13/03/2024

Buscando al Sr. Goodbar (1977)

 


Aprovechando que se ha celebrado el Día internacional de la mujer y se han programado películas de distintas directoras o con temática femenina, voy a hablar de una invisible en plataformas y en televisión, aunque sí está en DVD, me refiero a Buscando al Sr. Goodbar de 1977, adaptación de la novela de Judith Rosner dirigida por Richard Brooks e interpretada por Diane Keaton. Ignoro los motivos de la “desaparición” de esta película, en su momento originó controversias y es posible que se vea políticamente incorrecta.



Brooks es de esos grandes nombres de la historia del séptimo arte no ya solo como director, sino como guionista, pasó de escribir a dirigir como antaño hicieran Wilder o Sturges para preservar la integridad de su obra, si nos fijamos en los créditos de sus filmes (ya saben que este blog se llama No sin los títulos…) aparece siempre el “Written for the screen”, su declaración de principios al espectador. Su faceta periodística le llevó a tratar temas entonces tabúes como la independencia de la prensa en El cuarto poder (1952), la delincuencia juvenil en Semilla de maldad (1955), el colonialismo en Sangre sobre la tierra (1957) o retratos femeninos en Con los ojos cerrados (1969) interpretada por la que fuese su tercera esposa Jean Simmons. Adaptó a varios escritores: Tennessee Williams: La gata sobre el tejado de zinc (1958), Dulce pájaro de juventud (1962),  Scott Fitzgerald: La última vez que vi París (1954), Joseph Conrad: Lord Jim (1965), Fiódor Dostoyevski: Los hermanos Karamazov (1958) o Truman Capote: A sangre fría (1967). Por lo tanto su nombre se adecuaba perfectamente para el tema de la película y darle el lenguaje cinematográfico adecuado a este best seller

Buscando al Sr. Goodbar describe a Theresa Dunn (Diane Keaton), la cual decide independizarse de su familia. Empieza ahí una doble personalidad que hace de ella una sensible profesora de niños sordos durante el día y una mujer que busca placeres nocturnos por los bares de la gran urbe. La novela había tenido bastante éxito y se promocionó con el eslogan de “Un best seller para mayores con reparos”. Sin embargo, el material partía de un caso real, el de Roseann Quinn, una profesora de escuela primaria asesinada en 1973 en Nueva York y que como el personaje de Diane Keaton tenía esa dualidad. Quien haya visto la película y lea su vida, comprobará que se han respetado bastante los hechos reales.

Brooks tuvo tanto empeño en querer llevar al cine esta historia que hasta hipotecó su casa para poder financiarla, el tema le servía de nuevo para enfocar y denunciar aspectos de la sociedad contemporánea y mostrar la cara más amarga. Su método, como buen periodista que era, fue el de diseccionar y vertebrar el personaje protagonista, llegó a entrevistarse con 600 mujeres que habían leído la novela de la cual introdujo algunos cambios como el de resaltar más el carácter cerrado y ultraconservador católico de sus padres, potenciar su faceta de profesora en una escuela de sordomudos, o darle más protagonismo al papel de su hermana Katherine.

Se trasladó la acción a 1976 (en una radio se oye un anuncio de la campaña de Jimmy Carter), quizá pueda pasar por alto este dato, podríamos pensar, un tanto ingenuamente, que era una manera de querer alabar el cambio político en EEUU y más por un director cercano al Partido Demócrata. Con la película ya avanzada, su hermana en un momento le recrimina a Theresa que no crea en nada y que ni siquiera fuera a votar, hay ahí lanzado un dardo envenenado a la política y es que Brooks no se casaba con nadie.

Diane Keaton ofreció una interpretación maravillosa, aquel mismo año había ganado el Oscar por Annie Hall, bien podía haberlo obtenido también por esta. Refleja perfectamente los estados de ánimo de su personaje, su mala relación con su padre queda patente ya sea a través de flashbacks (se nos muestra que fue operada de una escoliosis debida a una poliomielitis y arrastra una cicatriz desde entonces, el tema será retomado luego en una fuerte discusión con este por su negativa a tener hijos o pesadillas (sueña que va a verlo en su capilla ardiente, incluso llega a llorar, pero este se despierta y ofrece una sonrisa tenebrosa). Constantemente es despreciada por sus ideas liberales.

Otro vínculo reforzado en la película es el que tiene con su hermana Katherine (Tuesday Weld), tampoco encuentra su lugar en la vida y recurre al sexo en grupo, drogas, visionado de cine X…probablemente era el modelo perfecto para su padre, pero acabó fracasando su matrimonio, tiene que abortar a escondidas (se hacen bastantes referencias a este tema), llega a tener una relación con un hombre judío y esto también es aprovechado, aunque de manera más superficial, para mostrar la falta de compenetración entre religiones. Hay un momento que sorprende y es una buena trampa de guion en la que ella disfrazada apuñala a Theresa con un cuchillo de goma.

Y el tercer refuerzo que introdujo Brooks fue el de intensificar su vida de día como profesora de una escuela para sordomudos, hay un momento en que corrige el apellido de una alumna, pero le dicen sus compañeros que es que se pronuncia de esa manera, esto sirve también para que la veamos como una persona frágil que comete errores sin querer y sensible ante estos. Muestra mucho afecto hacia los niños y hasta consigue que una niña afroamericana marginada consiga hablar probablemente por el cariño mutuo...Estamos, pues, viendo dos personajes marginados por el sistema que se necesitan. Una de las mejores escenas es cuando ella un día llega tarde debido a que se ha tomado una pastilla para dormir y no tiene reparos en explicarlo, uno de los niños le suelta que no le cree ya que la han glorificado y les imposible que tenga problemas.

Y luego tenemos el esqueleto principal que son sus aventuras de noche, se nos presentan varios personajes, la lista ya había empezado con el del profesor universitario con el que consigue su primera relación sexual, pero que la va marginando, no se ve capaz de dejar a la que es su mujer y más bien la utiliza para satisfacer sus deseos. Entre toda esa gente que deambula por esos bares destaca el de Tony (un Richard Gere aun no muy conocido, con una sobreactuación en este caso bien trazada) del que hallamos pistas también de su condición psicológica, suelta una frase demoledora: “La cocaína sirve para ver a América amable”, a pesar de ser un personaje que recurre a la violencia al ser rechazado, muestra también una dualidad ya que también se preocupa por ella, incluso parece quererla de verdad. Hay un momento tenebroso en el que saca una navaja que se ilumina y va bailando delante de ella, otra trampa de guion que como el de Katherine antes mencionado presagia el final y también remarca el camino a la perdición de Theresa.

