La muerte, por desgracia esperada, de Carmen Sevilla ha
llevado a distintos programadores a ofrecer varias de sus películas estos días.
No es bueno que el hombre esté solo, La fierecilla domada, El relicario o
Enseñar a un sinvergüenza son algunas que tanto La 2 como Trece TV han rescatado.
Me uno a este recuerdo con La venganza de Juan Antonio
Bardem, la elección de la actriz no estaba entre los planes iniciales de su
director que quería a Haya Hararit (la recordarán por Ben-Hur), pero al no
conseguirla, optó por una cara desconocida elegida a través de un concurso. Los productores tanto españoles como italianos (era una coproducción) rechazaron la idea y querían a una estrella, nombres como el de Virna Lisi, Lola
Flores o Paquita Rico estuvieron en la baraja inicial, aunque el director finalmente se
decantó por Carmen Sevilla, una elección que pilló por sorpresa ya que no
contaba con tal registro dramático. Sin embargo, la actriz ya era lo
suficientemente reconocida y no solo por sus papeles en películas folclóricas,
acababa de rodar una de aventuras Los amantes del desierto (famosa luego al ser
redoblada por Tip Y Coll en Asalto al castillo de la Moncloa de Lara Polop, lo que motivó una querella de ella), Don Siegel la dirigió en Aventura para dos y estaba rodando con
Vittorio de Sica y dirigida por Javier Setó Pan, amor y Andalucía.
Con su elección Bardem pretendía varios objetivos, por un
lado burlar la censura ya que la actriz para nada era considerada contraria al
régimen y por otro compartiría papel con Jorge Mistral, pareja cinematográfica
con éxitos como El caballero andaluz o La hermana San Sulpicio. Ofreció una buena interpretación, aunque la crítica, como suele pasar en estos
casos, no opinó lo mismo. Con el paso de los años se valoró más su trabajo.
Pero Bardem tuvo que autocensurarse más para poder dirigir
La venganza, no se aceptó su primer título Los segadores por tener
connotaciones sociales y recordar el himno de Cataluña, aunque nada tuviera que
ver. Paradójicamente, el que posteriormente eligió era lo contrario que
quería enfocar, una antivenganza. El metraje de Bardem llegaba
hasta las 4 horas y los productores se negaron en rotundo. El argumento trata sobre Juan que sale de la cárcel por un crimen que
no ha cometido, él y su hermana han jurado matar a Luis a quien consideran
culpable de sus desgracias, entre ella y este surgirá una atracción. El otro protagonista era el italiano Raf Vallone, quien había trabajado con Sara Montiel en La violetera, por lo tanto el film tenía bastante atractivo para el gran público, además el actor tenía ya experiencia con el tema por haber protagonizado Arroz amargo
Narrada en el ambiente de los segadores castellanos, destacan
escenas como el encuentro de las dos cuadrillas, las cuales cumplen con el rito
tradicional de lanzarse mutuamente requiebros y agudezas en plan de competición.
Por otra parte, son dignas de ver estas en pleno trabajo bajo el sol y cayendo
el sudor en cruentas gotas, parece oírse el jadeo de los cuerpos sometidos a
tal trabajo recio. La trama amorosa era más bien simbólica.
No cabe duda la intención documental realista que tenía y una
reflexión mediante sugerencias o símbolos sobre la Guerra Civil y posguerra. Bardem tuvo
que ambientarla en 1930 para evitar la prohibición y esperar la complicidad del
público. Por otro lado, era una película reveladora de toda la plástica y
dramatismo de los yermos, las llanuras, el cielo y el sol, junto con las gentes
y los hombres de Castilla. Suponía un traslado al cine de la perspectiva y
pintura que dieran los escritores de la generación del 98 especialmente, pero
ahí también se reflejaba el Salinas del 27 o el López Pacheco del 50 con su realismo
socialista y crítico.
Otra frustración de su director fue rodar una
trilogía sobre braceros, segadores y aceituneros, algo que no encontró
financiación alguna, aunque con Los segadores, perdón La venganza, cumplía otro trio compuesto por
su mirada en la ciudad: Muerte de un ciclista y en la provincia: Calle mayor.
El mensaje que se presentaba era el de la solidaridad, así
se superaban conflictos como el de la huelga de los jornaleros enfrentados
primero contra el amo de una rica hacienda y luego contra la mecanización del
campo, tales temas no fueron cortados por la tijera del censor, aunque tal y
como he dicho ya hubiera una autocensura también precedida por la frase inicial
de “esta película simplemente pretende contar los trabajos y los días de una
cuadrilla de seguidores”. Así pues, el tema de la venganza que llevaba el mensaje que había que olvidar viejos rencores para seguir adelante fue
aceptado.
Sin embargo, La venganza no fue bien recibida por la crítica
internacional, recordemos que entre sus enemigos tenía al mismísimo Truffaut y este
ejercía una fuerte influencia entre colegas. Se le acusaba de ser poco original
y no aportar nada nuevo, incluso obras anteriores en su día alabadas fueron
puestas en entredicho. Se decía que Cómicos remitía a Luces de variedades de
Fellini, Muerte de un ciclista a Crónica de un amor de Antonioni, Calle Mayor a
Los inútiles también de Fellini y La venganza al El camino de la esperanza de
Pietro Germi. Hasta el bello Technicolor aquí ofrecido fue duramente rechazado, una de las
críticas comparó la imagen del sol con la de un huevo frito y que el director
se vendía a la comercialidad dejando de lado su vena de autor.
El cine de Bardem fue decayendo desde entonces ya fuera por el tema de la censura y por cierto hartazgo, Sonatas aun tuvo peores
críticas, A las cinco de la tarde fue un fracaso que le llevó a irse a
Argentina a rodar Los inocentes (Crónica negra) en 1963, aunque ese año
volvería a ofrecer sus cualidades en Nunca pasa nada, pero tampoco la crítica
tuvo piedad y la bautizó injustamente como “Calle menor”
Mientras Bardem era menospreciado, todo lo contrario sucedía
con Carmen Sevilla, la cual conseguía un pequeño papel, pero importante, el de
María Magdalena en Rey de reyes de Nicolas Ray, no obstante como hiciera Sara
Montiel, rechazó trabajar en Hollywood en un contrato que tenía con la
Paramount y prefirió interpretar películas populares, a destacar sus
colaboraciones con José María Forqué en El secreto de Mónica y en La cera
virgen ya en la etapa final de su carrera donde supo reinventarse también con registros más dramáticos en una etapa tan
complicada como la del destape. Tras su retirada del cine, tuvo otra etapa muy recordada de la mano de Valerio Lazarov que le ofreció presentar el "Telecupón" en Tele 5 y hasta
que el maldito Alzheimer la anuló, estuvo presente en la pequeña pantalla presentando desde galas o el "Cine de barrio" en sustitución de José Manuel Parada.
