29/02/2024

El signo del Zorro (1940)

 



Aprovechando la emisión de TVE de la serie sobre el Zorro (floja según la crítica y finalmente relegada a la madrugada), pensé que era buena ocasión para recuperar una de las mejores versiones que sobre el personaje creado por Johnston McCalley en La maldición de Capistrano (1919) se han hecho y que había sido ya  llevada en 1920  por Fred Niblo y Theodore Reed con un inolvidable Douglas Fairbanks. Pero yo hablaré de la que interpretó Tyrone Power en 1940 a las órdenes de Rouben Mamoulian para la Twentieth Century Fox y que detecto bastante olvidada y eso que está al mismo nivel que los clásicos de aventuras de la época, especialmente las de Michael Curtiz con la pareja Flynn-De Havilland.


Parte de esa "amnesia" es debida a una nefasta programación de esta película a lo largo de las décadas, emitida en TVE en los lejanos 70 en un ciclo del actor, en los 80 en vez de emitirla en su "Primera Sesión" nos la ofreció en su espacio de "Cine de Madrugada", ignoro si alguna autonómica la recuperó después, pero hubo que esperar al estreno de la versión de Antonio Banderas para que Antena 3 la emitiera en varios pases, pero a las cinco de la mañana, aquellas eran épocas de programar el vídeo y que nos saliesen anuncios de la vidente Aramís Fuster o teléfonos pornográficos... Por suerte la FOX la editó en VHS y ya pudimos disfrutar de ella sin sobresaltos, pero cuando sale en DVD nos la ofrecen en una única copia coloreada y desde entonces ya no se ha vuelto a saber sobre ella.

También esa marginación puede ser debida al poco conocimiento también que hay actualmente de Mamoulian, director que fue de los más importantes de los años 30 en Hollywood, era algo más que un artesano, pero su carrera empezó a decaer por su carácter quisquilloso y seguir queriendo ser un autor, no aceptó las trabas de la FOX mientras rodaba Laura y pasó esta a manos de Preminger, que también lo sustituyó en Porgy And Bess, con la misma productora empezó Cleopatra y al final se tuvo que ir y el pobre Mankiewickz tuvo que padecer todas las neuras del rodaje y lo que vino a continuación que casi hunde a los estudios.

Pero la fama de Mamoulian fue, principlamente, con los estudios de la Paramount donde se especializó en musicales (Ámame esta noche, 1932) en cine de gánsteres (Las calles de la ciudad, 1931), terror (El hombre y el monstruo, 1931)... En 1933 tuvo su primer revés de crítica y nada menos que rodando con Marlene Dietrich El cantar de los cantares, curiosamente ese mismo año lograba su película más recordada y con Greta Garbo, esta vez para la Metro: La Reina Cristina de Suecia. Las comparaciones de los filmes entre las dos divas fueron algo más que odiosas. Mamoulian había conseguido también grandes avances técnicos, consiguió que el sonido de la cámara no se entrometiera en los diálogos y con La feria de la vanidad (1935) para la RKO consiguió que fuese el primer largometraje en ser grabado en Technicolor de tres tiras.

Vean ese despertar de Ámame esta noche:


Así pues, no nos tendría que sonar a extraño su nombre y para una película de aventuras como El signo del zorro podía mostrar todas sus cualidades, a pesar de tener que ceder a lo que era el canon impuesto en este tipo de producciones para ir en programas dobles, las cuales no tenían que ir más allá de los 90 minutos. El guion era de John Taintor Foote, no muy conocido, aunque escribió posteriormente el de Encadenados ,Garret Fort que había trabajado ya con el director y que se habia especializado en el cine de terror escribiendo los de la Universal para Drácula y El Doctor Frankenstein y Bess Meredyth que había trabajado para varios estudios importantes y que participó en el primer Ben-Hur (1925), fue la tercera esposa y viuda de Michael Curtiz

Por una parte, El signo del zorro no es una película de grandes exteriores, la mayor parte de la acción transcurre en decorados, Mamoulian demuestra su experiencia en variedad de géneros al presentarnos ya desde el comienzo una puesta en escena coreográfica con los espadachines u otro despertar excelente como aquel mostrado antes con la primera aparición del héroe ante los habitantes del pueblo todos al unísono; el uso de las sombras (la fotografía fue de Arthur Miller, uno de los habituales de Ford en la FOX), especialmente en las apariciones del protagonista que recuerdan el cine de terror e incluso las del cine negro posterior; la comedia con los diálogos entre Power y Darnell en la capilla o el personaje del fraile o el personaje del gobernador que tiene su lado cercano, es de esos malos que caen bien por lo patoso que es, el guion daba al personaje de Basil Rathbone (El Capitán Esteban Pasquale) toda la maldad.

Por otra parte, detectamos una estructura de cómic en el que tenemos muchas licencias, damos por verosímil la excusa de que se piensen que el zorro es el fraile, el pasadizo secreto que deja con sus huellas, los juegos de magia que le ayudarán posteriormente, de hecho Powell le da al personaje de Don Diego bastante versatilidad, hay quien ha visto incluso un toque amanerado en más de una ocasión que contrasta con la ingenuidad y candidez de Linda Darnell, luego actriz que desarrollaría otro tipo de caracteres. Hay escenas como la de cuando el protagonista ha de lanzarse con el caballo por el puente que pecan de ser totalmente increíbles, pero el espectador lo daba por bueno (!¡y qué más daba!), además lo mejor era lo que venía antes, en este caso tenemos una persecución antológica y si no se salvaba él pues cómo iba a continuar el filme, este tipo de cuestiones también se siguen dando en el cine de superhéroes.