La introspección de esta que realiza Brooks llega al espectador, si se sigue con atención el metraje observamos la baja autoestima, su sentimiento de culpa, probablemente también que ella misma sepa que va a acabar mal…Me atrevo a decir que más que retratar a una perdedora, se decanta más por el de una persona discapacitada psíquicamente que no tiene hueco en esa gran urbe y en ese sueño americano que debería atenderla y ayudarla.

En el aspecto técnico, la realización de Brooks está cuidada, utiliza mucho los espejos donde se reflejan los estados de ánimo de los rostros y logra unos encuadres notables, lo visual destaca y más en un film nocturno y asfixiante. Hay cierto elemento también de suspense/terror como las dos escenas que he comentado y un final que en el cine tendría más fuerza y que deja la piel de gallina. Hay una estética setentera que algunos minusvaloran, pero es que tanto los hechos como el film son de esa década, nunca he entendido bien esas críticas. En los bares suena mucha música de esos años, supone un gozo algo extraño en una película dura, pero al menos escuchar toda esa banda sonora alivia algo, Magnífica fotografía de William A. Fraker mostrando todos esos rótulos luminosos de los locales en contraste con la oscuridad de la vida de noche y perdida de la protagonista.

 Y vamos con las controversias que había citado al principio, cierta crítica acusó la película nada menos que de moralista, antifeminista, homofóbica e incluso desde el otro lado de maniqueísta ya que los personajes masculinos que van apareciendo son todos negativos. En "El País" (1-4-78) Fernando Trueba escribía que era “una historia netamente edificante cuyo único fin parecía deprimir y luego moralizar.” Elvira Roca Sastre escribía en "Mundo Diario" (15-4-78): “Ignoro si Richard Brooks ha sido fiel al texto literario, pero en esta ocasión hubiera sido preferible dejar los logaritmos moralistas y encontrar un final sorpresa más original y homologado con la textura del filme.” Ruiz de Villalobos (19-4-78): “Un final moralizante -más aparente que efectivo- quita esa fuerza final que la película deja entrever a lo largo de su proyección

Evidentemente, no se tuvo en cuenta de donde partía todo el material y se ignoraba la historia antes mencionada de Roseann Quinn y su muerte, por lo tanto no había ninguna intención del director de querer castigar a esta mujer, se limitaba a seguir los hechos tal y como ocurrieron. El trabajo de Brooks podía ser puesto en cuestión por otros aspectos tales como quizá mostrar demasiado sexo explícito o haberse alargado demasiado (aunque ambas cosas creo que están bien tratadas). Por lo tanto, recomiendo el visionado de la película y conocer el material de donde se parte antes de lanzarnos a la piscina sin agua con nuestra valoración.

06/03/2024

The player (El juego de Hollywood) (1992)

 




Ya que estamos en la semana de los Oscars, no va mal repasar alguna de esas películas que mostraban la otra cara de Hollywood, tal género nos dio grandes obras: El crepúsculo de los dioses (1950), Cautivos del mal (1952), Dos semanas en otra ciudad (1962)...La que hoy comento es The player (El juego de Hollywood) (1992) de Robert Altman, director que dijo sobre su film que no podría optar a tales premios, aunque al final tuvo tres nominaciones: él mismo, el guionista Michael Tolkin y el montaje.



 


 Altman fue de esos directores inscritos en el grupo de los independientes que buscaban una tercera vía entre el cine de las grandes productoras y el de los alternativos, querían más libertad y poder desarrollar su cine generalmente de presupuestos más bien bajos. Nacido un 20 de febrero de 1925 en Kansas City, solía mostrar una mirada irreverente a las instituciones, costumbres y debilidades de la vida americana. MASH (1970), una sátira antibelicista, fue su primer gran éxito de crítica y público, siguen otros títulos que sin lograr grandes resultados en taquilla eran muy bien recibidos por las clases intelectuales: una sátira surrealista con El volar es para los pájaros (1970), la desmitificación del western con Los vividores (1971), su incursión en el género negro también para darle otro enfoque, algo que aun no le perdonan ciertos amantes de este cine con Un largo adiós (1973), Ladrones como nosotros (1974), revisión de la novela de Edward Anderson llevada por Nicholas Ray en Los amantes de la noche (1948), etc. Pero es en 1976 con Nashville que consigue otro gran triunfo con esos 24 personajes deambulando por la capital de la música country y que reflejaba su visión de la América del momento, a ella le siguen títulos irregulares como Buffalo Bill y los indios (1976), la bergmaniana Tres mujeres (1977) o la comedia Un día de boda (1978).



 

 Pero su cine sufre un revés cuando cae en la garra de las grandes productoras y es que en 1980 acepta realizar una versión de Popeye nada menos que para la Disney que por entonces rodó varias en coproducción con la Paramount. El resultado fue un estrepitoso fracaso y el nombre de Altman cayó en desgracia ya que se consideró que había traicionado sus principios y tuvo que volver a la televisión donde había comenzado para seguir rodando, las películas que estrenaba en cine ya apenas tuvieron repercusión, se fue a vivir a París y estuvo también dirigiendo obras teatrales. Por eso, El juego de Hollywood suponía que su nombre volviera a sonar y recuperarse a pesar de su irregular carrera.

Altman, en medio de un humor negro y con aires de venganza, quiso rendir cuentas con el sistema que lo había apartado, aunque en más de una entrevista decía que no era un filme sobre Hollywood, sino que este se presentaba como una metáfora de la sociedad industrial. Para eso se sirvió de un guion de un no muy conocido Michael Tolkin, que había trabajado de editor de narrativa para la Universal y había escrito una novela en 1988 que reflejaba aspectos observados desde dentro, tal libro fue rechazado por varios ya que era demasiado hermético y se pensaba que solo podía ser entendido por los expertos. Altman sí creyó en este y tras varios retoques se puso manos a la obra.