Descanse en paz Carmen Sevilla, quizá una actriz no lo
suficientemente reconocida al igual que como hemos visto con Juan Antonio
Bardem, aunque por motivos diferentes.
Ahora que Woody Allen acaba de rodar la que probablemente
sea su última película Coup de chance, miro con más entusiasmo, si cabe, su
notable filmografía y ya que hemos empezado el verano me paro en La
comedia sexual de una noche de verano (1982).
Pertenece este título a aquellos considerados como
“menores”, en su momento la crítica la recibió mal, en el Festival de Venecia
decepcionó, luego se mitigaron aquellos comentarios, pero el film no
acostumbraba a se citado cuando se habla de él.
Sus enemigos siempre han dicho que se pasó la vida
haciendo la misma película y no les falta algo de razón, pero el mérito estaba en conseguir que cada título se viera como
diferente, con un atractivo particular para cada uno, fórmula que por otra
parte utilizaba sabiamente Rohmer, nombre que no suele citarse entre las
influencias del director neoyorquino, pero cuyo cine guardaba bastantes coincidencias.
La comedia sexual de una noche de verano se ambientaba a comienzos
del siglo XX. Tres parejas se reúnen para pasar un fin de semana en el campo: la
primera compuesta por un financiero de Wall Street (Woody Allen) que ha creado
un invento para ver el más allá y su
mujer (Mary Steenburgen), que atraviesa un problema de insatisfacción sexual;
un profesor de filosofía (José Ferrer) que solo cree en la razón y su joven
prometida, una librepensadora (Mia Farrow); y la última, formada por un médico
mujeriego (Tony Roberts) y su enfermera entendida en cuestiones de sexo (Julie
Hagerty). Durante esos días alejados de la urbe saldrán recuerdos e
infidelidades.
Bien, como verán, ninguna novedad aparente, pero sí que las
había. Ya por empezar es la primera que Allen rodaba con Farrow, las
comparaciones con Diane Keaton siempre fueron odiosas aquel año, tanto el
director como ella supieron hacer frente a estas y olvidándonos de cómo acabó
todo, fueron una de las grandes parejas del cine y eso se materializa en la
cantidad de excelentes películas que rodaron juntos.
Por otra parte, Allen abandonaba su amado Nueva York para
irse al “odiado” campo, pese a que nunca le ha gustado, conseguía toda una oda
a este, bien es cierto que la formidable fotografía de
Gordon Willis contribuía a ello. La luz se presentaba suave, sin un sol
ardiente, más bien ya próxima al otoño. A ello le acompaña la música de Mendelssohn, aquí
Allen abandonaba el jazz y entre otras utilizaba El sueño de una noche de
verano basada en la obra de Shakespeare homónima más otros conciertos suyos.
En aspectos de producción era la primera que rodaba para la
Orion Pictures tras no llegar a un acuerdo con la United Artists y retomaba de
nuevo rodar en color ya que en las dos anteriores había utilizado el blanco y
negro.
En 1982, Allen ya estaba bastante asentado como gran
director, pero aun le faltaban películas para ser considerado un clásico, cada
estreno de él provocaba altas expectativas, quizá por ello esta Comedia sexual
de una noche de verano decepcionara, las críticas más severas hablaban de
superficialidad y gratuidad para resolver las neurosis de las tres parejas,
aparte de encontrar ridículo el desenlace. Sin embargo, había unanimidad a la
hora de hablar de la técnica que más tarde el director dejaría algo de lado
con su cámara en movimiento y como decía Carlos Pumares siempre incapaz de
hacer por gandulería el plano/contraplano.
También se acusaba bastante de sufrir una "bergmanitis", la
película estaba claramente inspirada en Sonrisas de una noche de verano de
Ingmar Bergman y ésta a la vez influida por la obra de Shakespeare de El sueño
de una noche de verano, de ahí la música antes citada. Cuando Allen consiguió contra todo pronóstico ser el
gran triunfador en 1977 con Annie Hall, sorprendió al año siguiente con
Interiores, un drama intimista trágico al estilo de los del director sueco.
Luego volvió a su cauce maravillando a crítica y público con Manhattan, incluso
que la gente aceptara aquel blanco y negro maravilloso, pero luego volvió a una
obra personal, Recuerdos, donde remitía a otro de sus ídolos Federico Fellini y
Allen hasta conseguía mofarse de sí mismo y hasta de quienes lo alababan. En su
momento muchos no captaron esa ironía y esperaban que el siguiente filme volviera
a ser como un Manhattan.
No fue así, y el nivel de La comedia sexual… no es el de Manhattan,
pero no es ni mucho menos una película fallida, incluso estaría en mi opinión
entre la lista de sus películas notables. Quizá, empezando por lo negativo, no
utiliza demasiadas frases intelectuales de las suyas, opta por medirse y a la
vez suaviza la acción sin por ello renunciar a sus temas. Es por ello que quien
no aguante su cine y sus neuras le recomendaría que la viese ya que creo que la
podrá aguantar bastante bien.
La comedia es agradable y más en estas noches de calor, al director le interesa reflejar ese ambiente bucólico, utiliza la magia de esas noches veraniegas con cierto aire melancólico para intentar
creer en ese mundo que la racionalidad niega, quizá sea uno de los Allens con más
fe de toda su filmografía, aunque aquí no se cita la religión salvo en una
escena, más bien busca la reflexión sobre el existencialismo.
Aunque la película sea una comedia, no tiene tampoco
momentos cómicos, aunque sí algunos tics, por ejemplo la aparición primera de Allen
con su invento del pájaro volador y que se estrella fuera de plano nos
remite a El dormilón. También utiliza la contraposición de personajes como el
del profesor mientras canta y la mujer de Allen en la otra habitación intentando tener
una relación sexual, algo que no consigue, aunque Allen defiende que no ha sido
una guarrada porque ni siquiera se ha sacado la ropa.
El personaje de José Ferrer sería el más interesante, una
especie del Gunnar Björnstrand bergmaniano. Allen no tiene mucha piedad con él ya que sus ideas son puestas en cuarentena, algún día sería interesante recopilar todos los filósofos que han aparecido en sus películas y comprobar el tratamiento dado
Por otra parte, tenemos a un habitual en el cine de Allen,
Tony Roberts que cumple a la perfección, luego sería Alan Alda quien haría este
tipo de papeles, su pareja es Julie Hagerty, la protagonista de Aterriza como
puedas, una de las comedias preferidas de Allen. Me gusta su actuación y me pregunto por qué no
pudo hacer más comedias de calidad. Y sobre la primera aparición de Farrow, sin
ser un papel para lucirse, cumple bastante bien, hay más química con él que con
Mary Steenburgen, algo fría, aunque el guion está pensado así expresamente.
