El sueño de una noche de verano (1935)

 





Empieza el verano y para rendirle pleitesía nos vamos a Shakespeare y la adaptación cinematográfica de 1935. Fue la única película de Hollywood del legendario director de escena Max Reinhardt que declaraba que el autor de Hamlet necesitaba el cine para conseguir todo su valor ya que permitía realizar visualmente todo lo que no había hecho más que sugerir. Es fiel a la obra estrenada en 1595 en Londres, salvo en lo de acortar algún que otro diálogo.

Para prepararla fue necesario dividir la producción en tres grandes secciones: la dramática, la coreográfica y la técnica. La división coreográfica bajo la dirección de Nijinska y Tina Theilade dedicó muchas semanas a los ensayos. «El nocturno» merece especial atención, magnífico ejemplo de pantomima artística en la belleza de sus imágenes y el mensaje que encierra.


La dirección dramática comenzó con la lectura de la obra, llevada a cabo mediante los mimos métodos
que generalmente se usan en las presentaciones teatrales, pero ofreciendo una gran diferencia, que estriba en que Reinhardt supervisó la recitación de cada uno de los versos, hasta haber obtenido la entonación deseada, una clara dicción y acentuación dramática que él consideraba apropiada a cada expresión. Parece ser que estos ensayos resultaron infernales para algunos actores que ni siquiera dormían para llegar a tener lo exigido.

Viendo hoy la película, se echa en falta que no fuese en color, sé que decir esto puede molestar a más de uno. Probablemente, que una película tan pictórica sea en blanco y negro la ha llevado al olvido, de la misma manera que resultaría inimaginable ver Un americano en París de esta manera, pues así me pasa con esta. De todas maneras el blanco y negro resultante es exquisito también, aunque costó lo suyo. Según la autobiografía de Hal B. Wallis, cuando el bosque que diseñó Reinhardt no se podía iluminar de manera efectiva, Hal Mohr, que ganó el Oscar por la fotografía, aclaró los árboles, los roció con pintura de aluminio y los cubrió con telarañas y diminutas partículas de metal que reflejaban la luz.

Reinhardt al no hablar inglés, pidió a su amigo William Dieterle que le hiciera de intérprete y la codirigiera. El director de teatro se tuvo que ausentar una semana debido a una denuncia de una compañía francesa teatral que lo acusaba de incumplimiento de contrato, finalmente se resolvió el problema, por eso no hay que buscar mucho en qué parte dirigió uno y cuál otro.


La obra narra como el duque Teseo ultima los preparativos de la boda de su hija Hipólita, al tiempo que aconseja a Egeo para que dé el visto bueno al matrimonio entre su hija Hermia y Demetrio. Lo que Egeo ignora es que Hermia está enamorada de Lisandra, y que la que está loca por Demetrio es Helena. En medio de tan curiosos enredos sentimentales, pululan las hadas y los duendes del bosque como Puck, que es el encargado de mezclar pociones mágicas que sirven para enamorar a los seres humanos.

Supuso el debut cinematográfico de Olivia de Havilland que tuvo que aguantar que un error la presentara como Oliva, entre el reparto bastante curioso unos jóvenes James Cagney, Dick Powell (que no le gustó nada su interpretación y pidió que lo eliminaran), Joe E. Brown o un Mickey Rooney que se rompió la pierna en medio del rodaje y provocó más de un quebradero de cabeza para disimularlo.

Para la música, el compositor Erich Wolfgang Korngold fue elegido personalmente por Max Reinhardt . Ambos acordaron desde el principio de la producción utilizar la música incidental original escrita por Félix Mendelssohn., como banda sonora de la película. (Reinhardt había realizado una espléndida producción teatral de la obra en el Hollywood Bowl y había utilizado su música. Esa producción inspiró a Warner Bros. a hacer esta versión cinematográfica). Como la película dura dos horas, era obvio que la composición de Mendelssohn sería demasiado corta. En lugar de simplemente repetir varias pistas musicales para ajustarse a la duración final de la película, Korngold adaptó la música incidental y partes de algunas otras composiciones de Mendelssohn, las volvió a orquestar para una orquesta y un coro más grandes y compuso algunos puentes musicales cortos por sí mismo. Así creó una partitura sinfónica completa para la película basada en la música de Mendelssohn. ¡Qué tiempos aquello en los que se prestaba tanta importancia a la música en el cine!

Recomiendo verla, ya que a pesar de lo dicho sobre el color, es la que mejor nos adentra en ese mundo shakesperiano. En DVD la pueden encontrar aun en algún sitio, en plataformas no me consta que esté, por lo que guárdenla bien. Películas como esta ya las vamos conociendo pocos.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Irving Berlin, Una Blanca Navidad y 800 canciones

Un par de seductores: Cuando Caine hizo de Niven

Centenario de Henry Mancini