30/09/2022

El juego de las audiencias

 


Hoy hablaremos un poco de televisión y es que buscando en Filmin he encontrado una curiosa película dirigida por Danny DeVito que lleva por título El juego de las audiencias, aunque también se distribuyó como El magnate. No es una buena película, su débil guion escrito por los televisivos Jim Mulholland y Michael Barrie opta por un humor plano sin tampoco querer profundizar, aunque su premisa argumental da para mucho juego, aquí De Vito es Vic una persona mediocre que sueña con triunfar en la pequeña pantalla con sus malas series, pero se le exige que si no tiene más espectadores que los Mundiales se le retirará su producto. Para lograr el éxito se le ocurre un extravagante plan para alterar las audiencias…

En 1984 que es cuando se estrena directamente en la pequeña pantalla este film, en España no teníamos ni idea de cómo funcionaba todo esto, apenas teníamos dos canales, la Primera y la UHF, una incipiente TV3 en Cataluña y poco a poco iban saliendo las otras autonómicas, como ya sabrán hubo que esperar hasta 1990 para las privadas. Hablar de “share” o “prime time” sonaba a extraño. Las audiencias funcionan gracias a unos audímetros instalados aleatoriamente, nunca he visto ni conozco a nadie que los tenga, pero se deduce que existen y así cada día los productores de las tantas cadenas se desayunan con ellos y hacen y deshacen 

La película, a pesar de que es bastante superficial, es de los pocos intentos que ha habido de tratar el tema, que 1500 familias que nadie sabe quién las ha elegido representen a toda la población o que una familia equivalga a 100.000 espectadores da pie a que no sean muy creíbles los datos, de todas maneras nuestro país tan aficionado a las encuestas políticas no le debería costar mucho trabajo entenderlo, pues es algo parecido y con los mismos interrogantes. Una cosa sí parece clara, tanto la televisión como nuestros políticos son cada vez peores…

Entre las escenas más divertidas del filme encontramos que cuando ciertas familias que tienen el audímetro son invitadas a un crucero sin televisión deciden que pueden divertirse hablando entre ellas, pero el tema que sacan, después de un buen rato de silencio, es del capítulo de la entonces popular serie Dinastía.


   


 DeVito ya conocía el medio gracias a su trabajo en la serie Taxi, su papel lo sabe explotar y cuenta con un muy buen reparto, lástima que el humor negro que caracterizaría a títulos posteriores suyos como Tira a mamá del tren o La guerra de los Rose lo echemos en falta.

Y ya que hablamos de televisión, permítanme recordar que hoy vuelve José Luis Garci con Classics, aunque la TRECE nos seguirá disgustando con la manera poco respetuosa de insertar la publicidad. Veremos si lo que dicten las audiencias permiten que los viernes acudamos a su cita...


23/09/2022

"Ennio, el maestro" en el Cine Madrigal de Granada

 


Como sabe más de uno, el hecho de desplazarme a Granada me comporta dificultades para ver algunos estrenos, uno de ellos era el documental que Giuseppe Tornatore estrenó el pasado mayo sobre el compositor Ennio Morricone. Por suerte, el cine Madrigal ha brindado la oportunidad esta última semana de poder visionarlo, así que fui el pasado martes y las expectativas positivas que tenía se cumplieron.

Antes de proseguir, permítanme que les hable de este cine que hasta el pasado agosto aun proyectaba las películas en 35 milímetros, algo que mantenía desde su inauguración en 1960, ver Ennio, el maestro aquí tenía incluso un encanto especial, entre lo nostálgico y lo reivindicativo, recordar cuando la mayoría de grandes películas tenían una banda sonora que con los años perdura en nuestra mente y por otra parte, lamentar los cánones actuales de que la música ha de pasar inadvertida.




Quizá Ennio Morricone fue el músico que más se alejaría de esta nueva concepción, sus partituras tenían un gran protagonismo, aunque la mayoría de los directores la supieron acoplar perfectamente en los fotogramas, algo que por cierto no sucede en la actualidad con los sonidos mediocres que nos acompañan en más de una ocasión. El cine como séptimo arte se caracterizaba por ser la suma de todo: literatura, pintura, música...Pero parece que ahora ha de ser la resta de todos sus ingredientes, algo que lleva a su desaparición y a verlo únicamente para pasar el rato.