Les recomiendo su (re)visión y más si tuvieron en su momento
algún reparo con ella, si pueden compleméntela con Sonrisas de una noche de
verano y con la obra de Shakespeare, aunque sea una referencia vaga. La pueden
ver en Filmin y está editada en DVD, aunque descatalogada a día de hoy.
Se celebra estos días el centenario de José Luis Ozores (Madrid,
18 de junio de 1923-Ib., 10 de mayo de 1968), La Filmoteca Española le dedica
varias sesiones y charlas sobre él, su recuerdo sigue. Estuvo a las órdenes de
directores como Neville, Bardem, Berlanga, Rafael Gil, Sáenz de Heredia, JM.
Elorrieta, Rafael J. Salvia, Luis Lucia, Iquino…Quizá su papel más popular fue
el de Recluta con niño (1956)bajo la dirección de Pedro L. Ramírez, uno de sus grandes
valedores y del que Alfredo Landa protagonizaría un remake años después con
Cateto a babor.
Así que he pensado esta semana en traer una película de él y
no precisamente de las mejores ni de las más famosas, pero que sí reúne las
características del personaje que caracterizaba. Se trata de El fotogénico de
1957 y dirigida por Pedro Lazaga, en ella interpreta a un pueblerino que acude
a Madrid para presentarse a un concurso en el que buscan caras nuevas en el cine, de paso
aprovechará para conocer a su idolatrada estrella, Carmen Reyes.
El argumento es de lo más previsible, funciona gracias a él
que resuelve perfectamente toda una serie de equívocos que se dan y que
provocarán si no una carcajada, por lo menos una sonrisa. En aquellos años
Lazaga iba abandonando sus intentos de ser director/autor, pero su habilidad
detrás de las cámaras no pasaba desapercibida y sus trabajos se multiplicaban,
con la productora Hispamex firmó un contrato para tres películas: Roberto, el
diablo (1956), adaptación de la historia de Antonio Guzmán Merino, y dos con
José Luis Ozores: El aprendiz de malo (1957) y la que traemos hoy.
La película cuenta con Lolita Sevilla de protagonista, un
intento de afianzarla en el cine y en papeles de comedia, pero no cuajó. Aquí
intercala varias canciones, pero sus dotes como actriz quedaron olvidadas posteriormente,
solo rodó después Lo que cuesta vivir (1958) y Habanera del mismo año. A lo
largo de la película ofrece un papel algo antipático y distante, hay que decir
a su favor que lo exigía el guion, en los momentos en que ofrece más dulzura, esta queda algo artificial, fue una de las posibles causas por las que El fotogénico no
tuvo la popularidad de otras películas del actor.
Lazaga ya apuntaba varias de sus constantes posteriores, la
imagen estereotipada del pueblerino llegando a la estación de Atocha y perdiéndose anticipaba a la de Martínez Soria en La ciudad no es para mí. Por otra parte,
su cinefilia y conocimiento de todas sus dotes le lleva a rodar una de las
mejores escenas del filme, aquella en que él observa una foto de la cantante
que cobra vida y empieza a cantar en un decorado que el más cinéfilo reconocerá un homenaje a Cantando bajo la lluvia.
En el reparto encontramos a Antonio Ozores como
representante de Lolita Sevilla, aquí ya exhibía, aunque no tan acusadamente
como después, sus juegos con el lenguaje y aprovechar su físico para explotar
al máximo su comicidad. También tenemos a José Luis López Vázquez como
recepcionista del hotel en uno de esos papeles para llamar la atención con su sobreactuación buscada y que le irían dando paso al
protagonismo en breve.
El fotogénico es una película con humor blanco, no esperen
una gran comedia, entre otras cosas porque el guion firmado por José Manuel
Iglesias (que escribió bastantes para el lucimiento de Marujita Díaz) no lo
pretendía. Pero sí puede servir para ver a José Luis Ozores en todo su esplendor,
un personaje que combinaba hilaridad y sensibilidad a la vez, yendo lejos hasta
podríamos compararlo con el Bourvil francés con esa bonhomía compuesta por una ingenuidad
ambigua o el Peter Sellers de El guateque por ser de esas personas que, como le pasaba a Michael Crawford en aquella serie de la BBC, había nacido estrellado.
José Luis Ozores era magnífico y su carrera seguro que
hubiese tenido grandes actuaciones de no ser porque la enfermedad se cruzó en
ella, una esclerosis múltiple comenzó a deteriorarle a finales de los 50,
aunque él intentaba trabajar todo lo que pudiera. Postrado en una silla de
ruedas declaraba que sus libros de cabecera eran La Biblia y Tres hombres en
una barca de Jerome K. Jerome. El cariño de los espectadores se hizo patente en
un programa de la Cadena Ser llamado "Ustedes son formidables" en el que se
recaudó dinero para el actor que vivía con ciertas carencias al reducírsele los papeles.
En 1965, Joaquín Calvo Sotelo escribió expresamente una obra
para él llamada El poder en que encarnaba postrado en la silla de ruedas al
Príncipe Bruno conspirando y tramando para hacerse con el poder y que fue dirigida
por Adolfo Marsillach. En cine se despidió dos años antes de su muerte con Hoy
como ayer, una de las comedias más extravagantes de la época y de lo mejor del director Mariano Ozores
Hace unas semanas fallecía Helmut Berger, aproveché el
repaso por su filmografía para visionar de nuevo El jardín de los Finzi-Contini (1971)
de De Sica, aquí no es protagonista (sin embargo, en los carteles aparecía el primero), aunque su personaje es de los mejores que
confeccionó y dotado de una gran sensibilidad y amargura, rasgos que estarían
bien presentes en su vida. La carrera del actor estuvo más llena de sombras que de luces y prácticamente su filmografía dejó de ser interesante en los 80, sin embargo
sus comienzos le mitificaron por ciertos papeles algo osados
como el de La caída de los dioses, esto unido a su juventud y su físico le
convirtieron en todo un ídolo cinematográfico, compartió vida con Visconti y la
muerte del director le llevó a una grave depresión y a un intento de suicidio.
Helmut Berger y Dominique Sanda
Su carrera necesitaba moderación por esas fechas y la
oportunidad de rodar con De Sica suponía un buen bálsamo, aquí encarnaba a Alberto
Finzi Contini, personaje complejo y ambiguo dentro de esa familia, no siente
ilusión por la vida y desde que lo vemos ya sentimos fragilidad en él. Podía
haber encarnado perfectamente al protagonista Giorgio interpretado por el también recientemente fallecido Lino Capolicchio, aunque el director prefirió una cara menos conocida
para este papel.
