Centenario Eva Marie Saint: 36 horas (1965)
El pasado 4 de julio cumplió 100 años la actriz Eva Marie Saint (Newark, Nueva Jersey, 1924), pocas veces podemos hablar de un centenario estando la protagonista viva. Hija de padres cuáqueros (ya saben su estilo de vida si han visto La gran prueba…), de vida sencilla y fe estricta, estudió interpretación en el Actor´s Studio, ahí donde se formaron Marlon Brando, Paul Newman, Montgomery Clift… Su gran salto fue con el papel en La ley del silencio (1954) por la que obtuvo el Oscar, Hitchcock la llamó para Con la muerte en los talones (1959) y pasó a engrosar la lista de las rubias del mago del suspense en la que para muchos es su película favorita, sin embargo su carrera empezó a dar muestras de cierto estancamiento, según ella empezó a tener hijos y rechazar papeles, su representante preocupado le dijo que así no sería una estrella, pero ella le contestó que no deseaba serlo. Aun así, siguió en un segundo plano, el de la televisión con series como Luz de luna (1985).
Su filmografía, aunque breve, está
llena de títulos interesantes, de alguno hemos hablado en estas páginas como la
divertida comedia de Norman Jewison Qué vienen los rusos (1966), Éxodo (1960), Su propio infierno (1962), La noche de los gigantes (1968)... Pero ya que muchos la
asocian con el suspense por trabajar con Hitchcock he creído oportuno traer hoy
36 horas, un film de George Seaton del año 1965 basada en una historia original
de Roal Dahl escrita en su cuento "Beware of the Dog" incluida en su primera
colección de cuentos Over to you. En los créditos aparecen también como creadores
de la historia los nombres de Carl K. Hittlman y Luis H. Vance. La Metro que producía
la película les compró los derechos, pero luego se dieron cuenta que Dahl ya
había escrito ese argumento, aquello provocó un lío y tener que pagar al
escritor también para evitar denuncias.
El argumento era lo
suficientemente atractivo para desarrollar una gran película, ambientada en la Segunda
Guerra Mundial (1939-1945) y en vísperas del desembarco de Normandía, los
alemanes capturan a un oficial de los servicios de inteligencia americanos y lo
someten a un lavado de cerebro: le hacen creer que la guerra ha terminado hace
años para obtener información sobre los planes de los aliados.
Seaton que no es un nombre que
pasará a la historia del cine como autor, sino como artesano había tenido
algunos éxitos como Milagro en la calle 34 (ya saben, la de Natalie Wood de niña que no
cree en ese Papa Noel encarnado por Edmund Gwenn) o La angustia de vivir (film más
famoso porque la Academia que él mismo presidiría años después decidió darle el
Oscar a Grace Kelly en vez de a Judy Garland por Ha nacido una estrella, algo que Groucho Marx declaró el
mayor robo después del Edificio Brinks. Fue un buen director, aunque tenga
marcada esta etiqueta que lo subvalora, dirigió comedias divertidas como Enséñame
a querer donde Clark Gable trabajaba junto a Doris Day y aunque algunos dijeran
que no, creo que había una química peculiar entre los dos bien llevada, también
había desarrollado película parecidas a la de hoy como Espía por mandato, si
ustedes quieren matar una tarde calurosa rápido mírenla porque tiene
un ritmo endiablado y les va entretener tanto que ni siquiera se acordarán de que
duraba más de dos horas. Ya al final de su carrera dirigió la mítica
Aeropuerto.
En 36 horas, Seaton se encargó
también del guion, contó con un buen reparto con un James Gardner
que también había producido la película ya que le interesaba tener un papel
complejo para aumentar su caché, la réplica se la daba Rod
Taylor que quizá, sin quererlo, se lo comía ya que ofrecía una interpretación más
improvisada. Y en medio de ellos una Eva Marie Saint que desde el primer
momento ya intuíamos que tendría más protagonismo a pesar de ser un rol en apariencia
secundario. Mostraba todo su buen hacer con aquella mirada fría, pero a la vez cercana y empática.
La película sale victoriosa en los
aspectos de hacer creíble su historia, lo cual ya es un logro importante, sin
embargo le falta ese toque maestro en ciertas situaciones que el director resuelve
de manera algo rutinaria y hasta elíptica quizá con el objetivo de no querer alargar más las
casi dos horas que dura. Uno de los actores que sale triunfante es John Banner, más
famoso un año después por su papel en Los héroes de Hogan, su aparición refleja
muchos aspectos, por una parte hay una bonhomía en él ambigua, una especie de
querer reflejar en su conducta el absurdo de la guerra y cierta autoparodia,
sus momentos recuerdan incluso a cierto toque Renoir de La gran ilusión y es
donde Seaton se muestra más autor que aquello llamado artesano y que tan mal
sienta a parte de la crítica.
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