El argumento gira en torno a Griffin Mill (Tim Robbins), un productor de Hollywood que recibe cartas amenazadoras que le envía un guionista al que rechazó. Intentan llegar a un acuerdo, pero tras una discusión lo mata, pero se enamora de su novia (Greta Scachi). Esta trama no deja de ser un “McGuffin” y que permite mostrar todos esos tejemanejes de la industria. Hay que fijarse especialmente en la acidez del director, el cual empieza la película con un plano secuencia de unos 8 minutos y nos va presentando a los personajes y frases y hechos que casi resumen la totalidad de lo que va a mostrar a continuación: ahí vemos a Buck Henry intentando que se acepte rodar una secuela de El graduado con una trama hilarante, más de un dardo se lanza a lo que son las mezclas de películas para exprimir ciertos éxitos, por ejemplo se promueve rodar una mezcla de Memorias de África y Pretty Woman, se reivindica a Orson Welles y se ataca la sucesión de planos, se alaba La soga de Hitchcock por estar rodada "sin cortes", y todo ello aderezado con frases como la que suelta el protagonista en una comida  “Hablemos de cosas que no sean Hollywood. Somos gente culta”.



 

  The Player es una película tan tramposa como eran las de Hitchcock y tan ácida como las de Wilder, Altman cuida estilísticamente todo el metraje, hay de todo: comedia, misterio, violencia, drama… Hay escenas brillantes como cuando Robbins llama a la novia del guionista delante de su casa y entabla esa conversación mirándola por la ventana sin que ella lo sepa o la de la comisaría con una muy divertida Whoopi Goldberg en su papel de detective.

El realizador intencionadamente se apunta al juego de la película comercial, reúne a 65 estrellas en cameos, muy entretenido el ir descubriéndolos, divertidísimo Bruce Willis autoparodiándose y la utilización de esa realidad/ficción para que cierto tipo de gran público acabe contento al abandonar la sala. Hay un momento que le hace decir a ese nuevo ejecutivo que El ladrón de bicicletas es cine de autor, pero que él habla de “cine normal”, precisamente esa marginación de los grandes estudios al primero y potenciar al segundo cambiando los finales y el debate de si el cine es arte o solo una industria  donde la cantidad prevalece sobre la calidad, abren una amarga reflexión que Altman pretende hacer llegar al espectador, a este le toca indagar verdaderamente cuál es el juego de Hollywood. 30 años hace ya de su rodaje, las formas han cambiado (especialemnte la irrupción de las plataformas y la desaparición de las grandes salas), pero el fondo sigue siendo el mismo por lo que sigue bastante vigente su denuncia.

29/02/2024

El signo del Zorro (1940)

 



Aprovechando la emisión de TVE de la serie sobre el Zorro (floja según la crítica y finalmente relegada a la madrugada), pensé que era buena ocasión para recuperar una de las mejores versiones que sobre el personaje creado por Johnston McCalley en La maldición de Capistrano (1919) se han hecho y que había sido ya  llevada en 1920  por Fred Niblo y Theodore Reed con un inolvidable Douglas Fairbanks. Pero yo hablaré de la que interpretó Tyrone Power en 1940 a las órdenes de Rouben Mamoulian para la Twentieth Century Fox y que detecto bastante olvidada y eso que está al mismo nivel que los clásicos de aventuras de la época, especialmente las de Michael Curtiz con la pareja Flynn-De Havilland.


Parte de esa "amnesia" es debida a una nefasta programación de esta película a lo largo de las décadas, emitida en TVE en los lejanos 70 en un ciclo del actor, en los 80 en vez de emitirla en su "Primera Sesión" nos la ofreció en su espacio de "Cine de Madrugada", ignoro si alguna autonómica la recuperó después, pero hubo que esperar al estreno de la versión de Antonio Banderas para que Antena 3 la emitiera en varios pases, pero a las cinco de la mañana, aquellas eran épocas de programar el vídeo y que nos saliesen anuncios de la vidente Aramís Fuster o teléfonos pornográficos... Por suerte la FOX la editó en VHS y ya pudimos disfrutar de ella sin sobresaltos, pero cuando sale en DVD nos la ofrecen en una única copia coloreada y desde entonces ya no se ha vuelto a saber sobre ella.

También esa marginación puede ser debida al poco conocimiento también que hay actualmente de Mamoulian, director que fue de los más importantes de los años 30 en Hollywood, era algo más que un artesano, pero su carrera empezó a decaer por su carácter quisquilloso y seguir queriendo ser un autor, no aceptó las trabas de la FOX mientras rodaba Laura y pasó esta a manos de Preminger, que también lo sustituyó en Porgy And Bess, con la misma productora empezó Cleopatra y al final se tuvo que ir y el pobre Mankiewickz tuvo que padecer todas las neuras del rodaje y lo que vino a continuación que casi hunde a los estudios.

Pero la fama de Mamoulian fue, principlamente, con los estudios de la Paramount donde se especializó en musicales (Ámame esta noche, 1932) en cine de gánsteres (Las calles de la ciudad, 1931), terror (El hombre y el monstruo, 1931)... En 1933 tuvo su primer revés de crítica y nada menos que rodando con Marlene Dietrich El cantar de los cantares, curiosamente ese mismo año lograba su película más recordada y con Greta Garbo, esta vez para la Metro: La Reina Cristina de Suecia. Las comparaciones de los filmes entre las dos divas fueron algo más que odiosas. Mamoulian había conseguido también grandes avances técnicos, consiguió que el sonido de la cámara no se entrometiera en los diálogos y con La feria de la vanidad (1935) para la RKO consiguió que fuese el primer largometraje en ser grabado en Technicolor de tres tiras.