El jardín de los Finzi-Contini es de las últimas grandes
realizaciones de él, para muchos su broche final, luego vendrían ¿Y cuándo
llegará Andrés? (1972), Amargo despertar (1973) y El viaje (1974), excepto la
última, las otras dos no hay manera de poder verlas como ocurre con otras suyas.
Il gardino dei Finzi Contini la puedo visionar gracias a un DVD algo chapucero no
prensado y con los subtítulos con faltas y que se quedan fijos, aunque ya se
haya acabado la frase. Tal edición era de Regia Films y Sogemedia y ya tendrá
sus años, a favor está que es anamórfica y la imagen es bastante presentable, también salió después en Blu-Ray, pero ignoro cómo es la edición. No la he visto en plataformas ni programada...
De Sica se llevó su cuarto Oscar con ella, tras los honoríficos
con El limpiabotas y El ladrón de bicicletas y el de mejor película de habla no
inglesa con Ayer, hoy y mañana. El premio le vino como agua de mayo, por aquel
entonces sus películas eran cuestionadas por la crítica que ya no le veía con
los ojos de antaño. Se le reprochaba haberse apuntado a un cine comercial y
dejar de lado el neorrealismo, lo cierto es que el director tenía bastantes
problemas para financiar sus obras y se veía obligado a ir por la senda de lo
que le diera seguridad en taquilla. Con su tono irónico, cínico y a la vez caballeroso
decía que antaño aceptaba hacer de galán en muchas películas para conseguir el
dinero que necesitaba, pero que a su edad solo podía hacer de abuelo y, claro
está, apenas había de estos papeles.
El jardín de los Finzi-Contini adaptaba una novela de
Giorgio Bassani del año 1962, ambientada en la ciudad de Ferrara, cuando la
comunidad judía vivía amenazada por el antisemitismo del gobierno fascista, la familia
de los Finzi-Contini vivía apartada en una lujosa villa, envuelta en un jardín
majestuoso. Alberto y su hermana Micòl, los hijos de la familia invitaban a
algunos amigos a su casa, después de que a muchos de ellos los hubiesen
expulsado del club de tenis de la ciudad. Uno de estos, Giorgio (con bastantes rasgos
autobiográficos con el autor) se enamora de la hija. El novelista llevó a los
tribunales al director por haber modificado algunos rasgos, algo por otra parte
normal y habitual, al final la solución fue que saliera un subtítulo de “libremente
inspirada”.
Tal y como sucedía en Los girasoles, De Sica ofrecía una
dirección intimista, ponderada, resaltando la belleza de los valores pictóricos
y una buena armonía entre sus elementos. Volvíamos a ver bicicletas, esta vez
llevadas por jóvenes vestidos de blanco con la cámara enfocando múltiples
planos de ellos entre árboles centenarios y una luz solar bella, a la vez que
triste, presagiando su destino. Todo esto va acompañado de una música de Manuel
de Sica bastante lírica y que refuerza el estado de ánimo de sus protagonistas. El director se mostraba satisfecho con su trabajo: "Ese estilo a media voz, sin violencia, sin escenas fuertes, ese drama silencioso que aumenta lentamente hacen prever el drama final. Cuando termina el filme, la tragedia empieza"
A él le interesaba especialmente reflejar la historia romántica
y el destino truncado de todos ellos más que un filme político de denuncia. Por una parte, tenemos el afecto apasionado de Micol (Dominique Sanda) por su hermano (Berger), el de este por su compañero Malnate (encarnado por un joven Fabio Testi), el amor de Giorgio por Micol y los celos de esta por Malnate. Los recuerdos están presentes desde el principio, se utilizan diversos flashbacks con los protagonistas más jóvenes, o se recurre al tema musical o a según que objetos evocadores. El
auge por entonces de directores como Elio Petri, Francesco Rosi o Bernardo
Bertolucci llevaba a comparaciones odiosas e injustas. En "La Vanguardia" del
10-2-74 el crítico A. Martínez Tomás reprochaba que De Sica no hubiese tratado
el tema con más ímpetu y tensión denunciando la situación.
Otro aspecto negativo, aunque criticado con posterioridad,
era el uso del zoom, por entonces de moda, algo que también sucede en las
películas de Visconti a partir de finales de los 60. Pero sería injusto
reprochar la película por esta cuestión, por otra parte tenemos un uso frecuente
de primerísimos planos, el cual se agradece, y que permite penetrar en el
interior de ellos de forma más directa. De Sica también muestra cierta preocupación
por la reconstrucción de la época, todo está muy cuidado, desde los trajes, los
objetos, el maquillaje, la decoración…
Mención aparte merece la fotografía siempre esplendida de Ennio
Guarnieri, los planos en que vemos las calles vacías de Ferrara estremecen.
Sirva de homenaje, pues, esta película a Helmut Berger, aunque aquí de secundario, pero demostrando que era un magnífico actor si hubiese tenido directores como De Sica
Tres jueves hay que relucen más que el sol: Jueves Santo, La ascención y El Corpus. Ustedes me dirán por qué lo digo, porque hoy es jueves de Corpus y en la película que toca, vemos la procesión en Toledo. Pero de esos tres jueves incluso se han perdido todos en alguna autonomía, al igual que una buena copia de este filme.
La Celestina de César
Fernández Ardavín no se puede visionar bien de momento, lo más triste y paradójico es que en cuanto copia buena, de haberla, hayla... Fue emitida por TVE en el espacio de "Historia de nuestro cine" hace relativamente poco, pero actualmente no la veo en
ninguna plataforma... Si quieren, en Youtube está colgada con muy poca
resolución.
En su momento fue un espectacular
éxito de taquilla, nada menos que 2.845.300 espectadores, excelente año para el
cine español que también barrió con La residencia de Narciso Ibáñez Serrador. Se dice que una de las
causas fue que Elisa Ramírez mostraba el primer seno desnudo en una pantalla
española, la coartada culturalista burlaba la censura de entonces. Sin embargo,
resulta injusto, como suele pasar, reducir su fama y éxito a eso.
Su director había ya mostrado sus buenas dotes con su
versión de tan grato recuerdo de El lazarillo de Tormes (1959) que ganó el Oso de oro
del Festival de Berlín contra todo pronóstico, ya anteriormente había rodado
títulos interesantes como el policíaco¿Crimen imposible? (1954) (en la que utilizó aquel tema de Charles
Williams que Billy Wilder popularizaría en El apartamento) o el guion de La gata (1956) que
dirigió Margarita Alexandre con Rafael María Torrecilla. En 1962 rueda la que
quizá sea su mejor película con permiso del Lazarillo, Cerca de las estrellas,
película que merece ser reivindicada. Sin embargo, no conseguía el favor de la
taquilla y tuvo que esperar esta adaptación de la obra de Fernando de Rojas
para reencontrarse con ella.
