26/09/2024

La noche de Varennes (1982)

 


Seguimos con los centenarios esta semana, esta vez toca el de Marcello Vincenzo Domenico Mastroianni más conocido como Marcello Mastroianni que nacía un 28 de septiembre de 1924 en Fontana Liri (Italia) y que falleció el 19 de diciembre de 1996. Trabajó bajó las órdenes de los grandes: Visconti (Noches blancas), Fellini (La dolce vita, 8 y medio…), De Sica (Matrimonio a la italiana, Ayer, hoy y mañana), Antonioni: (La noche)... Y otros nombres que han ido cayendo en el olvido en las últimas décadas, tales como Monicelli, Risi, Comencini, Blassetti, Germi, etc. Entre ellos está el de Ettore Scola y que formó otro gran dúo con el actor, películas como Una jornada particular, Macarrones, Splendor

En 1981 rodó La noche de Varennes, un curioso filme histórico en el que un viaje en diligencia desde París a Verdún de un variopinto grupo el 20 de junio de 1791 servía como medio para recordar las circunstancias históricas que rodearon la frustrada fuga de Luis XVI y María Antonieta. Entre ese abanico de personajes teníamos al escritor y liberalista Restif de la Bretonne (Jean Louis Barrault), el ensayista político Tom Payne (Harvey Keitel), una aristócrata (Hanna Schygulla), un estudiante (Pierre Malet)… A ellos se añadía Giacomo Casanova, papel del que dijo el director que solo podía haber hecho Marcello Mastroianni y que creo que es de sus mejores caracterizaciones.


Más de uno al leer la sinopsis le habrá venido a la cabeza La diligencia de John Ford que a la vez ya saben que venía inspirada por el cuento Bola de sebo de Guy de Maupassant, a Scola se lo recordaron bastante y él contestaba que aunque no fue el modelo, sí que estaba en el inconsciente y añadía un irónico: “¿Quién no la tiene?”. El guionista Sergi Amidei que había trabajado con Roberto Rossellini o De Sica firmó su obra póstuma, si se fijan en los créditos verán que está dedicada a él ya que falleció en pleno rodaje.

Recuerdo cuando en la EGB tocaba el tema de la Revolución Francesa y la profesora recomendó este título ya que la emitirían en la 2 próximamente, pero nos dijo que narraba la fuga del rey y era entretenida,  así que me lo imaginé en plan western huyendo y sorteando todo tipo de aventuras como un John Wayne defendiéndose de los indios, cuando por fin descubrí La noche de Varennes me llevé un pequeño chasco, solo veíamos sus pies y hacia el final, el resto eran los diálogos de toda esa gente interesante.

Cuento esa anécdota porque puede costar en un principio situarse, pero el espectador que quiera saber de historia no va a quedar decepcionado, todo lo contrario, asistirá a toda una lección y lo que es más importante, a reflexionar sobre esta. Si Scola nos había mostrado en Una jornada particular que la Historia afectaba a un individuo, aquí el individuo incide en esta y es que fue el mismo pueblo quien detuvo a Luis XVI. Aparte, el guion y la plasmación del director era desde cierta distancia, él hablaba de que estaba al lado de todos: “Ellos hablan de ideales como de un modo de sentirse en paz consigo mismos, de sentirse seguros. Lo que cuenta, en mi opinión, es enfrentarse con uno mismo (…) y ver si se está o no en armonía con lo que sucede alrededor.”

Estando acostumbrados hoy en día a la subjetividad cuando se presenta algo y al partidismo, lo cual es peor, se agradece esta cosa tan rara en nuestros días llamada objetividad. De ahí que uno de los personajes que se lleva mayor protagonismo sea el de Restif de la Bretonne (Jean-Louis Barrault) que reconoció los méritos de la Revolución Francesa, pero que se preocupó también en conocer a sus oponentes y poder comprenderlos.

Pero es obvio que a pesar de la genialidad en que le vemos y escuchamos, el personaje que se come a todos los demás es el de Giacomo Casanova y es que Mastroianni daba otra lección de interpretación, su personaje ya envejecido reflejaba en cada fotograma su cansancio y visión sarcástica de la vida, Scola nos lo presenta, ya desde el principio, arreglándose la peluca y ayudando al escritor para que suba en esa diligencia. Es tal la grandeza que hasta se permite romper la cuarta pared y decirnos cuándo morirá este. A tenor de esto, el director expone el film como si de un espectáculo de linterna mágica se tratara con el prólogo y el epílogo y parar de tanto en tanto para dar algunas explicaciones que no resultan nada pedantes, se concebía como un homenaje a los enciclopedistas. Con esto se reivindica el papel del cine como arte didáctico, aspecto muy olvidado en los últimos tiempos con la concepción peyorativa del cine solo como entretenimiento

Los diálogos de Casanova con el resto de los personajes tienen un tono irónico que ayudan aun más a que disfrutemos de su actuación, cuando el escritor siente necesidades fisiológicas y le exclama que maldita vejez, él le contesta con un “se nos castiga de donde más hemos pecado”, en otro momento se sorprenden que coma tanto y su respuesta es la de “sí, incluso cuando tenía otros placeres”, memorables también sus contrarréplicas al personaje del estudiante (quizá el menos tratado) cuando sentencia que el pueblo es el más tiránico de los soberanos.