Quizá la escena mas recordada sea la del duelo de espadas entre el Zorro y Rathbone, dos años antes este último se batía con Errol Flynn en Robin de los bosques en otra antológico momento, en aquella ocasión se jugaba más con la acrobacia, aquí Mamoulian cambia el registro y lo hace más realista para no calcarlo, son dos tipos de vista y ambos son excelentes y ya han pasado a la historia del cine, aunque particularmente creo que ambos serían superados por el duelo que hay en Scaramouche de George Sidney. Por cierto, como anécdota, se nos dice que el personaje de Basil Rathbone fue instructor de esgrima en Barcelona, a esto le gustaba recordarlo Juan Marsé y agradecía que Hollywood se acordase de lo que para él era "el culo del mundo" en aquellos años.

 Ahí tienen el duelo y cómo acaba, aunque se deduce quién va a ganar, aviso por si las moscas...

La película fue un gran éxito y contribuyó a que Tyrone Power fuera de los galanes más considerados en aquella época, su físico le dio para papeles hispanos en Sangre y arena del mismo Mamoulian y repitiendo con Linda Darnell o El capitán de Castilla. Desgraciadamente ambos morirían jóvenes, Rathbone seguiría con una filmografía irregular en la que combinaba títulos mayores con otros mediocres, podía ser tan de pronto Sherlock Holmes como uno de los grandes villanos del séptimo arte.

En fin, creo que si tienen la oportunidad de verla, pasarán un rato de lo más agradable y seguro que tras un tiempo querrán verla otra vez, pues es de esas películas que no cansan y que ayudan a que el tiempo pase más rápido, una manera de hacer cine ya perdida, como esa excelente banda sonora de Alfred Newman que tanto se echa en falta en las producciones modernas.

20/02/2024

Centenario de Lee Marvin: La leyenda de la ciudad sin nombre (1969)

 



Un 19 de febrero de 1924 nacía en Nueva York el actor Lee Marvin y su centenario no podía pasar por alto en este blog, su fisonomía dura y glacial unida a un pelo blanco ya desde joven le caracterizó en personajes de violento, asesino, gánster o pistolero. Trabajó con grandes del cine como John Ford, Fritz Lang, Raoul Walsh, Don Siegel, Robert Aldrich, Stanley Kramer, Michael Curtiz, Richard Brooks, Richard Fleischer… A ellos se suma, entre otros más, Joshua Logan director de la Leyenda de la ciudad sin nombre (Paint your Wagon, 1969) de la que hablamos hoy.

El actor nos dio una serie de escenas en su filmografía difíciles de olvidar, aun nos duele ese café hirviendo que le lanza a Gloria Grahame en Los sobornados, cuando le tira a James Stewart el bistec de John Wayne en El hombre que mató a Liberty Valance o su enfrentamiento con Ronald Reagan en Código del hampa. Pero no todo son recuerdos malvados, tenía su corazón y cuando le tocaba ser más bondadoso le creíamos por igual, Marvin supo reírse de su encasillamiento, ya Ford en La taberna del irlandés nos lo pinta en aquella peculiar Nochebuena como el Rey de los EEUU, sus ganas de parodiarse tendrían en La ingenua explosiva (Cat Ballou, 1965) su recompensa en su doble papel como peligroso pistolero y en el de su ingenuo hermano gemelo, la Academia le concedió el Oscar y la cotización de Marvin subió.


Tal papel pudo influir para que finalmente Logan lo escogiera para La Leyenda de ciudad sin nombre, probablemente cuando citamos al actor nos acordamos muy especialmente de cuando canta (o susurra) “Estrella errante”, decía Jean Seberg, la protagonista, que era como escuchar lluvia gorgoteando por una tubería oxidada. Completaba el trío un Clint Eastwood aun muy asociado con los westerns de Leone, él mismo decía que lo que se estaba rodando era Cat Ballou 2 y viendo los problemas que tuvo Logan pensó que lo mejor era crear su propia productora Malpaso y empezar a dirigir.


La película era una mezcla de musical y western, aunque ninguno de estos dos se presentaba como ortodoxo, en cuanto al primero se estrenaban grandes éxitos como My Fair Lady o Sonrisas y lágrimas, pero también fracasos estrepitosos como La estrella o Hello Dolly. La Paramount arriesgó mucho al producirla y más contratando a Logan que acababa de rodar Camelot y que había sido un fracaso de público y hasta de crítica bastante injusto. En cuanto al segundo, a pesar de que la Academia se había decidido a premiar a John Wayne por Valor de ley aquel año, era indudable que la fuerza del spaghetti western italiano y las cada vez más abundantes desmitificaciones del género que Sam Peckinpah o el mismo Eastwood realizaría, acabarían dejando el western clásico ya como una reliquia.

Quizá por estas dos cosas y muchos otras, se dejó de lado lo que sería una adaptación fiel de la obra teatral estrenada en Broadway en 1952 y con música de Frederick Loewe y Alan Jay Lerner, el primero no quiso colaborar en las nuevas canciones que acabarían siendo escritas por André Previn, pero el segundo sería el productor y no se llevó nada bien con Logan, hasta tal punto llegaron las discordias que lo amenazó con sustituirlo por Richard Brooks. El director tenía claro y más tras Camelot, que no iba a haber la coreografía clásica, la cual se prescinde a lo largo del metraje y hasta se sustituye por todo un desfile de carrozas, lluvia y barro, primeros planos rodados desde el punto de vista de estas bajando a toda velocidad con lo que visto en una gran pantalla haría aumentar su atractivo. Las canciones no ralentizarían el ritmo narrativo y serían interpretadas por actores no cantantes, de ahí que rechazara la primera propuesta de Paramount de que fuese Bing Crosby el protagonista, el único profesional del género sería Harve Presnell que se luce en el número de "They Call the Wind Maria", aunque en el resto del filme su papel apenas tiene resonancia . Por otra parte, la mayor parte sería rodada en escenarios naturales.