Vean ese despertar de Ámame esta noche:


Así pues, no nos tendría que sonar a extraño su nombre y para una película de aventuras como El signo del zorro podía mostrar todas sus cualidades, a pesar de tener que ceder a lo que era el canon impuesto en este tipo de producciones para ir en programas dobles, las cuales no tenían que ir más allá de los 90 minutos. El guion era de John Taintor Foote, no muy conocido, aunque escribió posteriormente el de Encadenados ,Garret Fort que había trabajado ya con el director y que se habia especializado en el cine de terror escribiendo los de la Universal para Drácula y El Doctor Frankenstein y Bess Meredyth que había trabajado para varios estudios importantes y que participó en el primer Ben-Hur (1925), fue la tercera esposa y viuda de Michael Curtiz

Por una parte, El signo del zorro no es una película de grandes exteriores, la mayor parte de la acción transcurre en decorados, Mamoulian demuestra su experiencia en variedad de géneros al presentarnos ya desde el comienzo una puesta en escena coreográfica con los espadachines u otro despertar excelente como aquel mostrado antes con la primera aparición del héroe ante los habitantes del pueblo todos al unísono; el uso de las sombras (la fotografía fue de Arthur Miller, uno de los habituales de Ford en la FOX), especialmente en las apariciones del protagonista que recuerdan el cine de terror e incluso las del cine negro posterior; la comedia con los diálogos entre Power y Darnell en la capilla o el personaje del fraile o el personaje del gobernador que tiene su lado cercano, es de esos malos que caen bien por lo patoso que es, el guion daba al personaje de Basil Rathbone (El Capitán Esteban Pasquale) toda la maldad.

Por otra parte, detectamos una estructura de cómic en el que tenemos muchas licencias, damos por verosímil la excusa de que se piensen que el zorro es el fraile, el pasadizo secreto que deja con sus huellas, los juegos de magia que le ayudarán posteriormente, de hecho Powell le da al personaje de Don Diego bastante versatilidad, hay quien ha visto incluso un toque amanerado en más de una ocasión que contrasta con la ingenuidad y candidez de Linda Darnell, luego actriz que desarrollaría otro tipo de caracteres. Hay escenas como la de cuando el protagonista ha de lanzarse con el caballo por el puente que pecan de ser totalmente increíbles, pero el espectador lo daba por bueno (!¡y qué más daba!), además lo mejor era lo que venía antes, en este caso tenemos una persecución antológica y si no se salvaba él pues cómo iba a continuar el filme, este tipo de cuestiones también se siguen dando en el cine de superhéroes.

Quizá la escena mas recordada sea la del duelo de espadas entre el Zorro y Rathbone, dos años antes este último se batía con Errol Flynn en Robin de los bosques en otra antológico momento, en aquella ocasión se jugaba más con la acrobacia, aquí Mamoulian cambia el registro y lo hace más realista para no calcarlo, son dos tipos de vista y ambos son excelentes y ya han pasado a la historia del cine, aunque particularmente creo que ambos serían superados por el duelo que hay en Scaramouche de George Sidney. Por cierto, como anécdota, se nos dice que el personaje de Basil Rathbone fue instructor de esgrima en Barcelona, a esto le gustaba recordarlo Juan Marsé y agradecía que Hollywood se acordase de lo que para él era "el culo del mundo" en aquellos años.

 Ahí tienen el duelo y cómo acaba, aunque se deduce quién va a ganar, aviso por si las moscas...

La película fue un gran éxito y contribuyó a que Tyrone Power fuera de los galanes más considerados en aquella época, su físico le dio para papeles hispanos en Sangre y arena del mismo Mamoulian y repitiendo con Linda Darnell o El capitán de Castilla. Desgraciadamente ambos morirían jóvenes, Rathbone seguiría con una filmografía irregular en la que combinaba títulos mayores con otros mediocres, podía ser tan de pronto Sherlock Holmes como uno de los grandes villanos del séptimo arte.

En fin, creo que si tienen la oportunidad de verla, pasarán un rato de lo más agradable y seguro que tras un tiempo querrán verla otra vez, pues es de esas películas que no cansan y que ayudan a que el tiempo pase más rápido, una manera de hacer cine ya perdida, como esa excelente banda sonora de Alfred Newman que tanto se echa en falta en las producciones modernas.

20/02/2024

Centenario de Lee Marvin: La leyenda de la ciudad sin nombre (1969)

 



Un 19 de febrero de 1924 nacía en Nueva York el actor Lee Marvin y su centenario no podía pasar por alto en este blog, su fisonomía dura y glacial unida a un pelo blanco ya desde joven le caracterizó en personajes de violento, asesino, gánster o pistolero. Trabajó con grandes del cine como John Ford, Fritz Lang, Raoul Walsh, Don Siegel, Robert Aldrich, Stanley Kramer, Michael Curtiz, Richard Brooks, Richard Fleischer… A ellos se suma, entre otros más, Joshua Logan director de la Leyenda de la ciudad sin nombre (Paint your Wagon, 1969) de la que hablamos hoy.

El actor nos dio una serie de escenas en su filmografía difíciles de olvidar, aun nos duele ese café hirviendo que le lanza a Gloria Grahame en Los sobornados, cuando le tira a James Stewart el bistec de John Wayne en El hombre que mató a Liberty Valance o su enfrentamiento con Ronald Reagan en Código del hampa. Pero no todo son recuerdos malvados, tenía su corazón y cuando le tocaba ser más bondadoso le creíamos por igual, Marvin supo reírse de su encasillamiento, ya Ford en La taberna del irlandés nos lo pinta en aquella peculiar Nochebuena como el Rey de los EEUU, sus ganas de parodiarse tendrían en La ingenua explosiva (Cat Ballou, 1965) su recompensa en su doble papel como peligroso pistolero y en el de su ingenuo hermano gemelo, la Academia le concedió el Oscar y la cotización de Marvin subió.


Tal papel pudo influir para que finalmente Logan lo escogiera para La Leyenda de ciudad sin nombre, probablemente cuando citamos al actor nos acordamos muy especialmente de cuando canta (o susurra) “Estrella errante”, decía Jean Seberg, la protagonista, que era como escuchar lluvia gorgoteando por una tubería oxidada. Completaba el trío un Clint Eastwood aun muy asociado con los westerns de Leone, él mismo decía que lo que se estaba rodando era Cat Ballou 2 y viendo los problemas que tuvo Logan pensó que lo mejor era crear su propia productora Malpaso y empezar a dirigir.


