01/08/2024

Teresa Gimpera "in memoriam": Las secretarias (1968)

 

Teresa Gimpera por Xavier Miserachs
Fuente: La Vanguardia

El pasado 23 de julio fallecía la actriz Teresa Gimpera a los 87 años, para ciertas generaciones su nombre iba unido al de la modernidad y deseos de libertad en una España que empezaba a despertar de la posguerra. Bautizada por muchos como la musa de la “Gauche Divine”, este era un movimiento intelectual de izquierdas que se mezclaba con la burguesía catalana y que se reunía en la discoteca Bocaccio de Barcelona, ahí estaban, entre otros muchos, Félix de Azúa, Terenci Moix, Gil de Biedma, Ricardo Bofill o las recientemente fallecidas Colita y Rosa Regás...Joan de Sagarra irónicamente denominó así en 1967 al grupo por estar compuesto de “pijoprogres” y "nens de casa bona". La imagen de ella tatuada se convirtió en todo un icono, con su desparpajo habitual declaraba que los artistas e intelectuales que se reunían ahí la tenían como si fuera suya.

Paralela a este y en el terreno cinematográfico nacía la "Escuela de Barcelona", la cual fue bastante efímera, nombres como los de Joaquim Jordà, José María Nunes, Pere Portabella, Jaime Camino, Gonzalo Suárez o Vicente Aranda pretendían crear otro tipo de cine lejano al comercial por entonces y situarse en las antípodas de las despectivamente llamadas “Españoladas”. Gimpera que protagonizó varias como Fata Morgana (su debut como protagonista en 1966) también fue la musa de estos junto a Serena Vergano.


La mayoría de medios estos días han resaltado en sus titulares lo de “la musa de la Gauche Divine”, cogemos unos cuantos y leemos en El Mundo:La Gauche Divine pierde a Teresa Gimpera: la musa de una época que vivió la muerte de su hijo por sida"; en La Vanguardia: Adiós a Teresa Gimpera, la musa de la Gauche Divine; en RTVE tras el titular de "Muere la actriz y modelo Teresa Gimpera a los 87 años" aparecía el subtítulo de “Gimpera fue conocida por ser la musa de la gauche divine y de la discoteca Bocaccio”, el ABC: "Teresa Gimpera: la intensa vida de una musa marcada por la trágica muerte de su hijo"....  En cambio no se ha hablado de su cine o mejor dicho de su trabajo como actriz que fue notable a pesar de que es cierto que una parte de sus películas eran prescindibles, ella misma lo decía, pero eso no quita olvidar su talento y profesionalidad ahí donde trabajó y habiéndola dirigido nombres entre otros como Víctor Erice, Fernando Fernán Gómez, José Luis Garci, Vicente Aranda, Antonio Mercero, Jorge Grau, Gonzalo Herralde, Pedro Lazaga, Jaime Camino o Vittorio de Sica, este último en Amargo despertar, película imposible de encontrar. Hitchcock también se fijó en ella e incluso realizó una prueba para la película Topaz.


La actriz combinaba esa imagen intelectual de izquierdas con su participación en el cine más o menos comercial y para muchos casposo, en una entrevista en El Mundo declaraba que “me criticaban y me decían que tenía que hacer películas más elevadas. Yo contestaba: ¿Y me vais a poner un sueldo igual a lo que gano cada mes?” Entre esas películas menos elevadas según la "Gauche Divine" estaba Las secretarias dirigida por Pedro Lazaga en 1968, se trataba de un guion de Pedro Masó con Rafael J. Salvia, la fórmula seguía el estilo de la "comedia Negulesco" que tan bien exprimieron unos años antes con Las chicas de la Cruz Roja por ejemplo, pero los tiempos cambiaban y adquirían estas un tono ya más melodramático y añadir con más fuerza temas sociales, aunque siempre con el envoltorio de comedia popular. Se narraba la historia de tres mujeres jóvenes: Julia (Sonia Bruno), Paula (Teresa Gimpera) y Loli (La Polaca), las cuales trabajan como secretarias en un edificio de oficinas, formaban todas ellas con sus historias una defensa del feminismo poco habitual por entonces, Masó tenía la fórmula de saber presentarlas sin que la censura le cortara demasiado. Casi se puede hablar de esta como parte de una trilogía formada por Las amigas (1969) del mismo Lazaga o Las colocadas (1972) con Masó de director.


