Aquel Museo de Cera o Museo Enrique Alarcón de Barcelona...
Fachada del museo. Fuente: Wikipedia |
Volviendo otra vez a Barcelona, ya me disculparán los que no lo sean, tengo que hablar de una pérdida, no se asusten, no es humana, pero casi como si lo fuera. Y es que hace más o menos un año se renovó el Museo de Cera de dicha ciudad, aquel que el gran escenógrafo del cine español Enrique Alarcón montó en 1973 tras descubrir el edificio que lo alberga con aquel callejón al que supo ver un cierto aire misterioso con una placeta octogonal poco frecuente. Tal edificio de Elies Rogent era la antigua sede del Banco de Barcelona y filial del Crédito y Docks, forma parte del Patrimonio Arquitectónico Nacional y está catalogado como edificio de Interés Histórico-Artístico.
Alarcón contaba con 56 años cuando empezó esta
aventura y ya contaba con una gran carrera, Rafael Gil le contrató para su Huella
de luz y obtuvo el primer premio nacional de Cinematografía del Sindicato
Nacional del Espectáculo a los mejores decorados, distinción que conseguiría en
14 ocasiones.
Enrique Alarcón. Fuente: Premios Goya |
Saura, Nieves Conde, Rovira Beleta, Orduña, Lucia, Ardavín, etc. Su gran talento le lleva a ser contratado por Samuel Bronston para Rey de Reyes y El Cid. Asimismo, también trabaja en otras películas internacionales como aquel fallido Cervantes de Vincent Sherman donde lo mejor, sin duda, era su decoración. Buñuel también se fija en él para Tristana y Ese oscuro objeto del deseo.
Entre sus aportes curiosos encontramos que cuando Rafael Gil le
llama para La calle sin sol, este reconstruyó calles enteras del barrio chino barcelonés,
así como en La guerra de Dios, que construyó todo un pueblo
Ese Museo de Cera de Barcelona tenia algo especial, no
solo era ver figuras, sino fijarse en cómo las había situado, le daba un
ambiente de realidad sin necesidad de que ninguna de estas te diera un susto
como sucede con otros museos. Uno entraba y subía por aquella escalinata de
mármol de Carrara, ahí dábamos con la "Sala del recital" donde Andrés Segovia,
Pau Casals o José Iturbe nos obsequiaban con sus notas en aquella sala tapizada
aun con la seda original entre pinturas murales, sillas isabelinas y un techo
de madera policromada.
Luego uno iba paseando por las distintas salas y
aparte de observar, recreaba esos tiempos, Don Quijote y Sancho Panza con la música
de Falla del Retablo de Maese Pedro nos envolvían en una atmósfera que una vez
acabada, servidor esperaba que volviera a encenderse para gozar de ella.
Excelente era también la sala principal con ese
conjunto de arcos de acero remachado, ahí se reunían nobles, personajes
públicos, reyes, plebeyos, el Enrique VIII que se exponía era como el símbolo
del museo, siempre aparecía como logotipo. En los lados teníamos esas reuniones
de intelectuales que parecía que estaban hablando, su colocación originaba ese efecto. Después teníamos un original "Salón del Tinell" que con una astuta utilización de
espejos parecía el doble de grande.
Una sala del terror con efectos y con combinaciones de
luz espléndidamente harmoniosos nos hacía pasar un mal rato, ahí veíamos a
María Antonieta en la guillotina, a Chessman esperando en la cámara de gas, a Juana
de Arco a punto de ser devorada por las llamas o a Séneca después de que le
dieran cicuta.
Con el paso del tiempo, algunos con razón criticaron
que el Museo de Cera no incorporase figuras nuevas, pero la falta de cultura reinante
en este país echaba en falta más que nada una, la de Messi, ya daba igual todo
lo demás, si no estaba el astro argentino, toda aquella escenografía era tiempo
perdido. Aquel museo no se renovaba desde hacía tiempo, pero conservaba la esencia del creador.
Sin embargo, a pesar de esto, tenía su público e
incondicionales, no es que fuera de los más vistos actualmente de la ciudad
como el Picasso o el MNAC, pero si emblemático para los que hemos vivido ahí,
aparte de ser como un viaje en el tiempo y los cinéfilos lo concebíamos como un homenaje a
Enrique Alarcón. Llegó a tener hasta 200.000 visitantes, ahora se contaban con
80.000, cifra que no era despreciable
Tras unos problemas económicos en el 2019, la sociedad "Advance Leisure Services" se hizo cargo del museo y captó a varios socios entre
ellos Toni Cruz, ex de la Trinca, que es el director creativo del espacio. Se
invirtieron seis mil millones de euros y se renovó todo el edificio, el 4 de diciembre
pasado volvía a abrir sus puertas. Este lo define como un museo del siglo XXI con
interactividad, recreación de las escenografías de los personajes y alguna sorpresa.
Ha incorporado a nuevos huéspedes como Leonardo Di Caprio, Rosalía y claro está,
Messi. Entre sus declaraciones hay una que sorprende pues dice que el objetivo
es contribuir a la recuperación de la Rambla.
Ángel Díaz, director del negocio declaró: “volverá a
atraer al público barcelonés, como ocurría en los 70 y ayudará a que la Rambla vuelva
a ser el lugar de ocio para barceloneses que era antes”
Desde estas líneas no puedo opinar qué me parece el
nuevo museo, fui para visitarlo pero tras ver los precios a uno se le fueron
las ganas: 22€, eso sí, me reiteró quien me atendió en la taquilla que si la
compraba on line me costaba 20 tras afearle que antes el museo ofrecía
descuentos a parados, jubilados, gente con discapacidad, estudiantes, etc. Algún descuento tiene, pero la verdad es que son de dudoso gusto, a la gente mayor solo les descuentan 3€, a la gente con discapacidad nada, salvo que uno vaya con silla de ruedas ya que especifican que no puede ver todo el espacio, en fin, lamentable,
Con esta política de precios, la verdad es que me
negué a entrar y más sabiendo que aquel museo de Enrique Alarcón ya no sería
igual. Ya digo que nada tengo en contra de cómo son las nuevas figuras, porque entre
otras cosas no he podido visitarlo. Pero que por favor, no digan que esto
recupera La Rambla a la gente de Barcelona. Si querían que la gente volviera, todos aquellos que hemos estado visitando el museo nos podrían haber
hecho un descuento e incluso invitarnos para que viéramos el cambio, pero ante la deshumanización general que está afectando esta Barcelona tan acogedora en su día, lo mismo ni se les ha pasado.
Así que no me cabe otra cosa que lamentar la pérdida
de aquel museo donde el maestro Alarcón nos enseñaba el arte de la
escenografía, en sus películas podremos seguir deleitándonos con sus trabajos. Espero que el nuevo Museo de Cera funcione, pero para ello hay que poner en práctica las teorías y ser humanos, no vale ahí ser de cera.
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