La película era una mezcla de musical y western, aunque ninguno de estos dos se presentaba como ortodoxo, en cuanto al primero se estrenaban grandes éxitos como My Fair Lady o Sonrisas y lágrimas, pero también fracasos estrepitosos como La estrella o Hello Dolly. La Paramount arriesgó mucho al producirla y más contratando a Logan que acababa de rodar Camelot y que había sido un fracaso de público y hasta de crítica bastante injusto. En cuanto al segundo, a pesar de que la Academia se había decidido a premiar a John Wayne por Valor de ley aquel año, era indudable que la fuerza del spaghetti western italiano y las cada vez más abundantes desmitificaciones del género que Sam Peckinpah o el mismo Eastwood realizaría, acabarían dejando el western clásico ya como una reliquia.

Quizá por estas dos cosas y muchos otras, se dejó de lado lo que sería una adaptación fiel de la obra teatral estrenada en Broadway en 1952 y con música de Frederick Loewe y Alan Jay Lerner, el primero no quiso colaborar en las nuevas canciones que acabarían siendo escritas por André Previn, pero el segundo sería el productor y no se llevó nada bien con Logan, hasta tal punto llegaron las discordias que lo amenazó con sustituirlo por Richard Brooks. El director tenía claro y más tras Camelot, que no iba a haber la coreografía clásica, la cual se prescinde a lo largo del metraje y hasta se sustituye por todo un desfile de carrozas, lluvia y barro, primeros planos rodados desde el punto de vista de estas bajando a toda velocidad con lo que visto en una gran pantalla haría aumentar su atractivo. Las canciones no ralentizarían el ritmo narrativo y serían interpretadas por actores no cantantes, de ahí que rechazara la primera propuesta de Paramount de que fuese Bing Crosby el protagonista, el único profesional del género sería Harve Presnell que se luce en el número de "They Call the Wind Maria", aunque en el resto del filme su papel apenas tiene resonancia . Por otra parte, la mayor parte sería rodada en escenarios naturales.

Así pues Marvin cantaba, aunque recibiese esos “halagos” como el antes descrito por su compañera, pero su manera de interpretar la inolvidable “Estrella errante” contribuyó al éxito de esta. Eastwood no había cantado entonces y salía bastante bien parado como cuando hizo aquella de El aventurero de medianoche, con Jean Seberg al final cedió a los ruegos de Lerner y fue doblada por Anita Gordon. Creo que esta vez, pero no lo puedo confirmar, no se doblaron las canciones en la versión española, algo que sí pasó con Camelot, aunque sí José Guardiola la versionó con bastante éxito.

Otro aspecto era atraer a estos géneros un público antagónico, la casualidad quiso que al final Jean Seberg fuese la protagonista, papel pensado para Faye Dunaway, Mia Farrow o hasta Shirley MacLaine, la elegida fue Lesley Ann Warren, pero quedó embarazada y tuvo que rechazarlo, el contratar a Seberg hizo que ese “menage a trois” atrajera a los cinéfilos que por aquel entonces tanto le atraían las críticas de la Nouvelle Vague, curiosamente en Camelot también había uno y de los más famosos de la historia, pero ahí el no hubo la reacción esperada. La película también tenía que conseguir que la audiencia más recatada no se escandalizara por ello y de otros temas que van saliendo ( tema del “secuestro” de las prostitutas, el joven granjero que descubre el sexo…), de ahí la elección del escritor, dramaturgo y humanista Paddy Chayevsky, la sexualidad en el musical era algo hasta entonces impensable, él era todo un experto a la hora de hablar del sexo cotidiano en la televisión y su nombre tenía ya muy buena reputación  por el Oscar en Marty, luego lo recibiría por Anatomía de un hospital y Network. El hecho es que la historia podía ser vista desde dos puntos de vista distintos, por una parte un canto a la libertad sexual muy propio de esos años unido con el progreso, pero por otra parte que aquello solo conducía “a la nada” a no saber dónde iba uno como dice la letra de la primera canción, a que el mundo se dividía en los que van a algún sitio y a los que no y todo eso era castigado, ya nos lo advertía su predicador. Sin querer desvelar finales, digamos que hay todo un homenaje a Buster Keaton

Y en toda esa función, quien salía ganando a pesar de que Eastwood se fuera convirtiendo en una gran estrella y un excelente director y el encanto de la Seberg, era Lee Marvin, ya desde la primera secuencia cuando ha de acelerar el rezo por el hermano muerto de Eastwood para tomar posesión de esas tierras donde está apareciendo oro con ese guiño al de arriba o la manera que tenía de beber, enganchan. Mi plano favorito, aparte del famoso de la canción, es ese diálogo con ella una vez recién casados cuando la va a acosar y ella coge la pistola y le dice lo que piensa, aquel rostro de él dándose cuenta de lo que es y queriendo mostrarle sus respetos pocos actores sabrían resolverlo con esa naturalidad y sinceridad que un papel de estas características requería. Por eso he querido elegir esta película porque creo que es de sus mejores interpretaciones y un actor que podía hacer de todo tal y como antes he recordado en varias de sus películas, aunque pasen los años este Ben Rumson que compuso tiene una magia indescriptible, uno siente hasta piedad porque al fin y al cabo compartimos más de una cosa con él.

Para acabar conviene matizar un error que se produce al hablar de esta película como un fracaso, no lo fue, otra cosa es si compensó el alto presupuesto, pero eso ya es otra historia… Recaudó nada menos que 14.500.000 dólares de la época, en España tuvo la excelente cifra de 2.985.400 espectadores y hasta tuvo una reposición en Navidades del 79 también exitosa. Desgraciadamente, fue la última película de Joshua Logan, uno de esos nombres que algún día nos tendrían que explicar su ninguneo, por suerte críticos como nuestro admirado Jaume Figueras se han encargado de que lo valoráramos como merece.

Por cierto, no me he olvidado, ahí va el "Wand´rin Star" genuino de nuestro homenajeado Lee Marvin y por partida doble

14/02/2024

El día de los enamorados (1959)

 



Ya que el calendario este año ha sido travieso y el día en que Doña Cuaresma vence a Don Carnal ha coincidido con el día de San Valentín, vamos a celebrarlo viendo El día de los enamorados (1959), película muy popular en su día. Incluso no hace muchos años, Hollywood apostó por lo que aquí ya se había hecho seis décadas antes y Garry Marshall realizó Historias de San Valentín.  E
l objetivo de este blog es dar cabida también a ese cine popular del que apenas ningún crítico habla y recordar nombres de los que nadie se acuerda o ni siquiera llegó a saber que existían en pleno auge.