En fin, que si quieren disfrutar de una gran actuación de Mastroianni para este centenario, creo que La noche de Varennes les va a satisfacer plenamente, además de poder gozar de Harvey Keitel o Hanna Schygulla entre otros. Por cierto que el actor Jean Louis Barrault, que interpreta a Restif se le apodó como el Laurence Olivier francés, no se prodigó mucho en cine, aunque lo vimos en grandes títulos como Los niños del paraíso, La ronda, Diálogo de Carmelitas o El día más largo. Para verla, se editó hace pocos años en DVD y Blu-ray por Divisa y aun está a la venta, solía estar en alguna plataforma como Filmin, pero, ahora mismo, no.

Si algún día desaparece el formato físico definitivamente, este tipo de películas correrá la misma suerte...

19/09/2024

Centenario de Lauren Bacall: El trompetista (Young Man with a Horn, 1950)

 


Un 16 de septiembre de 1924 nacía en El Bronx (Nueva York) la mítica actriz Lauren Bacall, su imagen se asocia más en el recuerdo al cine negro y especialmente por formar pareja con Humphrey Bogart, títulos míticos como Tener y no tener (1944), El sueño eterno (1946), Cayo Largo (1948)…Pero en este blog, como suele pasar cuando hablo de centenarios, me decanto por otros no tan conocidos, en este caso hablaré de Young Man with a Horn (1950), aquí titulada como El trompetista, un biopic sobre el músico Bix Beiderbecke (1903-1931) interpretado por Kirk Douglas y en la que también compartía protagonismo con Doris Day.

De entrada, es lógico que el nombre de este trompetista no les suene a la mayoría, murió a los 28 años y su vida fue bastante autodestructiva, la escritora Dorothy Baker quiso recordarlo en 1938 publicando la novela en la que este tomaba el nombre de Rick Martin y que fue considerada como la primera sobre el jazz. El material fue reelaborado por los guionistas Carl Foreman y Edward H. North, el primero ya tenía experiencia en escribir un papel que explotara las habilidades de un joven Kirk Douglas en El ídolo de barro (1949). Fue producida por la Warner y esta encargó a Michael Curtiz la dirección.

Pero El trompetista, que es como se llamó en España, no se estrenó aquí en los cines, la primera vez que se vio fue en un pase de TVE un 10-12-1977, se desveló que el papel que encarnaba Lauren Bacall tenía una carga lesbiana que la actriz ni tan siquiera notó, ella declaró años más tarde que las referencias eran muy sutiles y a ello añadía que en aquellos tiempos se confesaba ingenua y que no había comprendido hasta mucho más tarde al personaje. La productora no quiso tampoco hacer hincapié en el tema, además de optar por un final optimista, aunque no exento de dramatismo.


Douglas fue doblado por Harry James de quien hablamos no hace mucho por su interpretación en Escuela de sirenas, a pesar del edulcoramiento impuesto, transmite sabiamente el tormento de su vida, por otra parte se debate entre las dos mujeres de su vida, una acertada contraposición entre el carácter frío y distante de la Bacall y el de Doris Day que supone todo lo contrario.

La aparición de la Bacall es espléndida, digna de sus mejores películas, aparece reflejada de repente en un espejo, mantiene un diálogo extraño con Douglas que acertadamente le contesta con un “no entiendo nada, pero me encanta tu voz”, nos adentramos en su dificultosa personalidad, que no ha sabido encontrarse a ella misma y que es incapaz de amar porque para eso hay que respetarse y no lo ha hecho ni consigo misma... Curtiz la enfoca como si de una "femme fatale" del cine negro se tratara,  algunos critican que por la condición sexual antes mencionada se le dan todos estos estereotipos negativos, pero no deja de ser cine y por aquel entonces no era fácil mostrarlo ni querer hablar de ello (cuesta creer que la Bacall lo ignorase...), hay ahí toda una lección de interpretación y pocas actrices con una personalidad como ella se meterían en la piel de una perdedora, magnífica la escena en la que bailan juntos por primera vez, pero él está más por ver cómo está tocando el trompetista de la orquesta. Esas miradas lo decían todo...

Pero no hay que dejarse llevar solo por esto, El trompetista es una notable película, creo que Curtiz en parte pudo corregir el error de cuando rodó la biografía de Cole Porter en Noche y día y haber cedido demasiado a las presiones también de la Warner de no mostrar el entonces "lado oculto" del músico, aunque ahí nos mostraba un rostro casi tenebroso de Cary Grant al final que ya lo decía todo y que poco tenía que ver con el “happy end” impuesto. Si bien en Noche y día la película pasaba más por un musical, aquí hay más dinamismo de géneros: Doris Day se encarga de cantar varias canciones, no hay coreografías, pero sí que aprovecha todos estos momentos para mostrarnos una habilidad del trompetista, ya la primera escena, cuando ella muestra su malestar por los arreglos, y ganas también de querer robarle el protagonismo, servirá de base para los momentos finales en un perfecto guion.