Mis lectores habituales ya sabrán que soy un defensor de Pedro Lazaga, tenía un arte en montar e imprimir con buen ritmo casi todo lo que se le presentase, los créditos iniciales de muchas de sus obras siempre llamaban la atención y uno fácilmente se enganchaba y más con esas bandas sonoras de Antón García Abril. Cuando se estrenó Las secretarias no era tan mal vista, si repasamos a críticos como Ángel Martínez en La Vanguardia (16-2-69) comentaba que: “el gran acierto de Pedro Lazaga es el de haber sabido entrelazar las peripecias de las tres historias principales con una gran soltura. La cámara salta constantemente de una acción a otra. Lo hace siempre con oportunidad y una certera intuición de lo qué es emotivo, sentimental o cómico”, en cuanto la interpretación de la Gimpera comentaba que “confirma su clase, la calidad de su belleza y la diversidad de matices interpretativos, que hacen de ella una excelente actriz.

Al cabo de 20 años, y tras una purga de todo este cine, el mismo diario (19-8-92) a través del crítico Manuel Quinto escribía a raíz de un pase televisivo de la película la hilarante crítica de “El único interés de esta cinta reside en averiguar cuáles eran los mitos eróticos nacionales en cuanto las mujeres, a finales de los 60. Por lo demás, las aventuras sentimentales de estas secretarias madrileñas tienen el tufo de la peor de las moralinas, y la pobre Teresa Gimpera pecha con unos diálogos que parecen escritos por el padre Antoni Maria Claret.” (sic)

Ante todo decir que Teresa Gimpera ofrecía aquí una de sus mejores interpretaciones, Lazaga le sacaba todo ese punto dramático y expresivo, poder pasar de la comedia al drama sin que desentonase, sus gestos y su mirada causaban bastante empatía con el espectador, ya no era simplemente una cara bonita, en la película pueden ver escenas como cuando contempla el vestido de novia que nos permitían adentrarnos psicológicamente en su interior, el único "pero" es que no oíamos su verdadera voz al estar (excelentemente) doblada por Mari Ángeles Herranz. 

El guion permitía tratar temas como la diferenciación salarial, el derecho a la huelga, ironías con los sueldos de los funcionarios públicos (impagables Rafaela Aparicio y Florinda Chico con ese pluriempleo), denunciar el machismo e ironizar sobre la poca capacidad del hombre para trabajar solo, los personajes masculinos están tratados de forma peyorativa e incluso algún que otro diálogo que podría ser calificado de casposo sirve hoy en día para ver todo lo contrario y ser como una cámara objetiva en esa España de finales de los 60 y del desarrollismo en el tardofranquismo.

Recomiendo su visión, la tienen en FlixOlé y hace ya años fue editada en DVD, las otras dos también las pueden ver en la misma plataforma y poder disfrutar de una actriz que hubiera merecido bastante más en el denominado "Nuevo Cine Español" tras la muerte de Franco, pero paradójicamente se olvidaron de sus cualidades interpretativas: “Guion que me ofrecían, guion en el que tenía que aparecer desnuda y haciendo el amor (…) Me deprimía desnudarme sin ton ni son en películas casposas. No era por pudor, era por la mierda de cine que era” declaraba en una entrevista en La Razón del 27-6-2010. La actriz hasta llegó a retirarse y dedicarse a la restauración o abrir una escuela de modelos, José Luis Garci fue de los pocos que se acordó de ella y le dio un papel importante en Asignatura aprobada (1987), aquí también doblada, en este caso por María de Puy. Su voz original sí estaba en El espíritu de la colmena cuyo tráiler han podido ver en este artículo. 


25/07/2024

Cuenta conmigo (Stand by Me, 1986)

 



Ya que los telediarios no paran de recordarnos las altas temperaturas, mejor hablar de lo positivo de estas fechas y poder evocar otros tiempos sin amargarnos tampoco demasiado. Comentaré Cuenta Conmigo (Stand by Me) dirigida por Rob Reiner y que se basaba en un cuento de Stephen King llamado "El cuerpo" dentro del libro Different Seassons. Era una producción de la Columbia del año 1986 y narraba las andanzas de cuatro muchachos en un pueblo rural de Oregón que dejaban todo para buscar a un chico desaparecido.  En nuestros cines llegó en agosto del año siguiente, su estreno no fue tampoco un gran éxito, pero con el tiempo adquirió características de película de culto para ciertas generaciones.