Uno de estos fue Fernando Palacios, director de esta, nacido en Zaragoza en 1916, su prematura muerte a los 49 años a causa de una angina de pecho cortó una carrera comercial que precisamente empezó con El día de los enamorados y siguió con títulos taquilleros como por ejemplo Siempre es domingo (1961), Tres de la Cruz Roja (1961 ) y muy especialmente La gran familia (1962). Su trabajo se multiplicaba y se le encargaron dos películas con Marisol: Marisol rumbo a Río (1963) y Búsqueme a esa chica (1964), también empezó a trabajar con la ya apenas recordada pareja Pili y Mili en Whisky y Wodka (1965). A ello se añade la secuela de La gran familia estrenada una semana antes de su inesperado fallecimiento.

Empezó de ayudante de dirección de su tío Florián Rey y luego de Ladislao Vadja, del primero decía que le gustaría heredar su corazón y del segundo su técnica. Cuando era preguntado (y criticado) por si solo hacía cine popular contestaba que su ideal sería conjuntar e integrar la minoría con la mayoría. Su trabajo no era tampoco fácil, a pesar de que sus filmes se calificasen como inocuos, conseguir tantos éxitos de taquilla seguidos requería también cierta habilidad no valorada.

En El día de los enamorados se juntaron detrás varios nombres importantes de nuestra industria, un joven Pedro Masó fue el creador de la historia y y había escrito guiones para las también comedias exitosas Manolo, guardia urbano (1956) o Las chicas de la Cruz Roja (1958). Ahí le acompañaban para los diálogos Antonio Vich cuyo trabajo había destacado sobre todo en la Fedra (1956) de Mur Oti o Los clarines del miedo (1958) y Rafael J. Salvia que aparte de director había escrito los notables guiones de El Judas (1952) o Cuerda de presos (1956). Si Masó en su argumento se acercaba al estilo Negulesco, los guionistas se encargaban de darle más forma de sainete castizo, con ello conseguían que el presupuesto no fuera tan elevado al no tener ese glamour hollywoodiense y que el público se sintiera más representando por los personajes.

A todo esto se añadía la música, Augusto Algueró que había conseguido un gran éxito con la canción de Las chicas de la Cruz Roja, aquí creaba otro que acompañaba el metraje y que facilitaba aun más la comercialidad del título. Curiosamente la compuso también en catalán, así lo recordaba Concha Velasco en uno de esos cines de Barrio con Parada, las hermanas Serrano fueron quienes cantaron esta versión que fue olvidada por la versión castellana cantada por el trío Globetrotters y popularizada por Monna Bell.


El argumento de El día de los enamorados hablaba de cuatro parejas que eran ayudadas por San Valentín en sus problemas, ahí teníamos un magnífico reparto, en el lado femenino la recordada Concha Velasco, ahí Conchita, cuya popularidad iba en aumento, la arrogante Katia Loritz, la bondadosa María Mahor y la sensible Mabel Karr. En el lado masculino Tony Leblanc que reunía las características adecuadas para este tipo de películas, Antonio Casal en su etapa más madura como galán y francamente divertido, Manuel Monroy, actor catalán bastante olvidado como uno de esos galanes secundarios y el joven Ángel Aranda, cuyo atractivo físico le llevó a protagonizar peplums y spaghetti westerns.

Pero entre todos ellos el que se llevó la máxima popularidad en el film fue Jorge Rigaud en su papel del santo, nacido en Buenos Aires como Jorge Rigato, emigró a Francia y llegó a trabajar con René Clair (14 de julio), pero el éxito le vino con esta película lo que le propició participar en un sinfín de películas, aunque como secundario. Volvió a interpretar su gran papel en su secuela, también dirigida por Palacios y con los mismos guionistas, menos conseguida a nivel argumental.

 A pesar de los presupuestos reducidos  se cuidaban los aspectos técnicos y la película gozaba de un sistema Eastmancolor que aun le daba más vitalidad y optimismo a quienes buscaban en el cine una válvula de escape. Con los años, también se puede ver como un documento sociológico y analizar esa España que salía de la posguerra y en la que era posible aparcar el coche en la Gran Vía madrileña. Hay detalles que bien podrían pasar a formar parte de un museo de historia, observen esos cines como el Actualidades o el Palacio de la Prensa con un cartel de El zorro de los océanos con John Wayne de protagonista, el retrato de ese Parque del Retiro como el lugar ideal de los enamorados, la alegría de la tuna universitaria, las “Galerías Preciados” que fueron quienes importaron tal día con finalidades comerciales a partir de un artículo de González Ruano en el diario “Madrid”... Ingredientes muchos de ellos concebidos como cursis, pero honestos y deliciosos, vale la pena verla y si es sin prejuicios uno la disfrutará más, no hagan caso de ciertas voces que la consideran un modelo de comedia anacrónico, el cine español también, cuando quiere, repite la fórmula, fíjense en casos como Barcelona, noche de verano (2013) o Barcelona, noche de invierno (2015) por ejemplo

07/02/2024

La kermesse heroica (1935)

 


Ya que estamos en días de jolgorio y carnavales, traigo hoy una película alegre y vitalista, curiosamente también conocida como Carnaval en Flandes, en realidad no transcurre en esas fechas, aunque bien pudiera, su título es La kermesse heroica (1935), más de uno dirá qué palabra es esa, pues yendo al diccionario de la RAE nos dice que es una fiesta popular, al aire libre, con bailes, rifas, concursos, etc. Su etimología viene del francés “kermesse” y este del neerlandés medio “kercmisse” (misa de iglesia).


Otros también se preguntarán que quién es ese director Jacques Feyder, cuyo nombre no les suena de nada… Mis lectores más jóvenes no habrán tenido demasiadas oportunidades de conocerlo, pero tampoco los que tenemos más años hablando de esta cosa llamada cine. Su nombre se inscribe en el “Realismo poético francés” que fue un término utilizado por George Sadoul en su Historia del cine mundial y venía a ser, para resumir, una especie de realismo unido a lirismo, se cuidaba mucho la puesta en escena, la iluminación, la ambientación, etc.  Realizadores como Jean Vigo (L´Atalante, 1931), Julien Duvivier (Pepe le Moko, 1937), Marcel Carné (El muelle de las brumas, 1938) y que colabora en La kermesse heroica también, los guionistas Jacques Prevert o Charles Spaak o nombres que seguro ya nos suenan más como René Clair o Jean Renoir foman parte de este movimiento o tendencia.