 Tornatore ha vuelto a abrir el baúl de la nostalgia, con el músico romano formó un buen binomio, incluso Morricone llegó a declarar que era el único director que le podía hacer salir del retiro. El documental es largo, pero no pesado, se va hacia las dos horas y media, un Morricone más cercano de lo habitual se llega a emocionar en algún momento, se intercalan opiniones de Clint Eastwood, Bruce Springsteen, Quentin Tarantino, Roland Joffé o Hans Zimmer, entre otros. Más de una curiosidad asoma como cuando no pudo componer la música de La Biblia de John Huston porque a él no le gustaba y por un contrato de exclusividad con la RCA, que Pasolini dejase de utilizar a Bach para acabar rendido a él, su concepción del ajedrez, su decepción al no conseguir el Oscar por La Misión

Al acabar el documental, uno retrocede en el tiempo y vuelve a tararear en su cabeza algún que otro tema, algo que me lleva a recordar cuando en su momento buscaba los CDs de más de una banda sonora, es verdad que ahora en YouTube podemos encontrar la mayoría dando un clic, incluso escucharlas rematadamente mal en un móvil, sin ya molestarnos mucho de si es la manera correcta. Es como cuando alguien te dice que ha visto una película de John Ford mientras iba en el AVE…La verdad es que muchos cinéfilos nos hemos vuelto muy mediocres y lo peor es que en más de una ocasión estamos como obligados en contra de nuestra voluntad. 

Cuenta el gerente del Cine Madrigal, Juan Torres-Molina, que se vio obligado a tener que apearse de los 35mm., a las distribuidoras les costaba 2000 € hacerles una copia, ahora solo 20, las cuentas no salían y más en unos años tan oscuros como estos últimos con pandemias, la moda de las plataformas de streaming, etc. El 10 de agosto pasado los espectadores fueron invitados por él a la sala de máquinas para que escuchasen por última vez el taca-taca.

La verdad es que ha valido la pena ver este Ennio, el maestro con retraso, y no había mejor cine que el Madrigal de Granada para verlo, una forma de despedirse con dignidad de ese gran músico como fue Ennio Morricone y escuchar sus bandas sonoras en una pantalla grande.

16/09/2022

Godard: In Memoriam

 



Con la muerte de Jean Luc Godard se ha vuelto a recordar estos días la "Nouvelle Vague", sus películas, sus ideas sobre el cine…Los hay que incluso han escrito en redes que sin él definitivamente el cine ha muerto, otros en cambio han relativizado su figura y han descargado iras no exentas también de razón, el séptimo arte no es una ciencia, qué difícil es en este mundillo de los cinéfilos discrepar y más los que lo tenían como el gurú, pero a la vez es positivo que podamos seguir discutiendo, señal de que aun hay algo. A Billy Wilder en el libro de Cameron Crowe le preguntan por él y no se corta, no le gusta y dice que detrás de él no se escondía más que un diletante y A Bout de Souffle (que más de uno la pronuncia con acento en la é como homenaje a Alfonso Sánchez) era su única película buena, en cambio habla bien de Truffaut o Malle, aunque remarca que aquella “Nouvelle Vague” tampoco era tan nueva porque había películas ya así, y aunque en la entrevista no lo cita, podría estar pensando bien en su ópera prima Curvas peligrosas de la que ya hablé en este blog.

Pero nos guste o no Godard, es evidente que tiene su lugar y más que visionarlo, era mejor leerlo, ahí había una persona culta, que sabía de cine y de su historia, que iba a cineclubs, que lo mismo una semana decía una cosa para al cabo de cuatro días decir la contraria, pero qué más daba, lo que se buscaba era la reflexión y que ese celuloide, aparte de entretenernos la cabeza, nos la rompiera un poco. Hace un tiempo, revisando algunos viejos “Cahiers de Cinéma” me indignaba ver cómo la tropa de la "Nouvelle Vague" valoraba ciertas películas que las tengo entre mis preferidas, sin embargo encontrar opiniones distantes me exigía que a la hora de defenderlas, tuviera que emplear más argumentos.