Así pues Marvin cantaba, aunque recibiese esos “halagos” como el antes descrito por su compañera, pero su manera de interpretar la inolvidable “Estrella errante” contribuyó al éxito de esta. Eastwood no había cantado entonces y salía bastante bien parado como cuando hizo aquella de El aventurero de medianoche, con Jean Seberg al final cedió a los ruegos de Lerner y fue doblada por Anita Gordon. Creo que esta vez, pero no lo puedo confirmar, no se doblaron las canciones en la versión española, algo que sí pasó con Camelot, aunque sí José Guardiola la versionó con bastante éxito.

Otro aspecto era atraer a estos géneros un público antagónico, la casualidad quiso que al final Jean Seberg fuese la protagonista, papel pensado para Faye Dunaway, Mia Farrow o hasta Shirley MacLaine, la elegida fue Lesley Ann Warren, pero quedó embarazada y tuvo que rechazarlo, el contratar a Seberg hizo que ese “menage a trois” atrajera a los cinéfilos que por aquel entonces tanto le atraían las críticas de la Nouvelle Vague, curiosamente en Camelot también había uno y de los más famosos de la historia, pero ahí el no hubo la reacción esperada. La película también tenía que conseguir que la audiencia más recatada no se escandalizara por ello y de otros temas que van saliendo ( tema del “secuestro” de las prostitutas, el joven granjero que descubre el sexo…), de ahí la elección del escritor, dramaturgo y humanista Paddy Chayevsky, la sexualidad en el musical era algo hasta entonces impensable, él era todo un experto a la hora de hablar del sexo cotidiano en la televisión y su nombre tenía ya muy buena reputación  por el Oscar en Marty, luego lo recibiría por Anatomía de un hospital y Network. El hecho es que la historia podía ser vista desde dos puntos de vista distintos, por una parte un canto a la libertad sexual muy propio de esos años unido con el progreso, pero por otra parte que aquello solo conducía “a la nada” a no saber dónde iba uno como dice la letra de la primera canción, a que el mundo se dividía en los que van a algún sitio y a los que no y todo eso era castigado, ya nos lo advertía su predicador. Sin querer desvelar finales, digamos que hay todo un homenaje a Buster Keaton

Y en toda esa función, quien salía ganando a pesar de que Eastwood se fuera convirtiendo en una gran estrella y un excelente director y el encanto de la Seberg, era Lee Marvin, ya desde la primera secuencia cuando ha de acelerar el rezo por el hermano muerto de Eastwood para tomar posesión de esas tierras donde está apareciendo oro con ese guiño al de arriba o la manera que tenía de beber, enganchan. Mi plano favorito, aparte del famoso de la canción, es ese diálogo con ella una vez recién casados cuando la va a acosar y ella coge la pistola y le dice lo que piensa, aquel rostro de él dándose cuenta de lo que es y queriendo mostrarle sus respetos pocos actores sabrían resolverlo con esa naturalidad y sinceridad que un papel de estas características requería. Por eso he querido elegir esta película porque creo que es de sus mejores interpretaciones y un actor que podía hacer de todo tal y como antes he recordado en varias de sus películas, aunque pasen los años este Ben Rumson que compuso tiene una magia indescriptible, uno siente hasta piedad porque al fin y al cabo compartimos más de una cosa con él.

Para acabar conviene matizar un error que se produce al hablar de esta película como un fracaso, no lo fue, otra cosa es si compensó el alto presupuesto, pero eso ya es otra historia… Recaudó nada menos que 14.500.000 dólares de la época, en España tuvo la excelente cifra de 2.985.400 espectadores y hasta tuvo una reposición en Navidades del 79 también exitosa. Desgraciadamente, fue la última película de Joshua Logan, uno de esos nombres que algún día nos tendrían que explicar su ninguneo, por suerte críticos como nuestro admirado Jaume Figueras se han encargado de que lo valoráramos como merece.

Por cierto, no me he olvidado, ahí va el "Wand´rin Star" genuino de nuestro homenajeado Lee Marvin y por partida doble

14/02/2024

El día de los enamorados (1959)

 



Ya que el calendario este año ha sido travieso y el día en que Doña Cuaresma vence a Don Carnal ha coincidido con el día de San Valentín, vamos a celebrarlo viendo El día de los enamorados (1959), película muy popular en su día. Incluso no hace muchos años, Hollywood apostó por lo que aquí ya se había hecho seis décadas antes y Garry Marshall realizó Historias de San Valentín.  E
l objetivo de este blog es dar cabida también a ese cine popular del que apenas ningún crítico habla y recordar nombres de los que nadie se acuerda o ni siquiera llegó a saber que existían en pleno auge.

Uno de estos fue Fernando Palacios, director de esta, nacido en Zaragoza en 1916, su prematura muerte a los 49 años a causa de una angina de pecho cortó una carrera comercial que precisamente empezó con El día de los enamorados y siguió con títulos taquilleros como por ejemplo Siempre es domingo (1961), Tres de la Cruz Roja (1961 ) y muy especialmente La gran familia (1962). Su trabajo se multiplicaba y se le encargaron dos películas con Marisol: Marisol rumbo a Río (1963) y Búsqueme a esa chica (1964), también empezó a trabajar con la ya apenas recordada pareja Pili y Mili en Whisky y Wodka (1965). A ello se añade la secuela de La gran familia estrenada una semana antes de su inesperado fallecimiento.