Por otra parte, la música está perfectamente utilizada, ni sobra ni falta en todo el metraje, ayuda mucho a que penetremos en el interior de él, por otra parte Curtiz logra desde el primer minuto que nos interese esta biografía aunque poco conozcamos a este músico. Se sirve de recursos como cuando su amigo “Smoke” (Hoagy Carmichael) rompe la cuarta pared no más empezar, luego cuando recrea la infancia de este, el niño que lo interpreta lo hace magníficamente, hay muchos movimientos de cámara, pero que no tienen la pretenciosidad del cine actual donde parece que haya que justificar en todo momento ir haciendo piruetas con esta. Emotivo resulta el primer contacto con esa orquesta y con el trompetista Art Hazzard, igualmente se utiliza otro recurso cuando va a la tienda a comprar una trompeta que recuerda en parte al del trombón de Glenn Miller en Música y lágrimas. La fotografía de Ted D. McCord impresiona con todas esas tonalidades de negros y esos rascacielos neoyorquinos tan bellos como tenebrosos, el director optó por rodar algunas escenas en exteriores, algo que resultaba novedoso entonces y más en un film con estas características que tiene, aunque no lo sea, aires de cine negro.

Creo que El trompetista es una buena oportunidad de descubrir una gran película y disfrutar de su música jazzística, además de rendir homenaje a la mítica Lauren Bacall que como decía al principio se la recuerda más por esos papeles de cine negro, pero que tampoco tendríamos que olvidar sus dotes para la comedia, aquí hablé de Cómo casarse con un millonario y les recomendaría que vieran también Mi desconfiada esposa de Vincente Minnelli. En fin, pueden encontrarla en alguna plataforma como la de Movistar, la TCM la emite varias veces y en DVD salió en una buena copia. También sirva de homenaje a Michael Curtiz cuya filmografía suele estar  subvalorada a partir de esta década, pero que fue otro de los grandes que no dejaba indiferente en ninguna realización.

 

12/09/2024

James Earl Jones en Barcelona: La gran esperanza blanca (1970)



Mientras preparaba la entrada de esta semana, me enteré de la muerte de James Earl Jones, "ha muerto la voz" exclamó más de uno especialmente en las redes que se inundaron con más comentarios que con las desapariciones recientes de Gena Rowlands o incluso de Alain Delon. Todo era porque fue la voz  de Darth Vader de la saga de La guerra de las galaxias o la de Mufasa del Rey León, pero aquí teníamos al recordado Constantino Romero y por aquel entonces tampoco, aunque ahora muchos digan lo contrario, veíamos tanta versión original. Sin embargo al actor lo recordamos bastante por papeles icónicos como el malvado Thulsa Doom de Conan, el bárbaro o en el otro extremo, el divertido rey de El príncipe de Zamunda.


Pero el actor era mucho más que todos esos papeles secundarios, incluso en sus comienzos tuvo hasta una nominación al Oscar y varios reconocimientos por una pieza teatral estrenada en Broadway en 1969 y escrita por Howard Sackler llamada irónicamente La gran esperanza blanca en la que se puso en la piel del boxeador estadounidense de raza negra Jack Johnson (Jack Jefferson en la obra). El éxito de esta propició que la FOX echase el ojo y le encargara a Martin Ritt la dirección al año siguiente, el cual  no quiso grandes estrellas comerciales y optó por apostar por los actores que llevaban nada menos que 546 representaciones, ahí estaban además de Jones, Jane Alexander, Lou Gilbert, R.C Amstrong, Robert Webber...

La interpretación de Jones, que era hijo de un boxeador, no pasó desapercibida por la Academia, aunque aquel año la estatuilla se la llevó (no la recogió) George C. Scott por Patton, el argumento le servía a Ritt también para denunciar el racismo a través de la historia del primer púgil negro campeón mundial de los pesos pesados, pero que acabaría siendo detenido bajo la acusación de mestizaje, siendo procesado y condenado a tres años de prisión; huiría de esta y marcharía hasta Europa con su pareja.

El propio Sackler escribió el guion y se filmó gran parte en Barcelona, curiosamente no se la suele mencionar demasiado cuando se repasan las películas rodadas en la Ciudad Condal. Pero más de un barcelonés recordará ese invierno de 1970, en la prensa de la época aparecían anuncios de que se necesitaban extras a razón de 650 pesetas diarias, se dice que llegaron a contratar a 7000, se resaltaba que tenían que tener rasgos franceses y alemanes (uno de ellos fue Xabier Elorriaga…), en otros personas de raza negra, mestizos, mulatos, de aspecto mexicano y cubano.

A pesar de que Barcelona no contaba con grandes platós, la habilidad del director artístico John de Cuir, que conocía la ciudad ya que había trabajado con Bronston en El fabuloso mundo del circo, convirtió el Estadio Olímpico de Montjuic en el escenario de la Habana donde se rueda el combate final, la estación de Francia pasó a ser la de Budapest, el parque de la "Ciutadella" pasó a ser el zoológico "Gischer Garten" de Berlín, aunque al rodar en invierno se necesitaron 400.000 hojas artificiales, la sala oval del MNAC pasó a ser el "Vélodrome d’Hiver" de París…

Estrenada el 26 de noviembre de 1971 no fue un gran éxito de taquilla, aunque sus números tampoco fueron desdeñables: 580.022 espectadores. La crítica se mostró dividida y a Ritt eso le pasaba a menudo, su filmografía llena de títulos interesantes y loables ha quedado algo solapada por la de otros colegas de su misma generación de la televisión. Este no es de sus mejores trabajos, cuando vi la película hace unos años, la encontré falta de ritmo, los diálogos no tenían esa agilidad que requiere un film de estas características en el lenguaje cinematográfico, se notaba que se quería respetar demasiado el origen teatral, pero James Earl Jones estaba inmenso, suplía esas carencias y por otra parte, era bien curioso ver esa Barcelona disfrazada.