A Godard, por ejemplo, le encantaba el cine de Jerry Lewis, eso aun no lo han digerido algunos, veía mucho más allá de un simple cómico y reivindicaba su faceta de autor, más de una vez decía que era como un pintor elaborando un cuadro, y gracias a su defensa, Lewis empezó a ser valorado por parte de la crítica. Pero hay casos aun más notorios, la defensa de John Ford del que incluso el mismo Truffaut no hablaba bien al principio, para luego rectificar, su admiración por Fritz Lang, etc. Daba gusto ver las listas de sus películas favoritas, podría estar en desacuerdo con lo que no le gustaba, pero en las primeras, seguro que no.

Y en cuanto su cine, para nada está muerto, seguirá dando que hablar, lo cual no significa que nos tenga que agradar o no. Recuerdo que Terenci Moix decía que el cine francés era el más aburrido que había, pero bien nos divierte más de una tarde cuando empezamos a preguntarnos qué quiso decir tal director o si queremos desahogarnos atacando lo que creemos que no son más que pedanterías. Lo mismo A Bout de Souffle era, como dijo él, un documental sobre Jean Paul Belmondo y Jean Seberg y tampoco hay que darle más vueltas. Ojalá nuestros directores actuales reflexionaran sobre el séptimo arte y lo sacaran de su profunda crisis, falta hace…

 Godard ha muerto, según se ha podido saber, por suicidio asistido en Suiza donde es legal, se dice que lo pidió por agotamiento, pone la piel de gallina pensar que una persona tan culta quiera bajar de este mundo porque ya no le encuentra más. Un Godard muy pesimista iba diciendo en sus últimos tiempos que el cine no había sabido cumplir sus deberes, empecemos por volver a las salas y fomentar los coloquios, si la cinefilia sigue, el cine seguirá vivo, y podremos decir, entre otras cosas, que Godard estaba sobrevalorado o fue un genio.

09/09/2022

Centenario de Vittorio Gassman




El pasado 1 de septiembre hubiese cumplido 100 años uno de los más grandes del cine y de la escena, hablo de Vittorio Gassman (1922-2000). Pocos lo han recordado debido a la carencia de visionado de cine europeo clásico. Los dos espacios estrella de las televisiones convencionales, tanto el "Días de Cine Clásico" como el "Classics" suelen emitir cine estadounidense, atrás quedan esos años donde era habitual la programación de películas italianas, las cuales funcionaban bien en un país como el nuestro con tantas similitudes. 

Gassman tuvo una etapa en Hollywood que con el paso del tiempo ha quedado aun más extraña, su atractivo físico unido a un personaje que confeccionaba como nadie, combinación de diabólico, canalla y vividor en aquellos dramas como Ana o Arroz amargo hizo pensar a la Metro y ofrecerle un contrato del que nunca se sintió a gusto por la obsesión de querer convertirle únicamente en un "latín lover". Ello, unido a su matrimonio con Shelley Winters, le dio, no obstante, cierta popularidad que no acababa de tener ya que estaba relegado a papeles secundarios en su país.


Pero la mayoría de estos títulos no hay manera de verlos, a veces sí se ha podido ver Rapsodia de Charles Vidor, melodrama con piano y violín de por medio que interpretara con Liz Taylor o la extraña Mambo de Robert Rossen con Silvana Mangano. Entre estas. quizá la más popular fuese una italiana dirigida por un americano La mujer más guapa del mundo con Gina Lollobrigida y él de príncipe ruso dirigidos por Robert Z. Leonard, también aquí con mucha música, en este caso ópera, y un papel que a pesar de cogerlo con disgusto, le daba todo lo que podía.


 Luego vendría el Guerra y Paz de Vidor y su papel de malo encarnando el personaje de Anatol Kuragin.


A su compleja personalidad solía presentársele una horrible depresión y necesitaba a menudo ser vitoreado para volver en sí, le hacía volver a su Italia, tras algún proyecto personal como dirigir la vida del actor Edmund Kean. 