Empezó de ayudante de dirección de su tío Florián Rey y luego de Ladislao Vadja, del primero decía que le gustaría heredar su corazón y del segundo su técnica. Cuando era preguntado (y criticado) por si solo hacía cine popular contestaba que su ideal sería conjuntar e integrar la minoría con la mayoría. Su trabajo no era tampoco fácil, a pesar de que sus filmes se calificasen como inocuos, conseguir tantos éxitos de taquilla seguidos requería también cierta habilidad no valorada.

En El día de los enamorados se juntaron detrás varios nombres importantes de nuestra industria, un joven Pedro Masó fue el creador de la historia y y había escrito guiones para las también comedias exitosas Manolo, guardia urbano (1956) o Las chicas de la Cruz Roja (1958). Ahí le acompañaban para los diálogos Antonio Vich cuyo trabajo había destacado sobre todo en la Fedra (1956) de Mur Oti o Los clarines del miedo (1958) y Rafael J. Salvia que aparte de director había escrito los notables guiones de El Judas (1952) o Cuerda de presos (1956). Si Masó en su argumento se acercaba al estilo Negulesco, los guionistas se encargaban de darle más forma de sainete castizo, con ello conseguían que el presupuesto no fuera tan elevado al no tener ese glamour hollywoodiense y que el público se sintiera más representando por los personajes.

A todo esto se añadía la música, Augusto Algueró que había conseguido un gran éxito con la canción de Las chicas de la Cruz Roja, aquí creaba otro que acompañaba el metraje y que facilitaba aun más la comercialidad del título. Curiosamente la compuso también en catalán, así lo recordaba Concha Velasco en uno de esos cines de Barrio con Parada, las hermanas Serrano fueron quienes cantaron esta versión que fue olvidada por la versión castellana cantada por el trío Globetrotters y popularizada por Monna Bell.


El argumento de El día de los enamorados hablaba de cuatro parejas que eran ayudadas por San Valentín en sus problemas, ahí teníamos un magnífico reparto, en el lado femenino la recordada Concha Velasco, ahí Conchita, cuya popularidad iba en aumento, la arrogante Katia Loritz, la bondadosa María Mahor y la sensible Mabel Karr. En el lado masculino Tony Leblanc que reunía las características adecuadas para este tipo de películas, Antonio Casal en su etapa más madura como galán y francamente divertido, Manuel Monroy, actor catalán bastante olvidado como uno de esos galanes secundarios y el joven Ángel Aranda, cuyo atractivo físico le llevó a protagonizar peplums y spaghetti westerns.

Pero entre todos ellos el que se llevó la máxima popularidad en el film fue Jorge Rigaud en su papel del santo, nacido en Buenos Aires como Jorge Rigato, emigró a Francia y llegó a trabajar con René Clair (14 de julio), pero el éxito le vino con esta película lo que le propició participar en un sinfín de películas, aunque como secundario. Volvió a interpretar su gran papel en su secuela, también dirigida por Palacios y con los mismos guionistas, menos conseguida a nivel argumental.

 A pesar de los presupuestos reducidos  se cuidaban los aspectos técnicos y la película gozaba de un sistema Eastmancolor que aun le daba más vitalidad y optimismo a quienes buscaban en el cine una válvula de escape. Con los años, también se puede ver como un documento sociológico y analizar esa España que salía de la posguerra y en la que era posible aparcar el coche en la Gran Vía madrileña. Hay detalles que bien podrían pasar a formar parte de un museo de historia, observen esos cines como el Actualidades o el Palacio de la Prensa con un cartel de El zorro de los océanos con John Wayne de protagonista, el retrato de ese Parque del Retiro como el lugar ideal de los enamorados, la alegría de la tuna universitaria, las “Galerías Preciados” que fueron quienes importaron tal día con finalidades comerciales a partir de un artículo de González Ruano en el diario “Madrid”... Ingredientes muchos de ellos concebidos como cursis, pero honestos y deliciosos, vale la pena verla y si es sin prejuicios uno la disfrutará más, no hagan caso de ciertas voces que la consideran un modelo de comedia anacrónico, el cine español también, cuando quiere, repite la fórmula, fíjense en casos como Barcelona, noche de verano (2013) o Barcelona, noche de invierno (2015) por ejemplo

07/02/2024

La kermesse heroica (1935)

 


Ya que estamos en días de jolgorio y carnavales, traigo hoy una película alegre y vitalista, curiosamente también conocida como Carnaval en Flandes, en realidad no transcurre en esas fechas, aunque bien pudiera, su título es La kermesse heroica (1935), más de uno dirá qué palabra es esa, pues yendo al diccionario de la RAE nos dice que es una fiesta popular, al aire libre, con bailes, rifas, concursos, etc. Su etimología viene del francés “kermesse” y este del neerlandés medio “kercmisse” (misa de iglesia).


Otros también se preguntarán que quién es ese director Jacques Feyder, cuyo nombre no les suena de nada… Mis lectores más jóvenes no habrán tenido demasiadas oportunidades de conocerlo, pero tampoco los que tenemos más años hablando de esta cosa llamada cine. Su nombre se inscribe en el “Realismo poético francés” que fue un término utilizado por George Sadoul en su Historia del cine mundial y venía a ser, para resumir, una especie de realismo unido a lirismo, se cuidaba mucho la puesta en escena, la iluminación, la ambientación, etc.  Realizadores como Jean Vigo (L´Atalante, 1931), Julien Duvivier (Pepe le Moko, 1937), Marcel Carné (El muelle de las brumas, 1938) y que colabora en La kermesse heroica también, los guionistas Jacques Prevert o Charles Spaak o nombres que seguro ya nos suenan más como René Clair o Jean Renoir foman parte de este movimiento o tendencia.