Emitida pocas veces en televisión, tampoco se editó en DVD en su día y en plataformas tampoco me consta que esté, sí está en YouTube en su versión original, aviso que sin subtítulos y en una copia mala. Ya que la muerte de Jones ha consternado tanto, especialmente entre los fans de Star Wars, nada mejor que valorar todo su trabajo y más este en el que fue el verdadero protagonista.

 

05/09/2024

Cuando llegue septiembre (Come September, 1964)




Tras unas semanas de obituarios, vuelvo a seguir el calendario y  no está de más recordar Cuando llegue septiembre (Come September, 1964), aunque esta se desarrolla plenamente en el mes de julio... Hubo un tiempo, hace ya tres décadas cuando no nos podíamos ni imaginar qué era una plataforma, que en TVE nos programaban los domingos, especialmente, películas de los 50 y 60 y entre ellas abundaban las protagonizadas por Rock Hudson (la razón era que tenían los derechos de gran parte de la Universal). Lideraban la audiencia de aquellas tardes con picos del inimaginable hoy en día 30% de share. Parte de mi generación descubrió y se aficionó también a verlas, de ahí que tenga también un cierto cariño añadido a estas.

Una de las que más se emitió era la que comento, se trataba de una comedia dirigida por Robert Mulligan, perteneciente a la "generación de la televisión" formada entre otros por Delbert Mann, Martin Ritt, John Frankenheimer, Sidney Lumet, Arthur Penn… De algunos he hablado en artículos anteriores, el caso de Mulligan era algo peculiar porque prometía mucho y acabó siendo valorado como irregular, aunque a ello se suma quizá cierta subvaloración. Su primera película El precio del éxito (1957) apuntaba maneras, vino luego la comedia dramática Perdidos en la gran ciudad (1960) y repetiría con Curtis en El gran impostor (1961), en medio de estas la de hoy. Después vendría su gran título Matar a un ruiseñor (1962), sin embargo no consiguió luego el mismo nivel, algo que le perjudicó ya que se despreciaban películas notables tales como La última tentativa (1965). Vendría después una etapa de recuperación con filmes que han acabado siendo de culto como Verano del 42 (1971) o El otro (1972).

A Mulligan se le achacó que no se movía bien en la comedia, aquí partía de un guion que contaba entre otros con Stanley Shapiro y Maurice Richlin que habían escrito comedias de la Universal para Rock Hudson tales como Confidencias de medianoche (1959) o Pijama para dos (1963), la historia corría a cargo de Stanley Roberts que acabó escribiendo muchas series como Bonanza o Banaceck, otro nombre que figura es el de Robert Russell que participó en comedias clásicas como El amor llamó dos veces (1943) o la que fue la despedida de Cary Grant en Apartamento para tres (1966).

En el reparto, además del ya mencionado Hudson, destacaba una Gina Lollobrigida en sus intentos de incorporarse al "Star System" hollywoodiense, repetiría años después con el propio Hudson en Habitación para dos (1965). Teníamos también los ya míticos nombres para aquellas generaciones de Sandra Dee (otros la conocemos más por aquel número de Grease donde se la parodiaba) y el de Bobby Darin, cantante y actor muy popular en su momento y que había contraído matrimonio con ella en 1960, su relación duró 7 años. Murió prematuramente a causa de problemas cardiacos en 1973.

Que Mulligan no se moviera bien en la comedia era algo discutible, pero en cambio sabía dirigir bien a los actores, aquí Gina Lollo está realmente espléndida y nos olvidamos de aquella inexpresividad o  más bien frialdad que caracterizaba sus papeles en Hollywood, le da la graciosidad adecuada a su personaje y se muestra muy natural a la vez, no en vano es un personaje italiano, pero también había que saber actuar para que se notara eso y el gusto que deja es el de que era algo más que una cara bonita. Hudson también cumple, más de una vez se le ha reprochado que estaba a años luz de un Cary Grant, evidentemente era exigirle demasiado, pero, sin embargo, uno lo ve aquí, al igual que en las que actuó con Doris Day, y sabe sacarle también a su rol toda esa chispa necesaria para que una comedia funcione.



Cuando llegue septiembre tenía también ese lado de comedia turística con muchos pasajes de ensueño que a primera vista pueden dar la sensación de película alimenticia. Billy Wilder ya nos mostraría una década más tarde que se podían conjugar bien estos rasgos y ser más trascendente. Por cierto, que algo nos recuerda a Avanti esta, aquí se nos narra como Robert Talbot (Rock Hudson) un adinerado neoyorkino viaja cada septiembre a la mansión que tiene en propiedad en Roma, pero esta vez lo hará en julio.Su amante, Lisa Fellini (Gina Lollobrigida) se iba a casar con un inglés llamado Spencer… y a su mayordomo, Maurice (Walter Slezak), lo tomará in fraganti usando su villa como un hotel.