Nos quedamos con el nombre de Charles Spaak aquí, ya que precisamente La kermesse heroica parte de un cuento suyo escrito diez años antes, él mismo colaboró en el guion junto a Feyder, cuya obra, a pesar de no ser tan conocida, resulta más que interesante ya que llegó a trabajar en Hollywood y con Greta Garbo en El beso (1929). Pero antes, él había sido uno de los directores más innovadores del cine francés (él es belga, pero se nacionalizó) con títulos como L´Atlantide (1921) o Crainquebille (1923). Tras su etapa fallida hollywoodiense en la Metro, empieza a colaborar con Charles Spaak en títulos como Le grand jeu (1934) o Pensión mimosas (1935), pero sin duda su título más famoso seria La Kermesse heroica. Es posible que su muerte relativamente temprana en 1948 y ciertas manías de los influyentes críticos del "Cahiers du cinéma"  hicieran caer en el olvido el resto de su obra.

Conocí La kermesse heroica gracias al añorado Carlos Pumares, era de sus títulos favoritos, la programó dos veces en "La clave" en los 80, luego cuando empezó su "Polvo de estrellas" televisivo en Antena 3 la programó en su primera emisión, el canal privado la repuso al cabo de año y medio (qué tiempos aquellos cuando las privadas emitían clásicos…), una década más tarde el espacio de José Luis Garci "Qué grande es el cine" la rescató.


Contrariamente a lo que se piensa y hasta se ha llegado a escribir y decir, no estuvo prohibida en España, se estrenó un 23 de febrero de 1936, tras el paréntesis de la guerra siguió en las carteleras, por ejemplo tengo datos de que en Barcelona en agosto de 1939 se exhibía en el Cine Cataluña curiosamente en un programa doble junto a La hermana San Sulpicio, cines de barrio como el Selecto del barrio de Gracia de la citada ciudad la programó en agosto de 1942, así como el Máximo de la Calle Sicilia en Navidades de 1943, el cine club universitario del SEU la exhibió un 29 de febrero de 1952 y la película seguía paseándose por más salas como el Céntrico y el Triunfo (4 de enero de 1953) Lo que ya no sé es en qué estado estaba la copia, si la censura actuó en ella, es de suponer que sí, pero lo mismo nos hallábamos con sorpresas, tampoco hay datos de quienes la doblaron entonces, pues las copias de las que disponemos en la actualidad traen un redoblaje del año 1997 algo insípido.

La película da un gran salto en 1968 cuando se repone en versión original subtitulada, en Barcelona en el Atenas (del círculo A), el entonces crítico de cine Enric Sopena escribía en La Vanguardia que “como si no hubiese pasado el tiempo La kermesse heroica a los 33 años de su estreno, es un filme perfectamente adecuado a los gustos de nuestros días”, aunque luego, paradójicamente, criticaba que no se exhibieran películas más actuales en esta sala.

14 años más tarde también fue objeto de una reposición en VOSE, en Barcelona en el recordado Capsa, todos estos datos vienen a cuento de que es una película que todo aquel amante del cine pudo verla y transmitirla de generación en generación, este tipo de reposiciones se daban generalmente en grandes clásicos y películas de culto, pero es que La kermesse heroica, a pesar del olvido de estos últimos años, es uno de los títulos clave del séptimo arte.

Cada vez que la visiono, pienso en que quizá su esteticismo no se valora como lo pensó el director, se recurre a la pintura flamenca y holandesa en varios planos, pero Feyder pretendía que estas obras se vieran como algo natural y así aproximarlo al espectador, las pinturas se adaptan a la trama sin que por ello tengamos una película tremendamente barroca. Los travellings se exhiben con una espontaneidad sorprendente, maravilloso resulta el primero donde ya nos ambientamos en ese pueblo de Boom, sus calles con sus puentecillos, la gente que se va moviendo, los distintos oficios, casi es una secuencia que recuerda al cine musical. Convendría que los cada vez más abundantes nuevos realizadores, que tanto les gusta machacar con estas herramientas, aprendieran de los clásicos y vieran que la mesura es la mejor arma para que sus habilidades puedan ser apreciadas. Lástima de no disponer de videos con la escena.

El argumento, ambientado durante la dominación española en Flandes trata sobre la inminente llegada a una pequeña ciudad de tropas españolas y que provoca el pánico entre los hombres. Las mujeres, en cambio, deciden preparar una espléndida fiesta de bienvenida a los “temibles” soldados españoles. Esta trama gustó tanto a Luis García Berlanga que le sirvió de inspiración para Bienvenido Mr. Marshall. Pero a quien no gustó nada fue al Partido nacionalista flamenco que boicoteó su estreno soltando ratas en el cine y destrozando las butacas, se produjeron altercados en Amberes y Ámsterdam, en Brujas fue prohibida. Los nazis la prohibieron.

Ver La kermesse heroica hoy en día supone toda una lección, Feyder nos demuestra que en esta vida no hay ni malos ni buenos, si hace una semana traía Que vienen los rusos a este blog, aquí también podemos hablar, como en aquella, de que el género humano ha de entenderse y buscar la concordia, para ello saber reírnos de nuestros defectos es un buen inicio para avanzar. Hay en esta película también cierto feminismo, las mujeres son las valientes, las que toman las decisiones, pero como el mensaje es que los hombres no pueden vivir sin las mujeres y viceversa, más de un colectivo de los actuales la tachará de todo lo contrario.