Para preparar La celestina contó con el soporte del filólogo
Manuel Criado de Val, se mantuvo el estilo en el diálogo, cada uno hablaba a su
manera según el estrato social. Para respetar aun más sus orígenes se dividió
toda en actos, aunque no fueran los mismos que en la novela.
Uno de los aspectos que más llama la atención es la acción
del lugar que en la novela no se detallaba, aquí Ardavín se decantó por Toledo,
el director declaraba que la ciudad de las tres culturas era la más adecuada para
una pasión tan escondida y que la condición de converso de Calixto era lo que
llevaba al secretismo de sus amores y dificultaba el matrimonio. Sin embargo,
la reducción de presupuesto provocó que tuviera que diseñar los interiores en
el estudio, el mismo Ardavín fue estilista aquí.
A pesar de que su trabajo era tan alabado como
menospreciado, leyendo las críticas podemos encontrar desde que es una de las obras
más "kitsch" del cine español o que es justo lo contrario. Respecto a este tema y a nivel personal, confieso que la primera vez que la vi estaría de
acuerdo con los primeros, pero luego y al conocer más a fondo a su director me desligo
totalmente de lo que pensaba.
Amelia de la Torre. Fuente: RTVE
Hay un gran esfuerzo para estudiar todos los detalles: el
vestuario, los muebles, las paredes…se atemperan y conjuntan con un juego de
coloridos, luces y sombras que si nos fijamos bien es de una gran maestría por
parte de su fotógrafo Pérez Cubero. Ayuda bastante a penetrar en el intimismo
de sus protagonistas, en sus pensamientos, sentimientos o reacciones. Y a todo
esto, claro está, la acertada elección del reparto: Amelia de la Torre es la
alcahueta y probablemente este sea el papel de su vida en cine, ella era de
teatro más bien, pero sabía bien diferenciar las características de cada uno.
Su sobriedad, gesto medido, dramatismo y entonación inminente o desgarradora
deberían servir de modelo para futuras actrices.
Como Calixto teníamos a Julián Mateos, el cual resultaba
algo más mayor que en la obra sin que por ello renunciara a una muy buena interpretación
ardorosa, exaltada y totalmente de loco enamorado. En el rol de Melibea se
contó, como hemos citado antes, a Elisa Ramírez cuya actuación se identificó
bastante con su personaje.
Volvamos a fijarnos en los interiores, apreciaremos cuadros
de pintura italiana y española, de Berruguete especialmente. Más de un plano
nos evocará a Fra Angelico o a Brueghel. Este estilo se comparó con el llevado
a cabo por Laurence Olivier en Enrique V, pero probablemente el éxito que
estaba teniendo Romeo y Julieta de Zeffirelli le llevó a utilizar una banda
sonora con instrumentos de la época y aprovechar al máximo cualquier efecto
sonoro, desde una campana hasta el canto litúrgico.
Fuente: Celestinavisual.org
La intención era la de ser fiel a la obra, ello no quita que el director se tomara ciertas licencias en cuanto el desarrollo de las escenas, por otra parte, algo inevitable cuando una obra se adapta para el
lenguaje cinematográfico tal y como hemos visto en otras ocasiones en este blog. De
todas maneras, nada que ver con los intentos de modernización de la versión de
Gerardo Vera. En fin, les dejo el enlace de Youtube ahí sin saber si cuando ustedes lean el articulo seguirá estando...
Ya que en este mes se estrena la quinta y esperada entrega
de Indiana Jones, no está de más recuperar películas en las que se inspiraran
Lucas y Spielberg para la confección de su personaje, una de las más llamativas
es El secreto de los incas de 1954 dirigida por Jerry Hooper y con Charlton
Heston de protagonista que interpreta a Harry Steele, un aventurero que quiere
llegar a la ciudad legendaria de Machu Picchu para hallar un tesoro.
Se trata de un filme de aquellos que se suelen agrupar como
de “serie B” en un sentido más bien peyorativo, probablemente la abundancia de
este tipo de producciones provocó la subvaloración de muchos de ellos. Era un
cine popular, muchos rellenaban las tardes de los cines de barrio y
posteriormente se programaban con frecuencia en las tardes del fin de semana de las televisiones. Mucha gente las conserva en la memoria y con grato recuerdo, la
aparente sencillez y sus pocas pretensiones proporcionaban una fácil
aceptación.
Cuando Spielberg rueda En busca del arca perdida cuenta con
un gran presupuesto, un guion muy elaborado, abundancia de efectos especiales y
amplias pretensiones artísticas y comerciales, no sería correcto, obviamente, decir que son dos películas comparables. Sin embargo, George Lucas cuando construye
el personaje bebe de todas estas producciones, a ello se suma la estética
“cómic”, la cultura pop, los "Pulp magazines" de los 30 como "Doc Savage" y no
tanto tener referentes literarios como pasaba con el gran cine de aventuras de
los 40 y 50. A ello se suma la conjunción del lenguaje cinematográfico con el
del videojuego.
El vestuario de Indiana lo dibuja Jim Steranko, dibujante de cómics como "Nick Furia" con la premisa por parte de Lucas que se pareciera al Humphrey Bogart de El tesoro de Sierra Madre, pero el modelo acabó siendo claramente el
personaje de Charlton Heston, o sea una chaqueta de cuero marrón, sombrero de
fieltro y pantalones color canela. Cabe apuntar que ya el actor había utilizado
una ropa parecida en El mayor espectáculo del mundo, película recientemente
homenajeada por Spielberg en Los Fabelman. No es solo este el detalle con el
que coinciden, sino la escena final de El secreto de los incas (spoiler) cuando
él entra en el templo y halla por los rayos el lugar del disco de oro, algo parecido
ocurría en En busca del arca perdida cuando Indy encontraba el arca gracias a
un rayo de luz.
Spielberg y Lucas consiguieron en su momento romper la
taquilla con su fórmula, pero es injusto decir que solo pensaban en los más
jóvenes, precisamente estas reminiscencias consiguieron que público de todas
las edades llenasen los cines y que la industria siguiera. De Indiana salieron
otras réplicas, algunas de considerable calidad como aquellas de Tras el
corazón verde o La joya del Nilo, también el director olvidado J Lee Thompson rodó
una nueva versión de Las minas del rey Salomón con la misma estética o
incluso conseguir que Chuck Norris fuera un aventurero en El templo del oro. El
cine italiano que ya estaba en crisis se dedicaba en los 80 a copiar las
películas estadounidenses de éxito, acuérdense de aquella saga interminable de
Karate Kimura, Bud Spencer intentando entrenar a otro Rocky en Bombardero y
curiosamente para copiar a Indiana Jones recurrieron también a la película
interpretada por Heston y rodaron El secreto del imperio de los Incas.