Como ven, estamos ante una farsa sexual con más de un mensaje implícito envuelto en forma de comedia divertida e inofensiva, tenemos por una parte la parodia del americano de clase alta que presume de ser superior a todos, breves pinceladas lo van colocando en su sitio, tampoco convenía hacer un ejercicio de introspección y arrepentimiento... Interesante, aunque poco dibujado, es el personaje del inglés pretendiente que le suelta a Gina lo complicado que resulta decir que se casa con una extranjera, en una buena contestación ("zasca" como ahora dicen en los medios) ella suelta que en Italia el extranjero sería él.

La realización de Mulligan es más bien funcional, cumple sin que tampoco nos maraville con planos imposibles, era más bien un producto alimenticio, recurre también a partir la pantalla en dos para mostrarnos las llamadas telefónicas, algo que puede chirriar a más de uno. Creo que la película gana con la aparición de los jóvenes que ya se habían encontrado con Hudson al comienzo e intercambiaban sus burlas hacia sus coches. La ingenuidad, tan inocente como aceptable entonces, con el paso del tiempo lo más seguro es que le reste valor al conjunto, choca ver a Sandra Dee rápidamente haciendo de psicoanalista de Hudson ya que el mayordomo le había dicho que estaba loco y se hacía pasar como el verdadero dueño al principio. Precisamente, este personaje es de los mejores del film, interpretado por Walter Slezak ofrece un contrapunto, aunque más en la primera parte, a las extravagancias de los demás y permite la reflexión en un guion que, a pesar de los nombres mencionados, tampoco pretendía acabar en un clásico.

La “guerra” entre los chicos comandados por Bobby Darin contra Hudson constituye un giro cada vez más evidente hacia el "slapstick". Aunque los guionistas reparten para todos, se decantan más por la madurez que no hacia la juventud, por cierto que con esta película algunos empezamos a escuchar ese término de “lemmings” que es tal y como se califica Darin y que mi generación conoció a través de un juego de ordenador de los 90, el cual traumatizaba con aquello de que eran seres destructivos que se mataban en masa. En la actualidad apenas ya se utiliza, modas de antaño...

El desenfado palpable desde el inicio se va desarrollando más: muchas escenas con las vespas, bailes, tono vodevilesco y una media hora final con una buena mezcla entre lo que era  la comedia italiana de los 50 y parte de los 60 con la comedia de oro hollywoodiense, alguna frase ingeniosa vamos encontrando como que el hombre es tan estúpido que es capaz de construir el Empire State como para acabar tirándose. En fin, creo que ya que estamos inmersos en el dichoso septiembre y más de uno estará melancólico o todo lo contrario, sonriamos con una buena comedia que hará más llevadero el temido mes. Pongan atención en los secundarios y verán a Joel Grey, el maestro de ceremonias de Cabaret

28/08/2024

Gena Rowlands in memoriam: Otra Mujer (Another Woman,1988)

 


Gena Rowlands (Fuente: Wikipedia)

A mediados de agosto fallecía Gena Rowlands y muchos medios pusieron en sus titulares: “Fallece la actriz de El diario de Noa (2004)”, más de uno se llevó las manos a la cabeza tras obviar toda una carrera que empezó en los 50. Pero suele ser ya una constante, cuando alguien del cine muere, referirse únicamente a sus últimos trabajos y si es en plataformas y series “mejor”, pasó recientemente con Donald Sutherland…En todo caso, no deja de ser un reflejo más de que la concepción del cine como arte no pasa por el mejor momento y cada vez se olvida más su historia que empezó en 1895.

Repasar la trayectoria de Rowlands ayuda a rescatar de esa memoria perdida nombres como el de Joshua Logan, el director de Picnic (1955) fue quien la descubrió mientras actuaba en una obra televisiva de Reginald Rose y la contrató para que actuara junto a Edward G.Robinson en una producción de Broadway llamada The Middle of the Nigth de Paddy Chayefsky, tras 18 meses en cartel la llevaron a Hollywood y debutó en el cine con José Ferrer dirigiéndola en The High Cost of Loving (1958).

Su etapa con John Cassavetes es la más famosa, él la conoció de muy joven y se casaron rápidamente, con títulos míticos como Faces (1968) o Una mujer bajo la influencia (1974) se consagró, aunque no era el prototipo de cine más comercial ni tampoco el de una estrella "glamurosa" siguiendo el esquema hollywoodiense, fueron películas que se avanzaron mucho a su tiempo, combinaba esa imagen de actriz del entonces llamado “cine de arte y ensayo” con mucha televisión. La enfermedad de su marido y el inevitable paso del tiempo menguaron sus papeles de protagonista, poco antes de morir él en 1989 le llegó uno de los mejores y que paradójicamente no suele estar tampoco en las evocaciones cinéfilas.