Fenomenalmente fotografiada por Harry Stradling, el de My Fair Lady entre otras muchas grandes, y con Alexander Trauner en los diseñadores (el de El Apartamento), esta comedia de maridos burlados, sátira contra ciertos miembros de la Iglesia que poco tienen de caritativos y parodia de la nobleza pretende la reflexión y, por otra parte, en más de una ocasión, sugiere más que mostrar para que sea el espectador, aquí tomado como persona inteligente, el que saque sus conclusiones. Dice Víctor Erice que una vez hemos visto una película ya es nuestra, sigamos su consejo y tengamos ya en nuestro poder los 110 minutos de esta obra maestra llamada La Kermesse heroica y que no se nos olvide el nombre de Jacques Feyder

31/01/2024

¡Que vienen los rusos! (1966) Norman Jewison in memoriam

 



Seguimos desgraciadamente con las necrológicas, el pasado 20 de enero fallecía a los 97 años el director y productor Norman Jewison, un cineasta que tan pronto era infravalorado como sobrevalorado por la crítica, pero de lo que no cabe duda es que sus títulos más famosos siguen bien presentes en las distintas programaciones de las televisiones o en plataformas. Su nombre se engloba en una generación de realizadores que ya se alejaban de los cánones del cine clásico dorado hollywoodense y que tratarían temas como los derechos civiles, la denuncia del racismo y cierto espíritu crítico contra la política estadounidense, ahí estaban Mike Nichols, Arthur Penn, Sam Peckinpah, John Schlesinger, Franklin J. Schafner, etc.

Jewison, no obstante, se diferenciaba de ellos porque aun bebía bastante del cine clásico y combinó comedias, musicales, dramas judiciales, sociales, ciencia ficción, etc. Sus inicios en el campo de la comedia no suelen estar entre los más reconocidos, debutó en Soltero en apuros (1963) una comedia al servicio de Tony Curtis muy blanda y familiar, que pasó a la historia por ser la primera que lograba rodarse en el Disneylandia californiano, siguieron títulos mejores como la tercera entrega de la comedia al servicio de la pareja Rock Hudson/Doris Day titulada No me mandes flores (1964) o la infravalorada El arte de amar (1965). Entre estas destaca Que vienen los rusos (The Russians Are Coming) (1966), comedia disparatada que se englobaba en aquel subgénero paranoico que Kubrick inmortalizara con su Teléfono rojo ¿Volamos hacia Moscú? (1964) o Woody Allen escribiera su obra de teatro aquí titulada Los USA en zona rusa y de la que hablamos hace unos meses


¡Que vienen los rusos! era algo más que una sucesión de situaciones hilarantes, detrás se esconde una crítica a la Guerra Fría y un alegato al entendimiento y a la paz entre las naciones, muy propio de lo que se estaba cociendo en esos años. Jewison adaptaba la novela de Nathaniel Benchley The Off-Islanders (1961), tal escritor quizá lo conozcan más por su apellido y es que era el padre de Peter Benchley, el autor de Tiburón. Sin embargo, nos quedamos más con el nombre del guionista William Rose que acababa de escribir El mundo está loco, loco, loco. Su capacidad para escribir se reflejaba en varias comedias de la Ealing  como El quinteto de la muerte o La bella Maggie u otras británicas muy populares como Genoveva.

Así pues, más que recurrir al humor de sal gorda y a describir personajes infantilmente grotescos se prioriza lo que es encontrar los puntos ridículos en común de ambos y apostar que todos nos podemos entender a pesar de las diferencias. Eso no significa que la comedia no tenga momentos algo más subidos de tono y alguna que otra situación que con el tiempo ha quedado algo envejecida, en parte porque parece que cada vez nos gusta menos reírnos y si es de nosotros mismos peor.

A Jewison le salió una película larga, se va a más de dos horas, aunque el ritmo no lo pierde, su comienzo es brillante con ese contraste entre lo que es la típica familia americana de vacaciones con niño repelente incluido y los rusos que buscan ayuda. Brilla ahí Carl Reiner, el director lo contrató porque como el personaje era un escritor pensó que el público lo aceptaría más al ser uno real, y en el otro bando tenemos al genial Alan Arkin en su etapa de comedias para la United Artists. En medio de ellos un John Phillip Law cuyo personaje bondadoso irá teniendo protagonismo en todo el metraje.

Durante la película tenemos más contrastes y es que los buenos guiones funcionaban (y seguirían funcionando) de esta manera, ahí tenemos al jefe de policía Brian Keith en un papel muy a su medida en oposición al que interpreta Paul Ford como autonombrado jefe de esa milicia para salvar a los americanos de la invasión rusa, un personaje, por otra parte, muy en la línea Ealing y que consigue la habilidad de ridiculizar y a la vez que sintamos piedad hacia él. También brilla toda una serie de personajes secundarios como la telefonista, la vecina a la que no hacen caso de tanto quejarse, Jonathan Winters en su papel del policía Norman exigiendo a lo largo de la película que hay que tener un plan o el capitán ruso "serio" Theodore Bikel. Y tenemos ahí a Eva Marie Saint, no es un papel para lucirse, pero cumple debidamente como la sufrida esposa de Reiner.

Durante el rodaje, hubo alguna situación también digna de haber sido llevada al argumento, la Armada de los EEUU no quiso dejar un submarino ya que en la película se iba a enarbolar una bandera soviética, sin embargo la Fuerza Aérea sí cooperó y permitió que salieran dos cazas. La visión humana de los rusos no fue del todo bien encajada por cierta crítica, el mensaje de igualdad entre seres humanos se tildaba de comunista y poco patriótico aun por algunos, aun así logró unos excelentes resultados en taquilla y en España también. Se trataba de criticar la Guerra Fría y que ya iba siendo hora de que se buscase algún entendimiento que pusiera fin a ese absurdo y no por tratarlo se era un antiestadounidense o de determinados pensamientos políticos, Hollywood ya iba dejando atrás la caza de brujas .

Así pues, sin la complejidad de la película de Kubrick, Jewison lograba un filme divertido, accesible y que tras la sonrisa o la carcajada hubiera tiempo para la reflexión. La idea luego fue retomada con resultados desiguales por Steven Spielberg en su 1941. Al año siguiente dirigía En el calor de la noche, alegato antirracista que fue la gran triunfadora de los Oscars cuando estos aun valían la pena. Descanse en paz Norman Jewison, yo me sitúo en el grupo de los que piensan que está infravalorado, ya solo el hecho de llevar a la pantalla El violinista en el tejado (1971) o resucitar la comedia romántica con Hechizo de luna (1987) le colocan en un pedestal preferente

El reportero (Michelangelo Antonioni, 1975)

La figura del director Michelangelo Antonioni con el tiempo ha sufrido evoluciones que van desde quienes lo consideran todo un genio del sé...