Nos quedamos con el nombre de Charles Spaak aquí, ya que precisamente La kermesse heroica parte de un cuento suyo escrito diez años antes, él mismo colaboró en el guion junto a Feyder, cuya obra, a pesar de no ser tan conocida, resulta más que interesante ya que llegó a trabajar en Hollywood y con Greta Garbo en El beso (1929). Pero antes, él había sido uno de los directores más innovadores del cine francés (él es belga, pero se nacionalizó) con títulos como L´Atlantide (1921) o Crainquebille (1923). Tras su etapa fallida hollywoodiense en la Metro, empieza a colaborar con Charles Spaak en títulos como Le grand jeu (1934) o Pensión mimosas (1935), pero sin duda su título más famoso seria La Kermesse heroica. Es posible que su muerte relativamente temprana en 1948 y ciertas manías de los influyentes críticos del "Cahiers du cinéma"  hicieran caer en el olvido el resto de su obra.

Conocí La kermesse heroica gracias al añorado Carlos Pumares, era de sus títulos favoritos, la programó dos veces en "La clave" en los 80, luego cuando empezó su "Polvo de estrellas" televisivo en Antena 3 la programó en su primera emisión, el canal privado la repuso al cabo de año y medio (qué tiempos aquellos cuando las privadas emitían clásicos…), una década más tarde el espacio de José Luis Garci "Qué grande es el cine" la rescató.


Contrariamente a lo que se piensa y hasta se ha llegado a escribir y decir, no estuvo prohibida en España, se estrenó un 23 de febrero de 1936, tras el paréntesis de la guerra siguió en las carteleras, por ejemplo tengo datos de que en Barcelona en agosto de 1939 se exhibía en el Cine Cataluña curiosamente en un programa doble junto a La hermana San Sulpicio, cines de barrio como el Selecto del barrio de Gracia de la citada ciudad la programó en agosto de 1942, así como el Máximo de la Calle Sicilia en Navidades de 1943, el cine club universitario del SEU la exhibió un 29 de febrero de 1952 y la película seguía paseándose por más salas como el Céntrico y el Triunfo (4 de enero de 1953) Lo que ya no sé es en qué estado estaba la copia, si la censura actuó en ella, es de suponer que sí, pero lo mismo nos hallábamos con sorpresas, tampoco hay datos de quienes la doblaron entonces, pues las copias de las que disponemos en la actualidad traen un redoblaje del año 1997 algo insípido.

La película da un gran salto en 1968 cuando se repone en versión original subtitulada, en Barcelona en el Atenas (del círculo A), el entonces crítico de cine Enric Sopena escribía en La Vanguardia que “como si no hubiese pasado el tiempo La kermesse heroica a los 33 años de su estreno, es un filme perfectamente adecuado a los gustos de nuestros días”, aunque luego, paradójicamente, criticaba que no se exhibieran películas más actuales en esta sala.

14 años más tarde también fue objeto de una reposición en VOSE, en Barcelona en el recordado Capsa, todos estos datos vienen a cuento de que es una película que todo aquel amante del cine pudo verla y transmitirla de generación en generación, este tipo de reposiciones se daban generalmente en grandes clásicos y películas de culto, pero es que La kermesse heroica, a pesar del olvido de estos últimos años, es uno de los títulos clave del séptimo arte.

Cada vez que la visiono, pienso en que quizá su esteticismo no se valora como lo pensó el director, se recurre a la pintura flamenca y holandesa en varios planos, pero Feyder pretendía que estas obras se vieran como algo natural y así aproximarlo al espectador, las pinturas se adaptan a la trama sin que por ello tengamos una película tremendamente barroca. Los travellings se exhiben con una espontaneidad sorprendente, maravilloso resulta el primero donde ya nos ambientamos en ese pueblo de Boom, sus calles con sus puentecillos, la gente que se va moviendo, los distintos oficios, casi es una secuencia que recuerda al cine musical. Convendría que los cada vez más abundantes nuevos realizadores, que tanto les gusta machacar con estas herramientas, aprendieran de los clásicos y vieran que la mesura es la mejor arma para que sus habilidades puedan ser apreciadas. Lástima de no disponer de videos con la escena.

El argumento, ambientado durante la dominación española en Flandes trata sobre la inminente llegada a una pequeña ciudad de tropas españolas y que provoca el pánico entre los hombres. Las mujeres, en cambio, deciden preparar una espléndida fiesta de bienvenida a los “temibles” soldados españoles. Esta trama gustó tanto a Luis García Berlanga que le sirvió de inspiración para Bienvenido Mr. Marshall. Pero a quien no gustó nada fue al Partido nacionalista flamenco que boicoteó su estreno soltando ratas en el cine y destrozando las butacas, se produjeron altercados en Amberes y Ámsterdam, en Brujas fue prohibida. Los nazis la prohibieron.

Ver La kermesse heroica hoy en día supone toda una lección, Feyder nos demuestra que en esta vida no hay ni malos ni buenos, si hace una semana traía Que vienen los rusos a este blog, aquí también podemos hablar, como en aquella, de que el género humano ha de entenderse y buscar la concordia, para ello saber reírnos de nuestros defectos es un buen inicio para avanzar. Hay en esta película también cierto feminismo, las mujeres son las valientes, las que toman las decisiones, pero como el mensaje es que los hombres no pueden vivir sin las mujeres y viceversa, más de un colectivo de los actuales la tachará de todo lo contrario.