Me estoy refiriendo a Otra mujer (Another Woman) de Woody Allen de 1988, el director salía de una etapa de gran creatividad con La rosa púrpura de El Cairo (1985), Hannah y sus hermanas (1986) y Días de radio (1987), pero quiso probar de nuevo con el cine más serio y que sus temas se plasmaran bajo otro formato, la operación no le había salido bien anteriormente cuando rodó Interiores (1978) después de Annie Hall (1977). Así pues vino September (1988) que constituyó un fracaso comercial y dividió a la crítica que encontraba demasiadas similitudes con Chejov, al año siguiente esta Another Woman tendría como principal influencia a su admirado Ingmar Bergman y pretendía construir un híbrido entre Persona (1966) y Fresas Salvajes (1957). 


Para que se notara aun más de dónde procedía la idea, contrató a Sven Nykvist fotógrafo habitual del director sueco y a pesar del fracaso anterior consiguió, aparte de Rowlands, contratar a Gene Hackman cuya participación resulta incluso sorprendente y más siendo un papel secundario, aunque importante. La actriz tenía un gran recuerdo de la película: “Disfruté mucho trabajando con Woody Allen. Me impresionó su seriedad y dedicación a su impulsiva expresión artística. Fue desafiante y vigorizante trabajar con Woody

La actriz daba vida a Marion Post, una brillante profesora de Filosofía, la cual había solicitado una excedencia para escribir un libro. Un día descubre que, desde el estudio en el que se ha instalado para trabajar, puede escuchar las sesiones de psicoanálisis de una consulta contigua. Las confesiones de una de las pacientes (interpretada por una Mia Farrow embarazada entonces) la llevan a analizar en profundidad su propia vida, que, a partir de entonces, le parecerá vacía y engañosa.

Rowlands definía su personaje como misterioso, señalaba que era de esas mujeres que pensaban que se podía controlar y desarrollar intelectualmente la vida emocional, librándose así de tener que experimentar auténticos sentimientos y reacciones: “Ella cree que si lees a los grandes autores, escuchas a los grandes compositores y te saturas de ocupaciones intelectuales puedes evadir el dolor y falta de orden que son las consecuencias de rendirte ante tu vida emocional y vivir tu vida a un nivel emocional

En realidad detrás de todo esto había todo un psicoanálisis del propio Woody Allen donde siempre en su cine ha habido esta confrontación del arte como evasión enfrente de la vida real, el problema en Otra mujer es que ya no reíamos y todo resultaba demasiado amargo y pesimista, hay incluso un toque poético hacia el final y una reflexión tan bella como escalofriante de la vida y los recuerdos. En el desarrollo del film se detecta una ironía como en sus grandes comedias, pero esta es tímida y se nota la intención de que tampoco salieran demasiadas frases sarcásticas como era la costumbre. Seguramente que Allen borraría muchas partes y más las que tuvieran esas connotaciones cómicas con el afán de querer ser considerado como un autor serio y que no se le encasillara, tarea por otra parte imposible a pesar de renunciar a salir como actor.

Pero hay detalles que no dejan de tener su gracia escondida como es poder escuchar todas esas conversaciones privadas a través de la salida del aire acondicionado, por cierto una idea que luego la veríamos en Todos dicen I Love You (1997) donde Allen escuchaba a Julia Roberts, también esas ganas de querer saber de la intimidad de los vecinos tendrían otra plasmación cómica genial en Misterioso asesinato en Manhattan (1993).

Otra mujer creo que es una película que gana con el tiempo a pesar de sus irregularidades y más cuando se quiere disfrutar de una actriz como Gena Rowlands, con permiso de sus actuaciones con Cassavetes, esta es de sus mejores, lo dice todo con sus miradas y gestos, sabe expresar sus sentimientos y empatizar a la vez con el espectador. La combinación entre este excelente director de actrices, como es Woody Allen, con el método de ella de saber contener todas sus emociones, sin resultar una sobreactuación, dan a la película un atractivo que no suele ocurrir en la mayoría de casos donde una de las partes acaba desbordándose.

Quizá esa manía por parte de Allen de querer ser Bergman da algún que otro corte en el ritmo de la narración, especialmente cuando ella comienza a contemplar su pasado como si de una obra de teatro experimental se tratara. Mejor, en cambio, se encuentra en sus ambientes habituales como esos bares nocturnos, la inevitable lluvia en Central Park, las fiestas de la alta sociedad y todo ello con ese tono otoñal tan típico y por otra parte tan magistralmente fotografiado en la mayoría de sus películas.

A Allen no le gustó la película, aunque los que lo conocemos ya sabemos que eso pasa con la mayoría, en su excelente autobiografía A própósito de nada narra que “a igual que Sísifo, me dispuse a empujar colina arriba la roca del drama serio y la satisfacción residió en intentarlo. Por desgracia, la roca no paraba de retroceder, y terminó aplastando no solo a mí, sino también a mis inversores…” Por suerte, el director siguió con su lucidez y a pesar de estos “pinchazos” (valgan todas las comillas), preparaba la que sería su mejor combinación de drama y comedia, tragedia y humor en Delitos y faltas (1989) estrenada al año siguiente y sin necesidad de tener que recurrir a la estética bergmaniana.

Vean Otra mujer, aunque puede que la historia les resulte muy hermética y no sea el prototipo de film para divertirse, pero disfrutarán de esta gran actriz como era y seguirá siendo Gena Rowlands y a interesarse y saber apreciar toda su carrera siempre que los que escribimos sobre cine sepamos transmitirlo y así los recuerdos siempre se tengan.