El éxito de Rufufú en 1958 sería clave para iniciar otra etapa en la que iría combinando grandes películas con otras más bien mediocres, pero que contando con él mejor sería buscar otro epíteto. Y es que grandes fueron La gran guerra, La letra, El estafador, Fantasmas de Roma, La escapada, La marcha sobre Roma, El éxito, Monstruos de hoy, Un italiano en la Argentina... Y entre los directores, quizá entre Monicelli, Risi y Scola fueron los que más supieron sacar partido de un actor que decía 
 detestar el cine.

   

 Precisamente Risi le diera su papel más recordado inaugurando otra etapa en Perfume de mujer y Scola con sus magníficas La terraza, La familia o La cena. Y de tanto en tanto seguía asomándose por el cine estadounidense, ya fuese para televisión o en algún que otro éxito como Sleepers.

 Por otra parte, su perfecto dominio del castellano le llevó a elaborar ese mayordomo de El largo invierno de Jaime Camino o leyendo "El matador" de Alberti.

 

Es imposible resumir toda la carrera de Gassman en un post de un blog de internet, simplemente me he atrevido a dar unos trazos de su carrera cinematográfica, ya que en teatro tiene una y bien dilatada, aparte que era su verdadera pasión, también escribió y en definitiva un personaje que llevaba la cultura encima. 

Como película y ya quedándome pocas líneas, recomendaré La Armada Brancaleone, que espero en otra ocasión hablar más de ella, de Mario Monnicelli de 1966, satírica comedia ambientada en la Edad Media, una época que por aquellas fechas estaba siendo llevada de distintas maneras, por una parte la visión filosófica bergmaniana, la romántica con mucho colorido e igualmente inolvidable del Hollywood clásico, pero que ya empezaba a decaer y desgastarse, tenemos una buena prueba en El señor de la guerra de Schafner que rompía con el tono familiar dado. Pero faltaba una comedia, y aunque el recordado crítico José Luis Guarner citaba Los cien caballeros, donde fue guionista, como la precursora de esta, nunca la he acabado de ver como una parodia, a pesar de ciertos toques.  

  La armada Brancaleone que hay que ver en versión original, fue prohibida en España y no llegó hasta mediados de los 80. 

Y es que dejaba mal parados a todos, tenemos un retrato de una religión ficticia y fanática, el antijudaísmo, doncellas para nada puras y angelicales como nos las retrataban, caballeros nada dignos… El que interpreta Gassman fue el preferido de su carrera, más de un crítico lo ha comparado con Don Quijote, aunque no estoy muy de acuerdo, si bien es cierto que puede recordar en las formas, pero no en el fondo, también con el Simplicissimus de von Grimmeldhausen. De lo que estoy seguro es que verán una gran actuación, se reirán y de paso a todos aquellos que no conozcan nada o poco de Gassman ni de Monicelli entrarles en la curiosidad de revisar las filmografías.

02/09/2022

Tarantino y el Diario íntimo de Adele H. de Truffaut

 



La pasada semana, ciertas declaraciones de Quentin Tarantino sobre François Truffaut se convirtieron aquello que, en lenguaje pedante, llaman  “virales”, como si no tuviéramos bastante ya de virus. La polémica estaba servida y el contagio de hablar de ello se apoderó de este blog, así que pensé que era un buen tema para empezar este septiembre.

En la parte positiva, como dirían antaño en los créditos del "Un, dos, tres" de  Ibáñez Serrador, está la sinceridad del director de Reservoir Dogs, la manía hacia el director francés no es nueva como se ha recordado en más de un medio, ya en su novela de Érase una vez en Hollywood, el personaje de Cliff Booth deja patente lo que el director sentía hacia su filmografía:

Lo Intentó dos veces con Truffaut, pero no le llegó. No porque las películas fueran aburridas (lo eran), pero esa no fue la única razón por la que Cliff no entró. Las dos primeras películas que vio (en una doble función de Truffaut) simplemente no le atraparon. La primera película, 'Los 400 golpes', lo dejó frío. Realmente no entendía por qué ese niño pequeño hizo la mitad de la mierda que hacía. Y pensó que los tontos deprimidos en 'Jules y Jim' eran una puta carga".

