase "el sonido ucraniano de Tiomkin que había imperado en la década anterior" según dijo el músico. La pieza resulta vitalista, dinámica, pegadiza, a partir de ahí es difícil escuchar algo de él que no quede enseguida en la memoria. Por desgracia, quizá en el recuerdo han quedado solo estas composiciones, marginando las otras brillantes que también fue ofreciendo prácticamente hasta su muerte.
De ese mismo año es Perdidos en la gran ciudad, otra de sus colaboraciones con Robert Mulligan, partitura bellísima y donde el músico podía desarrollar con total libertad su estilo jazzístico primero, Verano y humo (1961)de Peter Glenville fue otra de sus grandes creaciones, música que no solo describía el lugar sino que se adentraba en el interior de los personajes.
Llegamos a 1962 donde crea la que para muchos es su obra maestra, Matar a un ruiseñor y la predilecta de él, excelente reflejo del mundo infantil, la música nos adentraba en la América profunda de la gran Depresión. Aquel fue un gran año para él, compone otros éxitos como La gata negra en la que vuelve al jazz y gracias a unos inolvidables títulos de crédito iniciales diseñados por Saul Bass la convierten en todo un icono, El hombre de Alcatraz con esas notas que expresan perfectamente el deseo de libertad y Una muchacha llamada Tamiko, otra de sus colaboraciones con John Sturges, aquí con una partitura muy romántica y bella
Un año más tarde sus notas vuelven a dar otro tema inolvidable, el de La gran evasión y su marcha, lástima que la popularidad de este olvide el resto de la banda sonora, a destacar las notas de la persecución a McQueen.
En medio de otras que me veo obligado a dejarlas en el olvido injustamente, seguía con los westerns: Los comancheros, Hud, Los cuatro hijos de Katie Elder, La batalla de las colinas del whisky…
La Academia de Hollywood le dio finalmente el Oscar en 1967 por Millie una chica moderna.
Más de uno empezó a ver un cierto estancamiento en sus composiciones, no obstante los productores le pedían que siguiera con su estilo propio en los westerns y ese toque tan genuino suyo: Valor de ley, El gran Jake, La soga de la horca. Tan amigo se hizo de John Wayne que le siguió en sus películas durante 15 años desde Los comancheros hasta El último pistolero.
En los 80 empezó a trabajar en comedias populares como las de John Landis que le devolvieron en parte su popularidad, aunque en algunos casos su partitura quedaba relegada por la canción principal, caso de Los Cazafantasmas, utilizó a menudo las “Ondas Martenot”, un instrumento electrónico inventado en Francia en 1928. Entre estas comedias, Fred Zinnemann le llamó para su última película Cinco días, un verano (1982) en la que también lo utilizó. La Disney confió en él para la música de Tarón y el caldero mágico, el fracaso del filme olvidó por completo su notable música y la Disney eliminó la partitura que había compuesto para Natty Gann sustituyéndolo por James Horner.
A finales de los 80 compone la de Los timadores que se hace muy popular y consigue de nuevo ser pegadizo, su gran música parece de nuevo resurgir con El prado, aunque en el 92 ha de aguantar que Robert Redford también sustituya su composición de El río de la vida por la de Mark Isham. Pero en 1993, Martin Scorsese le da la película con la que consigue crear una composición maestra La edad de la inocencia. Los que habían renegado de él tuvieron que rectificar.
Bernstein seguiría hasta su muerte, Coppola le llamó para Legítma defensa, su última fue Far from Heaven, Scorsese le volvió a llamar para Gangs of New York, pero no le convenció esta vez y rechazó la partitura por otra menor de Howard Shore, lo que le había dado en el 93, esta vez se lo quitó.
Esperemos que el cine actual vuelva a apostar por las bandas sonoras de calidad y que el nombre de Elmer Bernstein sea recordado y sirva de ejemplo para futuros músicos.