21/08/2024

Alain Delon "in memoriam": El último homicidio (1965)

 


La reciente muerte de Alain Delon vuelve a dejar al descubierto, por desgracia, el escaso conocimiento y respeto hacia el cine europeo clásico, algún que otro medio se dedicó a hablar más sobre sus sombras que de su filmografía con directores como Visconti, Melville, Antonioni o Clement. Es obvio que en un personaje controvertido como él se hable de todo, pero antes, por favor, hablen de su carrera con rigor y no con cortes y pegas en redes o sacando declaraciones de las que tampoco sabemos si estaba de acuerdo con el paso del tiempo. 

En este blog cuando muere alguna celebridad la suelo recordar con alguna película no tan conocida o incluso poco valorada, estaba con mi borrador sobre Gena Rowlands el domingo cuando salió la triste noticia de su fallecimiento, lo aparqué y me puse a repasar las películas de Delon y cuál encajaría mejor en estas líneas, podía haber hablado de Por la piel de un policía (1981) donde se puso detrás de las cámaras, de El zorro (1975), hace unos pocos meses precisamente comentaba sobre El tulipán negro (1964), de la curiosa Sol rojo (1971) o de la peculiar e interesantísima Adiós amigo( 1968)…Pero al final me decidí por El ultimo homicidio (Once a Thief) de 1965.

A mediados de los 60, y con apenas 30 años, el actor ya era todo un icono y no solo por su belleza de la que se llegó a decir que probablemente era el hombre más guapo del mundo, algo que, por otra parte, odiaba. Hollywood empezó a fijarse y él en 1964 participó en una película olvidada británica de Anthony Asquith y que reunía a un montón de estrellas en pequeños papeles, se trataba de El Rolls-Royce amarillo y estaba concebida como un homenaje a la Metro, los estudios del león decidieron contratar al actor para que empezara a hacer carrera en los EEUU, se habló de La noche de la iguana, pero el actor tenía problemas, como él mismo reconoció, con el acento. Así pues costaba encontrar un papel adecuado a su perfil.

Ralph Nelson, un director que se movía en todos los géneros adecuadamente decidió llevar a la pantalla una novela del escritor estadounidense Zerial Marko (Delon había interpretado ya una de él en Gran jugada en la Costa Azul (1963)), los periodos de cambios en los grandes estudios aquí tenían un buen ejemplo ya que era un intento de renovar el cine negro y seguir más la línea del polar francés. La Metro accedió y el propio Nelson también financió la película. Además de Delon, teníamos a Ann Magrett como su mujer, Jack Palance como el hermano malo o Van Heflin de policía duro que busca la venganza, pero que a la vez resulta bondadoso, en el reparto.


El actor encarnaba a un joven delincuente llamado Eddie de origen italiano que quería rehacer su vida y olvidarse del pasado, pero una serie de problemas y verse comprometido en un asesinato lo hacían imposible. Era un relato duro y pesimista, una historia que probablemente apenas contaría con el favor del gran público y así pasó, a pesar de algún que otro premio importante como el otorgado a su director en el Festival de San Sebastián, su estreno pasó más bien inadvertido e incluso hoy en día no se suele citar cuando se habla del actor, casi incluso se podría hablar de una película maldita.

Delon ofrecía una gran actuación, se le ha acusado varias veces de ser demasiado narcisista, aquí se jugaba también mucho con su físico, muchos planos en la cama con primerísimos planos, pecho descubierto, espalda reflejada en un espejo, “recuerdo bien sus ojos” remarca Heflin cuando cuenta un suceso pasado relacionado con él y es que su mirada reflejaba perfectamente la de un perdedor que se rebelaba contra su propio destino marcado. Una de las mejores secuencias es cuando va a la oficina del paro porque le ponen problemas para cobrar el subsidio, ahí lo vemos con traje y establece ahí un diálogo que sirve para denunciar la burocracia y aportar un toque social que no solía abundar mucho en los guiones. Aparecen temas secundarios como la denuncia de ciertos excesos policiales del momento o la inmigración.

El actor salía victorioso en todos sus registros, desde el plano familiar con su hija hasta cuando ha de enfrentarse a su hermano, pasando por los encuentros con el policía o ese duelo con el más malo de la banda llamado Sargatanas que casi parecía sacado de una película de James Bond y encarnado por John Davis Chandler. Por otra parte, no toda estrella hubiese aceptado un papel como este y más en una película prácticamente oscura en sus 100 minutos y con un final que no desvelo, pero que se intuye... Es cierto que entre algún que otro defecto está el personaje de Ann Magret, parece que impuesta por los estudios y que ofrece unos registros histéricos algo excesivos, la falta de química entre los dos se va solapando a medida que la acción va “in crescendo”.

Cuando uno ve El último homicidio parece estar viendo un polar francés de Melville, ya la película empieza con esa música jazzística compuesta por un primerizo Lalo Schifrin de clara influencia en títulos franceses como Ascensor para el cadalso (1958), por otra arte se jugaba mucho con la noche y esa luminosidad de los comercios, se contrató a Robert Burks (fotógrafo habitual de grandes Hitchcocks como La ventana indiscreta o Vértigo). Muchas veces cuando una película no llega a lo esperado se suele adjetivar con lo de fallida, pero en este caso no lo creo, la narración se sigue bien, quizá esa conjunción entre el cine negro hollywoodiense y el polar francés fueran como el agua y el aceite para el espectador más habituado al cine negro estadounidense, a menudo vemos constantes de los dos estilos como la meticulosidad en que se rueda la apertura de la caja fuerte, prácticamente en silencio, para acto seguido ofrecernos unas persecuciones y más ritmo.

