Centenario de Lee Marvin: La leyenda de la ciudad sin nombre (1969)

 



Un 19 de febrero de 1924 nacía en Nueva York el actor Lee Marvin y su centenario no podía pasar por alto en este blog, su fisonomía dura y glacial unida a un pelo blanco ya desde joven le caracterizó en personajes de violento, asesino, gánster o pistolero. Trabajó con grandes del cine como John Ford, Fritz Lang, Raoul Walsh, Don Siegel, Robert Aldrich, Stanley Kramer, Michael Curtiz, Richard Brooks, Richard Fleischer… A ellos se suma, entre otros más, Joshua Logan director de la Leyenda de la ciudad sin nombre (Paint your Wagon, 1969) de la que hablamos hoy.

El actor nos dio una serie de escenas en su filmografía difíciles de olvidar, aun nos duele ese café hirviendo que le lanza a Gloria Grahame en Los sobornados, cuando le tira a James Stewart el bistec de John Wayne en El hombre que mató a Liberty Valance o su enfrentamiento con Ronald Reagan en Código del hampa. Pero no todo son recuerdos malvados, tenía su corazón y cuando le tocaba ser más bondadoso le creíamos por igual, Marvin supo reírse de su encasillamiento, ya Ford en La taberna del irlandés nos lo pinta en aquella peculiar Nochebuena como el Rey de los EEUU, sus ganas de parodiarse tendrían en La ingenua explosiva (Cat Ballou, 1965) su recompensa en su doble papel como peligroso pistolero y en el de su ingenuo hermano gemelo, la Academia le concedió el Oscar y la cotización de Marvin subió.


Tal papel pudo influir para que finalmente Logan lo escogiera para La Leyenda de ciudad sin nombre, probablemente cuando citamos al actor nos acordamos muy especialmente de cuando canta (o susurra) “Estrella errante”, decía Jean Seberg, la protagonista, que era como escuchar lluvia gorgoteando por una tubería oxidada. Completaba el trío un Clint Eastwood aun muy asociado con los westerns de Leone, él mismo decía que lo que se estaba rodando era Cat Ballou 2 y viendo los problemas que tuvo Logan pensó que lo mejor era crear su propia productora Malpaso y empezar a dirigir.


La película era una mezcla de musical y western, aunque ninguno de estos dos se presentaba como ortodoxo, en cuanto al primero se estrenaban grandes éxitos como My Fair Lady o Sonrisas y lágrimas, pero también fracasos estrepitosos como La estrella o Hello Dolly. La Paramount arriesgó mucho al producirla y más contratando a Logan que acababa de rodar Camelot y que había sido un fracaso de público y hasta de crítica bastante injusto. En cuanto al segundo, a pesar de que la Academia se había decidido a premiar a John Wayne por Valor de ley aquel año, era indudable que la fuerza del spaghetti western italiano y las cada vez más abundantes desmitificaciones del género que Sam Peckinpah o el mismo Eastwood realizaría, acabarían dejando el western clásico ya como una reliquia.

Quizá por estas dos cosas y muchos otras, se dejó de lado lo que sería una adaptación fiel de la obra teatral estrenada en Broadway en 1952 y con música de Frederick Loewe y Alan Jay Lerner, el primero no quiso colaborar en las nuevas canciones que acabarían siendo escritas por André Previn, pero el segundo sería el productor y no se llevó nada bien con Logan, hasta tal punto llegaron las discordias que lo amenazó con sustituirlo por Richard Brooks. El director tenía claro y más tras Camelot, que no iba a haber la coreografía clásica, la cual se prescinde a lo largo del metraje y hasta se sustituye por todo un desfile de carrozas, lluvia y barro, primeros planos rodados desde el punto de vista de estas bajando a toda velocidad con lo que visto en una gran pantalla haría aumentar su atractivo. Las canciones no ralentizarían el ritmo narrativo y serían interpretadas por actores no cantantes, de ahí que rechazara la primera propuesta de Paramount de que fuese Bing Crosby el protagonista, el único profesional del género sería Harve Presnell que se luce en el número de "They Call the Wind Maria", aunque en el resto del filme su papel apenas tiene resonancia . Por otra parte, la mayor parte sería rodada en escenarios naturales.

