La comedia sexual de una noche de verano (1982)
Ahora que Woody Allen acaba de rodar la que probablemente
sea su última película Coup de chance, miro con más entusiasmo, si cabe, su
notable filmografía y ya que hemos empezado el verano me paro en La
comedia sexual de una noche de verano (1982).
Pertenece este título a aquellos considerados como
“menores”, en su momento la crítica la recibió mal, en el Festival de Venecia
decepcionó, luego se mitigaron aquellos comentarios, pero el film no
acostumbraba a se citado cuando se habla de él.
Sus enemigos siempre han dicho que se pasó la vida
haciendo la misma película y no les falta algo de razón, pero el mérito estaba en conseguir que cada título se viera como
diferente, con un atractivo particular para cada uno, fórmula que por otra
parte utilizaba sabiamente Rohmer, nombre que no suele citarse entre las
influencias del director neoyorquino, pero cuyo cine guardaba bastantes coincidencias.
La comedia sexual de una noche de verano se ambientaba a comienzos
del siglo XX. Tres parejas se reúnen para pasar un fin de semana en el campo: la
primera compuesta por un financiero de Wall Street (Woody Allen) que ha creado
un invento para ver el más allá y su
mujer (Mary Steenburgen), que atraviesa un problema de insatisfacción sexual;
un profesor de filosofía (José Ferrer) que solo cree en la razón y su joven
prometida, una librepensadora (Mia Farrow); y la última, formada por un médico
mujeriego (Tony Roberts) y su enfermera entendida en cuestiones de sexo (Julie
Hagerty). Durante esos días alejados de la urbe saldrán recuerdos e
infidelidades.
Bien, como verán, ninguna novedad aparente, pero sí que las
había. Ya por empezar es la primera que Allen rodaba con Farrow, las
comparaciones con Diane Keaton siempre fueron odiosas aquel año, tanto el
director como ella supieron hacer frente a estas y olvidándonos de cómo acabó
todo, fueron una de las grandes parejas del cine y eso se materializa en la
cantidad de excelentes películas que rodaron juntos.
Por otra parte, Allen abandonaba su amado Nueva York para
irse al “odiado” campo, pese a que nunca le ha gustado, conseguía toda una oda
a este, bien es cierto que la formidable fotografía de
Gordon Willis contribuía a ello. La luz se presentaba suave, sin un sol
ardiente, más bien ya próxima al otoño. A ello le acompaña la música de Mendelssohn, aquí
Allen abandonaba el jazz y entre otras utilizaba El sueño de una noche de
verano basada en la obra de Shakespeare homónima más otros conciertos suyos.
En aspectos de producción era la primera que rodaba para la
Orion Pictures tras no llegar a un acuerdo con la United Artists y retomaba de
nuevo rodar en color ya que en las dos anteriores había utilizado el blanco y
negro.
En 1982, Allen ya estaba bastante asentado como gran
director, pero aun le faltaban películas para ser considerado un clásico, cada
estreno de él provocaba altas expectativas, quizá por ello esta Comedia sexual
de una noche de verano decepcionara, las críticas más severas hablaban de
superficialidad y gratuidad para resolver las neurosis de las tres parejas,
aparte de encontrar ridículo el desenlace. Sin embargo, había unanimidad a la
hora de hablar de la técnica que más tarde el director dejaría algo de lado
con su cámara en movimiento y como decía Carlos Pumares siempre incapaz de
hacer por gandulería el plano/contraplano.
También se acusaba bastante de sufrir una "bergmanitis", la
película estaba claramente inspirada en Sonrisas de una noche de verano de
Ingmar Bergman y ésta a la vez influida por la obra de Shakespeare de El sueño
de una noche de verano, de ahí la música antes citada. Cuando Allen consiguió contra todo pronóstico ser el
gran triunfador en 1977 con Annie Hall, sorprendió al año siguiente con
Interiores, un drama intimista trágico al estilo de los del director sueco.
Luego volvió a su cauce maravillando a crítica y público con Manhattan, incluso
que la gente aceptara aquel blanco y negro maravilloso, pero luego volvió a una
obra personal, Recuerdos, donde remitía a otro de sus ídolos Federico Fellini y
Allen hasta conseguía mofarse de sí mismo y hasta de quienes lo alababan. En su
momento muchos no captaron esa ironía y esperaban que el siguiente filme volviera
a ser como un Manhattan.
No fue así, y el nivel de La comedia sexual… no es el de Manhattan,
pero no es ni mucho menos una película fallida, incluso estaría en mi opinión
entre la lista de sus películas notables. Quizá, empezando por lo negativo, no
utiliza demasiadas frases intelectuales de las suyas, opta por medirse y a la
vez suaviza la acción sin por ello renunciar a sus temas. Es por ello que quien
no aguante su cine y sus neuras le recomendaría que la viese ya que creo que la
podrá aguantar bastante bien.
La comedia es agradable y más en estas noches de calor, al director le interesa reflejar ese ambiente bucólico, utiliza la magia de esas noches veraniegas con cierto aire melancólico para intentar
creer en ese mundo que la racionalidad niega, quizá sea uno de los Allens con más
fe de toda su filmografía, aunque aquí no se cita la religión salvo en una
escena, más bien busca la reflexión sobre el existencialismo.
Aunque la película sea una comedia, no tiene tampoco
momentos cómicos, aunque sí algunos tics, por ejemplo la aparición primera de Allen
con su invento del pájaro volador y que se estrella fuera de plano nos
remite a El dormilón. También utiliza la contraposición de personajes como el
del profesor mientras canta y la mujer de Allen en la otra habitación intentando tener
una relación sexual, algo que no consigue, aunque Allen defiende que no ha sido
una guarrada porque ni siquiera se ha sacado la ropa.
Por otra parte, tenemos a un habitual en el cine de Allen,
Tony Roberts que cumple a la perfección, luego sería Alan Alda quien haría este
tipo de papeles, su pareja es Julie Hagerty, la protagonista de Aterriza como
puedas, una de las comedias preferidas de Allen. Me gusta su actuación y me pregunto por qué no
pudo hacer más comedias de calidad. Y sobre la primera aparición de Farrow, sin
ser un papel para lucirse, cumple bastante bien, hay más química con él que con
Mary Steenburgen, algo fría, aunque el guion está pensado así expresamente.
Les recomiendo su (re)visión y más si tuvieron en su momento
algún reparo con ella, si pueden compleméntela con Sonrisas de una noche de
verano y con la obra de Shakespeare, aunque sea una referencia vaga. La pueden
ver en Filmin y está editada en DVD, aunque descatalogada a día de hoy.
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