El último homicidio está en plataformas, concretamente en Filmin, aunque cuesta encontrar ya que no sale con el “tag” de Alain Delon (busquen mejor con el título o por el nombre del director). La carrera hollywoodiense del actor siguió con una digna película bélica Mando perdido (1965) de Mark Robson y Texas (1966), quedaron en el tintero un western de Sam Peckimpah que no llegó a rodar llamado Ready for the tiger o rechazar el papel de Cervantes en la película de Vincent Sherman de la que también hablé en este blog. Volvería a EEUU con Scorpio (1973) o con Aeropuerto 79 (1979). Descanse en paz.

15/08/2024

El gran Houdini (1953)

 


Seguimos con el verano en el que los telediarios siguen calentando más el mercurio y en el que a todas horas vemos deportes, primero la Eurocopa, luego los JJOO de París, en los que vimos en la ceremonia de clausura a Tom Cruise realizando una acción ya nada imposible para él, pero entre todo esto se coló una sesión de "escapismo" en Barcelona que casi ha sido más comentada que todo lo anterior. Pero para no meternos en ciertos jardines, mejor hablar del maestro en este tipo de acciones que no era otro que Harry Houdini (Budapest 1874-Detroit-1926), el cual escapó de cuerdas, cadenas, camisas de fuerza, baúles o hasta de una celda…

Todas esas habilidades del mago y prestidigitador no podían quedar al margen del cine y empezaron a idearse guiones de su vida, incluso la Fox, según parece, tenía ya muy avanzado un acuerdo con Burt Lancaster como prtagonista pero al final fue Paramount la que, a raíz de un libro escrito por Harold Kellock, dio luz verde al proyecto: El gran Houdini (Houdini 1953). No se trataría de realizar una gran película, pero sí que reuniese el glamour y la calidad habitual de los estudios. Así pues, no faltaría el vestuario de Edith Head ni la dirección artística de Hal Pereira entre otros.

La producción serviría para lanzar al estrellato a un jovencísimo Tony Curtis y de paso juntarlo con Janet Leigh, la pareja trabajaría en cuatro títulos más: Coraza negra (1954), Los vikingos (1958), Vacaciones sin novia (1958) y ¿Quién era esa chica? (1960). Formaron matrimonio entre 1951 y 1962 y fruto de este nacieron las actrices Kelly y Jamie Lee Curtis.


La química entre ellos es uno de los pilares de este film dirigido por George Marshall, un nombre que a simple vista quizá no diga demasiado, pero que llegó a meterse entre cortos, películas y productos para la televisión nada menos que 187 veces desde 1916, dirigió cortos y varias de las películas más populares de Stan Laurel y Oliver Hardy, de Bob Hope o de las primeras de la pareja Lewis-Martin, destacan también westerns como Arizona (1939) o del cine negro como La Dalia azul (1946). Su nombre es también recordado por haber realizado uno de los episodios de La conquista del oeste (1962).

El gran Houdini tenía de guionista al controvertido Philip Yordan, ya sabrán que detrás de su nombre se escondían varios perseguidos por la caza de brujas y se llegó a decir que tenía en su sótano más de uno pasándole los trabajos. Él aseguraba que cómo iba a ser cierto si no sabía nada de política y que el primer periódico que leyó fue a los 50 años y no vio  la televisión hasta los 70. El guion exprimía bien toda la química de la pareja protagonista, así como la versatilidad de Tony Curtis. No se buscaba demasiada profundidad en los diálogos, pero resultaban efectivos para el gran público como cuando le envían una citación judicial a él en plena actuación y exclama que no se va a librar de la cárcel, entonces ella le contesta que antes le baje de donde está. Hay temas secundarios que sin ahondar tampoco demasiado, se entienden bien: el afecto de él hacia su madre que va apareciendo a lo largo del metraje, su perfeccionismo ya ensayando en su noche de bodas o incluso su denuncia con el tema de las sesiones espiritistas.

Producida por George Pal que había obtenido recientemente un gran éxito para la Paramount con La guerra de los mundos (1953), conjuga también un presupuesto limitado con una exquisita ambientación de estudio donde no vemos apenas exteriores. Destaca la luminosidad de los diferentes rótulos de cada local donde actúa, la partitura de Roy Webb aporta buen ritmo en todo momento. Cada una de las actuaciones es entretenida y lo más seguro es que la película acabe gustando. Eso sí, no busquen veracidad a todo lo que se cuenta, la muerte se produjo de otra manera... Curiosa también la manera que tiene de acabar la película, bastante dramática y algo abrupta... El gran Houdini hoy en día es algo complicada de ver si no tienen el DVD que salió la década pasada.

El reportero (Michelangelo Antonioni, 1975)

La figura del director Michelangelo Antonioni con el tiempo ha sufrido evoluciones que van desde quienes lo consideran todo un genio del sé...