Volviendo a la película de Hooper, este fue un director
artesano de la Paramount especialmente, había trabajado con Heston en El
triunfo de Buffalo Bill (1952) o La guerra privada del Mayor Benson (1955). La primera
era otro western B al que el actor le daba energía y en la segunda conseguía
que cambiase de registro y lo viéramos en una comedia, género poco
frecuentado por él. En este 2023 que estamos en el año de su centenario
reivindico totalmente su figura, bastante eclipsada mediáticamente por su papel
en la "Asociación Nacional de Rifle" estadounidense, pero que olvidan el papel del actor en la defensa de
la raza negra y la ayuda que prestó a directores sin presupuesto como Sam
Peckinpah en Mayor Dundee o Orson Welles en Sed de mal.
Heston concibe el personaje de Harry Steele de una manera
muy interesante, el guion nos omite su pasado, tenemos que pensar que es un aventurero bien dotado culturalmente, pero con escasos medios económicos
para poder conseguir sus metas y que tiene que hacer de guía. Se podría caer en la fácil tentación de decir
que es machista, de hecho hay algunos momentos que así nos lo harán parecer, pero
a la vez es comprensible y atento interiormente a los problemas de ella. Crea
un personaje frío expresamente, se aleja del prototipo de aventurero romántico de
otras compañías como podría ser el Errol Flynn de la Warner, el Tyrone Power de
la Fox o el Stewart Granger de la Metro. Seguramente estamos ante un perdedor, su
personaje está más cerca de Hemingway.
Curiosamente, la protagonista también se aleja del estereotipo
de estas producciones, a excepción del habitual toque anticomunista, ella ha
huido de Rumanía y busca entrar en los EEUU… Compone otro personaje algo
distante que no empatiza, pero no por una mala actuación, sino porque así se ha
pretendido. La actriz era la francesa Nicole Maurey con una filmografía
también sorpresiva en la que llegó a trabajar ni más ni menos que con Robert
Bresson que rechazaba a los actores profesionales, la dirigió en Diario de un
cura rural. Su carrera posterior en Hollywood fue bastante irregular.
Y entre los secundarios el mítico Thomas Mitchell, aquí de
villano y cumpliendo. Por otra parte, tenemos a Robert Young como el arqueólogo
Stanley Moorehead, personaje plano en contra de aquel Donovan como rival de
Indiana. La que logra empatizar y esta vez requiriéndolo el guion es Yma Sumac
y las canciones que va interpretando. Afirmaba ser descendiente de los
emperadores incas, ya que el apellido de soltera de su madre, Atahualpa, era el
mismo que el del último gobernante inca. Sumac acostumbraba a vestir túnicas coloridas con oro
y plata para transmitir la imagen de una princesa. Controversias posteriores negaban esto y que todo se debía a montajes comerciales, pero aquí que somos fordianos, siempre nos quedaremos con la leyenda. Fue homenajeada por los Coen
en El Gran Lebowski utilizando varios de los temas que interpretaba.
Otra característica que la convierte en una película
recomendable es que sabe dosificar su presupuesto modesto, hay dos partes bien
diferenciadas, una primera que nos recuerda más al cine negro, escenas de tono
oscuro entre Heston y Thomas Mitchell con una mesa de billar de por medio y
otra segunda ya entrada la mitad del metraje más vistosa en cuanto el color y
los paisajes, uno de sus atractivos radica también en los atuendos de los descendientes
de los incas, no en vano ahí está el trabajo de Edith Head. La historia del
film fue escrita por Sidney Bohm capaz de elaborar producciones modestas como
Cuando los mundos chocan, El salvaje (también con Heston), o irse al cine negro
como con Los sobornados o Sábado trágico. Otro guionista fue Ronald MacDougall,
otro todoterreno que tenía en su haber Objetivo Birmania, Cuando ruge la marabunta
(otra con Heston) o la mítica Cleopatra de Mankiewicz.
Acabando ya el artículo, no puedo dejar de sentir cierta
nostalgia hacia este tipo de cine tantas veces calificado de ingenuo, pero con
un atractivo innegable y bien cuidado en todos los aspectos. Seguramente a los
más forofos del cine de Spielberg y Lucas les sabrá a poco, pero es necesario conocer
las raíces de su cine. Por desgracia, El secreto de los incas no es fácil de ver en una copia decente, salió editada en DVD en España en una colección diseñada por el Corte Inglés con el nombre de CineClub y editada por Paycom Multimedia, la cual ya será difícil hallar. Esta presentaba una imagen mejorable, algo distorsionada (parecía que Heston había engordado para el papel...) seguramente debido a que era la copia televisiva, aunque por lo menos la imagen no era borrosa. No suele estar programada en las distintas televisiones, ni tampoco aparece en plataformas, si van por Youtube posiblemente la encuentren... En EEUU he visto que hay editados dos Blu-Ray, que aunque mejoran la imagen, tampoco le hacen la suficiente justicia...
26 de mayo, tal día como este en 1831 era ejecutada Mariana
Pineda en Granada acusada de conspirar contra el régimen absolutista de
Fernando VII, tenía solo 26 años, su figura pasó a simbolizar la lealtad y la
libertad. De ella nació una copla popular que escuchamos aquí con la voz de Pepa Flores "Marisol" quien la encarnara en la serie que vamos a comentar:
¡Oh!, qué día tan triste en Granada
que a las piedras hacía llorar
al ver que Marianita se muere
en cadalso por no declarar.
Marianita sentada en su cuarto,
no paraba de considerar:
«Si Pedrosa me viera bordando
la bandera de la Libertad»
Tales versos llamaron la atención a escritores como
Francisco Ayala o Federico García Lorca quien le escribió una de sus primeras obras de teatro
con escenografía de Salvador Dalí y estrenada en 1927 en el Teatro Goya de
Barcelona con Margarita Xirgu encarnando a Mariana.
Se han escrito, y se sigue en la actualidad, muchas biografías sobre ella y de muchos
estilos, quizá la más destacada sea la de Antonina Rodrigo por su rigor a la
hora de contrastar sus fuentes documentales. Hubo antes también biografías
noveladas para un público menos exigente como la de José María Tavera en 1959
entre otras.
En teatro también su figura está presente en Las arrecogías
del beaterio de Santa María Egipciaca de José Martín Recuerda escrita en 1970 y
censurada hasta 1977. Bastante olvidada hoy en día, se centraba en esa
institución-reformatorio donde las “Arrecogías” (mujeres “perdidas” y presas
políticas) viven en la ansiedad a la espera de qué será de ellas, ahí se encerró a Mariana. La obra fue
dirigida por Adolfo Marsillach y en su reparto estaban Concha Velasco, María
Luisa Ponte o Pilar Bardem entre otros. Un texto y autor a reivindicar, sin ninguna duda.