Por otra parte, tiene todo el derecho del mundo a decir lo que quiera, de la misma manera que a los que nos gusta el cine de Truffaut reprocharle lo dicho, aunque compararle con Ed Wood ya entra en la parte negativa y da la sensación de haber buscado expresamente que se hablase de él.

No obstante, llama la atención que a pesar de no declararse fan de Truffaut, remarca algunas excepciones que sí le gustan, aunque solo cita Diario íntimo de Adele H. Sorprende, ya que estaría esta en las antípodas del cine de Tarantino.





Rodada justo después de La noche americana, recrea la trágica vida amorosa de la segunda hija de Víctor Hugo. Atraída por un teniente del regimiento de los húsares ingleses, este no le corresponde, pero ella le seguirá por todas partes. Truffaut describía así el filme: “Quería conseguir un clima sofocante y así toda la película está rodeada de cuatro paredes. Es una película sobre la claustrofobia, la soledad y la pasión

Para conseguir ese efecto contó con la fotografía de Néstor Almendros, la cual consigue que entremos en su triste mundo, son constantes sus miradas al espejo, su deambular por las calles, la misma pesadilla que se va repitiendo. Si los tontos deprimidos, como dice Tarantino, de Jules y Jim eran tres, aquí solo ella, ya que hábilmente el teniente apenas tiene protagonismo, incluso hay un momento que lo confunde de espaldas y resulta que es el mismísimo Truffaut. A pesar de ello, hay bastantes relaciones con sus otras películas como la idea del amor obsesivo o las ideas fijas que en las despreciadas La sirena del Mississippi o La novia vestida de negro se convertían en las auténticas protagonistas, verdadero tema por otra parte, más que buscar un thriller.

Más de uno nos hubiese sacado a un actor encarnando a Víctor Hugo que probablemente estropearía el clima, Truffaut solo saca la voz y ya es suficiente para describir la distancia entre padre e hija, ella le pide constantemente dinero, le pesa llevar ese apellido que la hace sentir más desgraciada, utiliza un apellido falso y en el título de la película solo leemos la inicial. Truffaut explicaba que le atraían los personajes al margen de la sociedad y que el problema de identidad de ella era como el del niño salvaje pero a la inversa, ya que se trataba de un escritor famoso y todo un genio.

Escenas como el paseo por el cementerio nos traen ese Truffaut del romanticismo que incluso mejoraría con La habitación verde, el final impacta por la sensibilidad y patetismo. Pero mientras escribo y pienso en planos de la película me viene a la cabeza constantemente cómo ha podido Tarantino decir que Truffaut es como Ed Wood y no paro de darle vueltas. Quizá no sea una comparación tan odiosa, Wood amaba el cine y Truffaut hasta se podría sentir identificado con aquellas ganas de rodar locas de él.

La infancia atormentada de Truffaut, quizá por ello fuese sensible con personajes como Adele H. le marcaron para siempre. Como crítico y atraído por ese amor llamado cine fue exigente, le llamaron incluso el sepulturero del cine francés, más de una vez cuando era aun un joven alocado por el celuloide se equivocó, llegó a decir que John Ford “babeaba ante galones, insignias, botas y doraduras”, pero luego rectificó e incluso sus escritos fueron fundamentales para cierta cinefilia, dejó ya en la memoria aquella frase que utilizamos de “Y como él era creyente, que Dios bendiga a John Ford”  

Yo no soy fan de Tarantino, aunque con alguna excepción que debería revisar de nuevo, no me cae mal, pero sin darse cuenta tiene mucho en común con el añorado director francés y quizá más que con su estimado Godard. La huella de Truffaut está en Kill Bill, incluso Malditos bastardos nos evoca algo a El último metro...Pero miremos lo positivo, más de uno se interesará ahora por Truffaut y ver quién era ese Ed Wood del cine francés

El reportero (Michelangelo Antonioni, 1975)

La figura del director Michelangelo Antonioni con el tiempo ha sufrido evoluciones que van desde quienes lo consideran todo un genio del sé...