Fenomenalmente fotografiada por Harry Stradling, el de My Fair Lady entre otras muchas grandes, y con Alexander Trauner en los diseñadores (el de El Apartamento), esta comedia de maridos burlados, sátira contra ciertos miembros de la Iglesia que poco tienen de caritativos y parodia de la nobleza pretende la reflexión y, por otra parte, en más de una ocasión, sugiere más que mostrar para que sea el espectador, aquí tomado como persona inteligente, el que saque sus conclusiones. Dice Víctor Erice que una vez hemos visto una película ya es nuestra, sigamos su consejo y tengamos ya en nuestro poder los 110 minutos de esta obra maestra llamada La Kermesse heroica y que no se nos olvide el nombre de Jacques Feyder

31/01/2024

¡Que vienen los rusos! (1966) Norman Jewison in memoriam

 



Seguimos desgraciadamente con las necrológicas, el pasado 20 de enero fallecía a los 97 años el director y productor Norman Jewison, un cineasta que tan pronto era infravalorado como sobrevalorado por la crítica, pero de lo que no cabe duda es que sus títulos más famosos siguen bien presentes en las distintas programaciones de las televisiones o en plataformas. Su nombre se engloba en una generación de realizadores que ya se alejaban de los cánones del cine clásico dorado hollywoodense y que tratarían temas como los derechos civiles, la denuncia del racismo y cierto espíritu crítico contra la política estadounidense, ahí estaban Mike Nichols, Arthur Penn, Sam Peckinpah, John Schlesinger, Franklin J. Schafner, etc.

Jewison, no obstante, se diferenciaba de ellos porque aun bebía bastante del cine clásico y combinó comedias, musicales, dramas judiciales, sociales, ciencia ficción, etc. Sus inicios en el campo de la comedia no suelen estar entre los más reconocidos, debutó en Soltero en apuros (1963) una comedia al servicio de Tony Curtis muy blanda y familiar, que pasó a la historia por ser la primera que lograba rodarse en el Disneylandia californiano, siguieron títulos mejores como la tercera entrega de la comedia al servicio de la pareja Rock Hudson/Doris Day titulada No me mandes flores (1964) o la infravalorada El arte de amar (1965). Entre estas destaca Que vienen los rusos (The Russians Are Coming) (1966), comedia disparatada que se englobaba en aquel subgénero paranoico que Kubrick inmortalizara con su Teléfono rojo ¿Volamos hacia Moscú? (1964) o Woody Allen escribiera su obra de teatro aquí titulada Los USA en zona rusa y de la que hablamos hace unos meses


¡Que vienen los rusos! era algo más que una sucesión de situaciones hilarantes, detrás se esconde una crítica a la Guerra Fría y un alegato al entendimiento y a la paz entre las naciones, muy propio de lo que se estaba cociendo en esos años. Jewison adaptaba la novela de Nathaniel Benchley The Off-Islanders (1961), tal escritor quizá lo conozcan más por su apellido y es que era el padre de Peter Benchley, el autor de Tiburón. Sin embargo, nos quedamos más con el nombre del guionista William Rose que acababa de escribir El mundo está loco, loco, loco. Su capacidad para escribir se reflejaba en varias comedias de la Ealing  como El quinteto de la muerte o La bella Maggie u otras británicas muy populares como Genoveva.

Así pues, más que recurrir al humor de sal gorda y a describir personajes infantilmente grotescos se prioriza lo que es encontrar los puntos ridículos en común de ambos y apostar que todos nos podemos entender a pesar de las diferencias. Eso no significa que la comedia no tenga momentos algo más subidos de tono y alguna que otra situación que con el tiempo ha quedado algo envejecida, en parte porque parece que cada vez nos gusta menos reírnos y si es de nosotros mismos peor.

A Jewison le salió una película larga, se va a más de dos horas, aunque el ritmo no lo pierde, su comienzo es brillante con ese contraste entre lo que es la típica familia americana de vacaciones con niño repelente incluido y los rusos que buscan ayuda. Brilla ahí Carl Reiner, el director lo contrató porque como el personaje era un escritor pensó que el público lo aceptaría más al ser uno real, y en el otro bando tenemos al genial Alan Arkin en su etapa de comedias para la United Artists. En medio de ellos un John Phillip Law cuyo personaje bondadoso irá teniendo protagonismo en todo el metraje.

Durante la película tenemos más contrastes y es que los buenos guiones funcionaban (y seguirían funcionando) de esta manera, ahí tenemos al jefe de policía Brian Keith en un papel muy a su medida en oposición al que interpreta Paul Ford como autonombrado jefe de esa milicia para salvar a los americanos de la invasión rusa, un personaje, por otra parte, muy en la línea Ealing y que consigue la habilidad de ridiculizar y a la vez que sintamos piedad hacia él. También brilla toda una serie de personajes secundarios como la telefonista, la vecina a la que no hacen caso de tanto quejarse, Jonathan Winters en su papel del policía Norman exigiendo a lo largo de la película que hay que tener un plan o el capitán ruso "serio" Theodore Bikel. Y tenemos ahí a Eva Marie Saint, no es un papel para lucirse, pero cumple debidamente como la sufrida esposa de Reiner.

Durante el rodaje, hubo alguna situación también digna de haber sido llevada al argumento, la Armada de los EEUU no quiso dejar un submarino ya que en la película se iba a enarbolar una bandera soviética, sin embargo la Fuerza Aérea sí cooperó y permitió que salieran dos cazas. La visión humana de los rusos no fue del todo bien encajada por cierta crítica, el mensaje de igualdad entre seres humanos se tildaba de comunista y poco patriótico aun por algunos, aun así logró unos excelentes resultados en taquilla y en España también. Se trataba de criticar la Guerra Fría y que ya iba siendo hora de que se buscase algún entendimiento que pusiera fin a ese absurdo y no por tratarlo se era un antiestadounidense o de determinados pensamientos políticos, Hollywood ya iba dejando atrás la caza de brujas .