TVE le dedicó un espacio de la serie Paisaje con figuras en 1976 escrita por Antonio Gala, aquí Mariana era encarnada por Blanca Estrada. El escritor desmitificó la leyenda, nacida especialmente con la obra lorquiana, que era ella quien bordaba la bandera liberal
A principios de los 80 y con TVE en pleno auge de grandes producciones, empezó a gestarse la idea de llevar a la pantalla su vida y se la encargó a Rafael Moreno Alba que había tenido un gran éxito con la adaptación de
Los gozos y las sombras de Torrente Ballester. La serie empezó a rodarse en
diciembre de 1983 y acabó en marzo del año siguiente.
Moreno Alba no tuvo mucha suerte en el cine, sus películas
pasaban desapercibidas, en ellas ya mostraba una ambición de querer elaborar un
cine distinto al comercial, pero sin tampoco llegar a las líneas crípticas de Saura o al cine
de autor de Erice. Debutó en 1969 con Gallos de pelea coproducida con Túnez que
resultó un gran fracaso, pero no se desanimó y continuó con películas como Las
melancólicas (1971) o Triángulo (1972) esta última producida con Portugal y por
la que empezó a tener cierto nombre. Tres años más tarde rodaría su película
más famosa, la adaptación de Pepita Jiménez de Juan Valera que contaba ni más ni menos
que con Sarah Miles y Stanley Baker de protagonistas.
Para el Proceso a Mariana Pineda contó con un guion de
Carmen Icaza Zabálburu (no confundir con Carmen Icaza y de León como ha
sucedido en otros medios) que produjo la serie también, revisado por el propio director y por Emilio Romero.
La producción tuvo un presupuesto de 162 millones de ptas., el vestuario fue
complicado, pues según cuentan las crónicas no se había hecho ninguna película
ambientada en esos años. Pero de lo que más se hablaba era de Pepa Flores...
La actriz había conseguido relanzar su carrera y dejar atrás su etapa como Marisol, Armiñán en Carola de día, Carola de noche
(1969) había logrado hacer la transición, luego Bardem (La corrupción de Chris
Miller (1973), El poder del deseo (1975)) y Eugenio Martín (La chica del molino
rojo(1973)) la afianzó con buenos resultados en taquilla. Mario Camus logró la que
creo que es su mejor película (Los días del pasado (1978)), pero aquí el público la
dejó de lado, lo cual supuso un abandono del cine no escrito con alguna
participación en los pseudomusicales de Carlos Saura. Verla de protagonista nuevamente en
Proceso a Mariana Pineda despertaba expectativas altas.
Pepa Flores en sus pocas declaraciones a la prensa que
hacía, declaraba que se sentía identificada con el personaje, mujer andaluza,
madre joven y luchadora por la libertad. Su interpretación que me parece
francamente notable, tuvo una serie de criticas que parecían hechas, incluso,
desde antes de empezar la serie. El diario El País recogía en su edición del 11
de diciembre de 1984 que había “defraudado a los intelectuales universitarios
de la ciudad (Granada) y a la gente de la calle”
Uno de los más críticos fue Manuel Orozco quien declaraba que “Mariana
Pineda para bien o para mal perteneció a la aristocracia o alta burguesía liberal
de Granada y no fue ese ser agrio y frenético que intenta encarnar una mala
actriz de gestos o modales barriobajeros en acción”. El periodista Alejandro
Víctor García señalaba “el ligero asomo pro-soviético en su desenvoltura ante
las cámaras, más social realista que dulce y tan alejado de la Mariana que nos
describe su biógrafa Antonina Rodrigo.” Incluso Francisco Ayala publicó una "tercera" en el ABC en la que tachaba de ridícula la actuación.
Moreno Alba
criticó que si hubiese sido otra actriz no se habrían producido tales
comentarios y que se estaba haciendo un paralelismo entre la vida privada de
ella y la de Mariana: “Hay mucha gente, y esto no es una suposición, que no
quiere ver en la serie a Mariana Pineda, que lo que quiere ver es a Pepa Flores,
lo que resulta perjudicial para todos. ¿Cuál puede ser la razón? Tal vez que la
actriz ha crecido con una generación que fue proyecto y que hoy tiene vigencia,
de esa generación unos han alcanzado el cenit de sus esperanzas, a los otros la
vida les ha ido trayendo la frustración y, mientras tanto, Pepa Flores sigue en
la brecha. La gente conoce sus ideas políticas, pero no existe el mínimo
paralelismo entre su vida y la de Mariana Pineda, el personaje tiene vigencia
social y civil después de que España ha perdido la Constitución, exactamente al
revés que Pepa Flores que se desarrolla en la dictadura y entra después en el
contexto constitucional." (ABC, 2-12-1984)
La actriz, sin embargo, establecía paralelismos: “precisamente
yo creo que los problemas que impulsaron a Mariana en su lucha siguen
existiendo todavía hoy en nuestra sociedad, a pesar del siglo y medio
transcurrido desde su muerte. Y esa fue una de las razones principales que me
decidieron a aceptar el papel. (…) La actitud de Mariana Pineda responde a una
problemática histórica que desgraciadamente no ha perdido aún actualidad. (…) Como
quiera que la figura histórica de Mariana marcó un hito que todavía permanece
vivo, yo he intentado a nivel personal interpretar a un personaje que en todo
momento resulte creíble, humano y real a los ojos de los espectadores de hoy,
procurando acercarlo a la sensibilidad actual para que no se quede aislado y
distante.
No gustaron tampoco en Granada las siguientes declaraciones: "hoy a mí por lo menos me ha dado la impresión de que en Granada no se conocen
suficientemente la vida y la importancia histórica de Mariana, aunque quizá la
culpa de estos hechos la tengan los muchos años de ocultación del tema que
hemos padecido en épocas anteriores. El caso es que me llevé una gran decepción
cuando, después de buscar con gran entusiasmo la tumba de Mariana en la
Catedral, donde apenas nadie sabía el lugar exacto en que estaba enterrada, pude
comprobar que se halla en una especie de alcantarilla que pasa completamente
inadvertida en el templo, y yo creo que esta mujer se merece otra cosa".