Así pues Marvin cantaba, aunque recibiese esos “halagos” como el antes descrito por su compañera, pero su manera de interpretar la inolvidable “Estrella errante” contribuyó al éxito de esta. Eastwood no había cantado entonces y salía bastante bien parado como cuando hizo aquella de El aventurero de medianoche, con Jean Seberg al final cedió a los ruegos de Lerner y fue doblada por Anita Gordon. Creo que esta vez, pero no lo puedo confirmar, no se doblaron las canciones en la versión española, algo que sí pasó con Camelot, aunque sí José Guardiola la versionó con bastante éxito.

Otro aspecto era atraer a estos géneros un público antagónico, la casualidad quiso que al final Jean Seberg fuese la protagonista, papel pensado para Faye Dunaway, Mia Farrow o hasta Shirley MacLaine, la elegida fue Lesley Ann Warren, pero quedó embarazada y tuvo que rechazarlo, el contratar a Seberg hizo que ese “menage a trois” atrajera a los cinéfilos que por aquel entonces tanto le atraían las críticas de la Nouvelle Vague, curiosamente en Camelot también había uno y de los más famosos de la historia, pero ahí el no hubo la reacción esperada. La película también tenía que conseguir que la audiencia más recatada no se escandalizara por ello y de otros temas que van saliendo ( tema del “secuestro” de las prostitutas, el joven granjero que descubre el sexo…), de ahí la elección del escritor, dramaturgo y humanista Paddy Chayevsky, la sexualidad en el musical era algo hasta entonces impensable, él era todo un experto a la hora de hablar del sexo cotidiano en la televisión y su nombre tenía ya muy buena reputación  por el Oscar en Marty, luego lo recibiría por Anatomía de un hospital y Network. El hecho es que la historia podía ser vista desde dos puntos de vista distintos, por una parte un canto a la libertad sexual muy propio de esos años unido con el progreso, pero por otra parte que aquello solo conducía “a la nada” a no saber dónde iba uno como dice la letra de la primera canción, a que el mundo se dividía en los que van a algún sitio y a los que no y todo eso era castigado, ya nos lo advertía su predicador. Sin querer desvelar finales, digamos que hay todo un homenaje a Buster Keaton

Y en toda esa función, quien salía ganando a pesar de que Eastwood se fuera convirtiendo en una gran estrella y un excelente director y el encanto de la Seberg, era Lee Marvin, ya desde la primera secuencia cuando ha de acelerar el rezo por el hermano muerto de Eastwood para tomar posesión de esas tierras donde está apareciendo oro con ese guiño al de arriba o la manera que tenía de beber, enganchan. Mi plano favorito, aparte del famoso de la canción, es ese diálogo con ella una vez recién casados cuando la va a acosar y ella coge la pistola y le dice lo que piensa, aquel rostro de él dándose cuenta de lo que es y queriendo mostrarle sus respetos pocos actores sabrían resolverlo con esa naturalidad y sinceridad que un papel de estas características requería. Por eso he querido elegir esta película porque creo que es de sus mejores interpretaciones y un actor que podía hacer de todo tal y como antes he recordado en varias de sus películas, aunque pasen los años este Ben Rumson que compuso tiene una magia indescriptible, uno siente hasta piedad porque al fin y al cabo compartimos más de una cosa con él.

Para acabar conviene matizar un error que se produce al hablar de esta película como un fracaso, no lo fue, otra cosa es si compensó el alto presupuesto, pero eso ya es otra historia… Recaudó nada menos que 14.500.000 dólares de la época, en España tuvo la excelente cifra de 2.985.400 espectadores y hasta tuvo una reposición en Navidades del 79 también exitosa. Desgraciadamente, fue la última película de Joshua Logan, uno de esos nombres que algún día nos tendrían que explicar su ninguneo, por suerte críticos como nuestro admirado Jaume Figueras se han encargado de que lo valoráramos como merece.

Por cierto, no me he olvidado, ahí va el "Wand´rin Star" genuino de nuestro homenajeado Lee Marvin y por partida doble

Comentarios

Entradas populares de este blog

Irving Berlin, Una Blanca Navidad y 800 canciones

Un par de seductores: Cuando Caine hizo de Niven

Centenario de Henry Mancini