Así pues, sin la complejidad de la película de Kubrick, Jewison lograba un filme divertido, accesible y que tras la sonrisa o la carcajada hubiera tiempo para la reflexión. La idea luego fue retomada con resultados desiguales por Steven Spielberg en su 1941. Al año siguiente dirigía En el calor de la noche, alegato antirracista que fue la gran triunfadora de los Oscars cuando estos aun valían la pena. Descanse en paz Norman Jewison, yo me sitúo en el grupo de los que piensan que está infravalorado, ya solo el hecho de llevar a la pantalla El violinista en el tejado (1971) o resucitar la comedia romántica con Hechizo de luna (1987) le colocan en un pedestal preferente

24/01/2024

Tiempos duros para Drácula (1976) (Homenaje a José Lifante)

 


El pasado 16 de enero fallecía uno de los grandes rostros secundarios del cine español, se trataba de José Ruiz Lifante, nacido el 3 de junio de 1943 en Barcelona, empezó bien joven y prácticamente ha estado trabajando cada año hasta el final. Debutó en papeles sin acreditar de la mano de Iquino en Juventud a la intemperie (1961) y con Rovira Beleta en Los atracadores (1962) donde era uno de los policías.  Su carrera, no obstante, se desarrolló en el teatro durante esta primera década. Ya en los 70 vuelve a la gran pantalla y es en 1974 con su papel en la película de Jorge Grau No profanar el sueño de los muertos que logra popularidad.

Casado con la recordada actriz Elisenda Ribas de quien enviudó hace poco, su peculiar fisonomía y parecido con Christopher Lee le llevaron a hacer de vampiro en varias obras de teatro y a participar en varios títulos de aquel terror/suspense setentero con bastantes seguidores aun hoy en día, como aquel film de Leon Klimovsky con guion de Carlos Pumares El extraño amor de los vampiros (1975). Y mientras su fama crecía, más de un gran director se fijaba en él, así pues Fernando Fernán Gómez lo contrató para la serie El pícaro y luego lo volvió a llamar para su "zarzuela" negra Bruja más que bruja. (en el DVD/BluRay tienen un coloquio donde participa)

Aunque siempre de secundario, trabajó entre otros con Bardem en El puente, Gonzalo Suárez en Beatriz, Pedro Lazaga en Vota a Gundisalvo y Ladrido, Antonio Mercero en Tobi, Jaime de Armiñán en Al servicio de la mujer española, Eloy de la Iglesia en Miedo a salir de noche, Luis García Berlanga en Patrimonio nacional

Sin embargo, sí fue el protagonista de una película muy peculiar y de la que apenas hay información: Tiempos duros para Drácula (1976). El día de su fallecimiento, hasta un crítico que suele citar en Twitter de carrerilla los papeles de los actores cuando mueren, tuvo un lapsus y escribió que estaba dirigida por Carlos Bempar. El error, fácil de producirse, se debe a que este dirigió El jovencito Drácula un año después y en esa no aparecía él. De la que yo hablo, tiene como director a Jorge Darnell, el cual no conozco su filmografía, había dirigido a Lifante en un pequeño papel tenebroso como proxeneta en El juego del diablo (1975) donde perseguía a una joven Inma de Santis.

Tiempos duros para Drácula era una coproducción hispano argentina, Lifante acababa de ganar un premio en el Festival de San Sebastián con otra extraña película llamada País, S.A dirigida por Forges que le consolidaba entre la crítica más culta. El guion estaba firmado por el realizador más el escritor Solly Wolodarsky y contaba con un equipo técnico con bastante nombre, ahí estaba Teo Escamilla (el habitual de Carlos Saura) dirigiendo la fotografía, la música corría a cargo de Adolfo Waitzman y se amoldaba muy bien a la historia, como solía ser habitual en el compositor argentino, ofrecía unos arreglos y variantes muy peculiares de la "Marcha fúnebre" de Chopin y de la canción “Those were the days”.

 La película trataría en clave de humor la decadencia del famoso conde en un guion donde hábilmente se combinaba el humor más disparatado con el drama y casi que lo mejor es cuando profundiza en la soledad de este. Antes de seguir he de decir que esta película la encontré por casualidad en un "container" de DVDs a 1 € en un supermercado cuando estos aun se vendían bastante hará 15 años. Al ver la carátula, y como tampoco me iba a arruinar, quise probar suerte, aunque me daba miedo que tuviese los tópicos de lo que era la producción de terror de la transición con escenas de sexo lamentables. Pero no fue así, hay algún que otro desnudo no grosero y aunque los créditos eran algo chapuceros (un mal montaje de escenas de la película para ir anunciando los actores), ya la primera escena resumía perfectamente lo que iban a ser los 75 minutos posteriores, ahí veíamos a Drácula de espaldas bajo un chaparrón llamando a una puerta de un sanatorio desesperado y pidiendo una transfusión. O sea que te reías y a la vez te compadecías de él.


Ahí era atendido por un psicólogo interpretado por Miguel Ligero, el hijo del popular actor homónimo, y en plan psicoanálisis le pedía que le explicara lo que le había pasado, inevitable la carcajada cuando Lifante, con su voz, se lamentaba que todo era culpa del "maldito castillo" que no podía mantener y que había decidido que pudieran visitarlo los turistas, ahí lo vemos a él controlando el vuelo de los murciélagos y en la entrada se podía adquirir un amuleto para que este no te atacase. Pero las deudas hicieron que al final la compañía de la luz le cortase el suministro y se le fuera tal fuente de ingresos.