Para el papel del temible juez Ramón Pedrosa se escogió a Germán
Cobos quien dijo de la serie que estaba convencido de que iba a ser un éxito impresionante
ya que se trataba de una serie comercial, una película de aventuras, con buenos
y malos sobre un fondo romántico y en la que además ganaban los malos. Pedrosa
era el antagonista de Mariana, el Alcalde del Crimen de la Real Chancillería y desde 1831 Alcalde de Casa y Corte, comisionado por orden de
Fernando VII para las causas por conspiración contra la seguridad del
Estado y de los derechos del trono, pasó a la historia como verdugo de la
libertad. El actor decía de él: "hoy creo que es la primera vez que interpreto
en cine a un hijoputa. Siempre hecho de bueno de galán. Mi personaje representa
la represión. Pienso, en este sentido, que Pedrosa es honesto porque cree que
se necesita mano dura, está convencido de la bondad del sistema represivo y, por
otra parte, como es habitual con tipos así, es un ser despreciable, ambicioso y
trepa. Los conflictos que presenta la serie son universales y actuales. Hijoputas
como Pedrosa hay a barullo hoy en día. La derecha cerril española haría
ahora lo que él hizo entonces."
Ciertamente, Germán Cobos borda su papel, aunque no esté
bien decirlo, la maldad del personaje le da mucho ritmo a la serie y es que
siempre en este tipo de producciones ha ido bien tener un personaje malvado. Sus diálogos con Mariana permiten la exhibición dramática de ambos en estado puro, a ello ayudan mucho los primerísimos planos que Moreno Alba emplea.
En el resto del reparto encontramos en los roles de más protagonismo a Carlos Larrañaga como
el Capitán Álvarez de Sotomayor, o a un joven Juanjo Puigcorbé no muy creíble en su papel de Teniente Alba, quizá el punto flaco de la serie, entre otros nombres ilustres.
A pesar de las críticas, las cuales desconocía cuando vi por
primera vez la serie, me gusta. La dirección de Romero Alba tiene
nervio, capta muy bien la situación de angustia de los liberales y la opresión
del momento. Perfectamente escenificada, muestra una exquisita sensibilidad combinando todo el material que tiene, no se limita solo a dirigir bien a los actores (excepto a Puigcorbé como he dicho), la cantidad de contrapicados y de primerísimos planos le da a la imagen una viveza algo inhabitual en las series de entonces. Cuenta con una fotografía excelente, capaz de hacernos leer la mirada de Mariana, sentir sus emociones a través de las sombras y de la luz que llega a emocionar. Granada queda muy bien
retratada, cierto que puede chirriar ver en determinados momentos el Alcázar de
la Puerta de Sevilla en Carmona en vez de Granada, pero eso son licencias que
los directores saben bien por qué lo hacen, aunque no lo entendamos. Muchas veces rodar en otros sitios se debe a razones económicas, pero la mayor parte de lugares están rodados en la capital nazarí, considero secundario este problema.
Referente a la polémica antes mencionada que hubo entre ciertos intelectuales en Granada con la serie, evidentemente siempre un
historiador o un escritor pondrá objeciones a cualquier trabajo cinematográfico/televisivo
como es en esta ocasión, pero esto sucede también en otros ámbitos. La figura
de Mariana Pineda, precisamente por haber defendido la libertad y la lealtad se
convierte en patrona de muchos pensamientos, incluso de algunos más que ni la
protagonista en cuestión se hubiera planteado o incluso defendido.
Francisco Ayala
Al leer el artículo del bueno de Ayala, creo que este se dejó llevar
mucho por los recuerdos, los pasados siempre acaban dulcificando, también el
tener como modelo la Mariana de Lorca o la biografía de Antonia Rodrigo no
favorecía que la serie agradara si esperabas algo parecido…Ataca incluso una
escena de “destape”. ¡Si viera las series de hoy! Pueden leer el artículo a través de este enlace: https://www.abc.es/archivo/periodicos/abc-sevilla-19841127-3.html
Moreno Alba se defendía de
sus declaraciones escribiéndole: "Respecto a sus recuerdos, no los considero
justos ya que el propio Federico García Lorca dijo: “yo he cumplido con mi
deber de poeta oponiendo una Mariana viva cristiana y resplandeciente de
heroísmo frente a la fría vestida de forastera y librepensadora del pedestal”". Respecto
a la biografía, lanzó una larga serie de preguntas donde quedaba patente su
hartazgo sobre las críticas y que nos sirven también para reflexionar sobre los distintos tipos de lenguaje a la hora de enfocar la historia:
“referente a la comparación con el libro de su
amiga granadina sinceramente le pregunto: ¿debemos
tener la misma actitud y
talante leyendo un libro que escuchando y viendo imágenes en televisión? ¿Son
ambas las mismas técnicas? ¿Es la novela, el teatro, el cine, la televisión, el
mismo fenómeno? ¿Mi actitud es la misma leyendo un libro sobre cierto personaje
y tema histórico que mirándolo y aprendiéndolo en imágenes de televisión? ¿Son
las mismas indagaciones las que hay que hacer para escribir un libro que las técnicas
que hay que emplear para realizar una narración en imágenes de televisión? ¿Tienen
las mismas posibilidades los libros que la televisión? ¿Es lo mismo leer en un
libro, un documento histórico que escenificar a través del gesto de una actriz
determinada ese mismo documento histórico narrándolo con imágenes de televisión?
¿Es lo mismo como documento de investigación histórica la novela, el cine, el
teatro que la televisión? ¿Tenemos la misma intimidad cuando se va al cine,
cuando se lee un libro o cuando nos disponemos a ver televisión? Yo creo que no
y que cada medio tiene sus tesis y teorías “
Rafael Moreno Alba
Concluyó así: "nada tengo que objetar a su reseña crítica por
la sencilla razón de que es su opinión y un servidor de usted está dispuesto a
entenderla, aunque piense de otro modo, pero como admirador de Mariana Pineda
me permito con todo respeto hacerle la siguiente observación sobre el estilo y
estructura de narración, sobre la forma y el fondo de esta diversión para
televisión. Usted sabe mejor que muchos, que la novela española del siglo XIX,
la novela realista, nació del cruce de la novela histórica romántica con el
costumbrismo y dentro del seno de la novela de costumbres nació después una
nueva forma de novela histórica, Los episodios nacionales de Galdós. En
cambio, en Don Pío Baroja las cosas pasaron de otro modo, su novela histórica, Las
memorias de un hombre en acción tiene otro estilo. ¡Dios me libre de
comparaciones! Pero mi Proceso a Mariana Pineda televisivo ha querido
seguir el estilo y aire barojianos, su corte -a eso que llama usted imágenes
atropelladas- de estructura narrativa. Por último le recuerdo lo que dijo don
Miguel de Unamuno: ¿Ente de realidad? ¿Ente de ficción? Y añadió de realidad de
ficción, que es ficción de realidad. No se puede proyectar una vida sin
elementos imaginativos y estos cambian con cada época”
Para que saquen ustedes sus propias conclusiones y conozcan
y se aproximen a la figura de Mariana Pineda, les recomiendo que vean la serie,
la cual pueden hallarla en el Archivo de TVE, en la plataforma de FlixOlé y
encontrarla editada en DVD, aunque me imagino que ya descatalogada.