Lo que son os primeros 45 minutos funcionan bastante bien y hay momentos y detalles notables como cuando vuelve a coger la capa de la casa de empeños, su visita al dentista porque se le ha roto un colmillo, la boda que, aunque se le va un poco de las manos, tiene un desenlace trabajado, su paso como músico pop, como campesino…Todo ello rodado con quizá un exceso de contrapicados, aunque aquí curiosamente no tenemos el mareante zoom, con lo que gana bastante la realización vista hoy.  La última media hora no está tan conseguida a pesar de tener escenas que con un montaje más cuidado y si no hubiera tenido que ajustarse a una duración corta estarían más acopladas. Aunque dentro de ese montaje irregular, destaca cuando va al cine o cuando quiere emular a Anthony Perkins en Psicosis. Todo esto se sigue muy bien gracias en parte a la fenomenal actuación de José Lifante, al que se le nota que había estudiado el personaje con profundidad, está muy creíble, divertido y dramático cuando el guion lo requiere. El director se reserva un final sorpresa, no tanto por lo que sucede, sino por el matiz que le da.

La película sí llegó a estrenarse, pero en cines de reestreno y de lo que antes llamábamos "de barrio", ignoro si tuvo alguna carrera en VHS, hasta sorprende que saliera esta edición en su día en DVD que consiguió que los pocos que la adquirimos, aun tuviéramos más querencia por este gran actor. Si no consiguen el DVD, ya “descatalogadísimo" o a precios abusivos, es difícil verla, creo que nunca se ha emitido por televisión, no me suena tampoco que esté en plataforma y si estas conocen el filme... Descanse en paz el gran José Lifante.

(los fragmentos de las películas han sido tomados de su canal en Youtube https://www.youtube.com/@joselifante  ) Ha sido imposible encontrar más fragmentos del filme libres de derechos)

17/01/2024

El hombre mosca (1923)

 



Ya que estamos en la semana del que llaman el día más triste del año, nada mejor que combatirlo con una comedia y si encima nos remitimos al cine cómico mudo mucho mejor para reírnos de todos aquellos que nos programan el calendario con tonterías. Para estas últimas, más vale elegir las que elaboró dignamente Harold Lloyd, un cómico a la misma altura que Chaplin o Keaton, pero que con el paso del tiempo fue cayendo en el olvido.

Curiosamente, Lloyd fue un actor bastante taquillero, él como persona caía bien a todo el mundo, ofrecía un aspecto algo distinto a sus colegas, se presentaba con esas gafas de concha (casi se puede decir que un antecedente de las de Woody Allen) que no se quitaba ni para dormir, un sombrero de paja y un rostro afeitado y pulido, todo ello hacía que su rostro encajara perfectamente en el de un personaje tímido y bondadoso que buscaba como podía un hueco en una sociedad hostil.

Hará 15 años salió en DVD toda una colección muy cuidada de sus películas editada por la Universal y revisada por su nieta, pero la colección enseguida quedó descatalogada. A partir de ahí, de tanto en tanto, salía alguna de sus comedias de aquella manera, hace un par de años volvía El hombre mosca tanto en DVD como en Blu-Ray y como hiciera Lloyd, también aquello era intentar que la voluntad triunfara en una sociedad cinéfila que cada vez depende más de las plataformas. Creo que ya no se encuentra a la venta, aunque quizá en alguna tienda más especializada o por alguna web haya alguna edición.

El hombre mosca era su cuarta película y en ella hay la famosísima escena de él escalando ese edificio y sosteniéndose en las manecillas de un reloj, homenajeada luego en Regreso al futuro o por los Coen en la infravalorada El gran salto. El argumento era sencillo, un joven de pueblo para intentar conquistar a su novia decide probar fortuna en la gran ciudad y ganar el dinero necesario para casarse, se pondrá a trabajar en unos grandes almacenes, ahí se hará pasar por uno de los jefes cuando su prometida viaja para verle.

Aunque la película, como la mayoría de las de Lloyd, está dirigida por Fred Newmeyer y Sam Taylor, lo cierto es que el actor las supervisaba, a ello se añade el nombre del mítico Hal Roach en el guion. Lloyd ya había escalado edificios en algunos cortos como High and Dizzi (1920), Look out below (1919) o Never Weaken (1921), la idea provino de una exhibición que él mismo presenció y contrató al héroe de esa hazaña Bill Strother para que saliera en la película.

Pero sería injusto únicamente pararnos en esta escena o como suele pasar en bastante bibliografía ponernos a hablar de si Lloyd se jugó la vida o si por el contrario había más de un trucaje. Fue una escena con riesgo para él y cualquier debate es prescindible, aparte que saberla convertir en un ejercicio cómico con todas esas palomas inoportunas, la pegajosa red, la mujer impertinente y muy especialmente agarrarse a ese reloj hace que poco nos importe si era una transparencia o si estaba rodada en otro edificio.

Igualmente injusto es detenernos solo en esta escena, hay gags totalmente celebrados como aquel en el se esconde bajo un abrigo colgado en una percha o el inicio en el que lo vemos detrás de la reja junto a un hombre con gorra de policía y la soga de una horca al fondo. Mientras su madre y su prometida se despiden de él, el travelling hacia atrás revela que se trata de la despedida en la estación de ferrocarril.

Les recomendaría que la tuvieran en DVD, no esperen demasiado de las plataformas ni hagan caso de si está en YouTube, nunca se sabe cuando la pueden quitar, de verdad que se llevarían una joya para ver más de una vez sin cansarse y quitarse estas depresiones de "lunes tristes" que nos impone esta sociedad de hoy en día con finalidades comerciales. Como curiosidad, fue objeto de una especie de remake con el mismo Lloyd, la cual no he visto, llamada ¡Ay, que me caigo!(Feet first, 1930)

El reportero (Michelangelo Antonioni, 1975)

La figura del director Michelangelo Antonioni con el tiempo ha sufrido evoluciones que van desde quienes lo consideran todo un genio del sé...