En el reparto encontrábamos nombres luego míticos como el del recordado River Phoenix como Chris o el entonces carismático Corey Feldman como Teddy. A su lado otros que tuvieron más fama en la televisión estadounidense como  Jerry O´OConnell o Will Wheaton que era el protagonista con el nombre de "Gordie" en la versión original (nada que ver con “gordo”, de ahí que en el doblaje se le llamara Corni.) Richard Dreyfuss lo encarnaba de adulto y convertido en un escritor, un día leía que Chris uno de los miembros de ese grupo había muerto acuchillado tras intentar mediar en una pelea de un bar, lo cual ocasionaba que se pusiera a escribir sobre ellos y aquel verano de 1959 donde iniciaron aquella aventura.


Rob Reiner, su director, encadenó en los 80 una serie de títulos que si bien no todos fueron tampoco taquillazos , sí lograrían poco después beneficios ya fuera en pases televisivos o con el VHS, hablamos de La princesa prometida (1987), por ejemplo, que en su momento pasó inadvertida, aunque pueda sorprendernos el dato. Sí tendría más suerte comercial con Cuando Harry encontró a Sally (1989), Misery (1990) que sigue siendo una de las mejores adaptaciones de Stephen King o el drama judicial Algunos hombres buenos (1992) donde conseguía recuperar esa aureola del cine clásico y ofrecernos un careo inolvidable entre Jack Nicholson y Tom Cruise.

El cine de los 80 se caracterizó mucho por una suma de productos dirigidos a un público adolescente/juvenil, las modas imperantes decían que al cine mayoritariamente iban jóvenes y que había que ofrecerles títulos acordes con su edad para no perderlos, una de las películas más emblemáticas de aquellos tiempos fue Los Goonies (1985), producción de Steven Spielberg que contaba las andanzas de un grupo de niños en busca de un tesoro. Realmente esa fórmula no era para nada nueva, sus raíces ya estaban en aquellos cortos de Hal Roach de los años 20 titulados aquí como La pandilla (Our Gang) y que con la aparición de la televisión se convirtieron en serie. En nuestro país aquellos ecos se veían reflejados en series como Verano Azul de Antonio Mercero o las películas de Parchís de Javier Aguirre. Precisamente fue en los 80 cuando en el programa de "La bola de cristal" de TVE se recuperó aquella serie de Roach a raíz del éxito de tales películas y en los 90 se intentó retomarla.

Cuenta conmigo se diferenciaba de Los Goonies porque para nada era una película infantil, aunque el guion jugaba con astucia para que les pudiera gustar también. Ya en el primer plano los vemos reunidos y fumando y diciendo palabrotas, el guion de Raynold Gideon y Bruce A. Evans, hombres de confianza de Reiner habían creado un híbrido de géneros con el material del escritor y encontrábamos suspense, drama, aventura, comedia, mucha introspección psicológica: sentimientos de culpa, incomprensión familiar, la amistad sincera, el tema de la muerte prácticamente presente en todo el metraje… Se dejaba curiosamente de lado el tema del sexo salvo con alguna que otra insinuación.


Más de un lector puede pensar que con las coordenadas temporales y geográficas no se va a sentir para nada identificado, pero eso no ocurre, todo lo que vemos es atemporal y ese es uno de los grandes logros del film y que tras casi cuarenta años de su estreno se siga viendo por público de todas las edades. Hay también un elemento que hace que la vivamos aun más intensamente, esa válvula de escape que podían ser las amistades y huir de un mundo cerrado, aquí el de ese pueblo rural, hay una frase irónica hacia el final que dice que estuvieron solo dos días con sus andanzas y que al volver el pueblo parecía más pequeño.

Como he dicho antes, para que tampoco el público infantil la rechazara se volvía a recurrir al niño obeso (en las películas antes citadas siempre había uno y acababa siendo incluso el más recordado), aquí el doblaje volvió a hacer de las suyas y lo llamaron groseramente “Culograsa” y aparece en un momento en que están los chicos contando historietas a la luz del fuego. Esa historia es casi como una autoparodia de un cuento de terror del propio King, vemos como el niño con problemas de sobrepeso por culpa de unas glándulas y no por comer más (se incide en ello) participa en un concurso de comer rápido y para vengarse de todos los que le insultan se pone a vomitar en plan Monty Phython en El sentido de la vida

Pero no solo se pensó en atraer al público infantil, aunque la historia sucedía a finales de los 50 no era el estilo que aquella generación prefiriera más, pero la utilización de la canción de B.E.King "Stand By Me" creaba un poder de nostalgia y de recuerdos que incluso la hizo volver las listas del "hit parade" aquel verano y posteriormente se utilizó en diferentes anuncios. Fue una táctica que había dado excelentes resultados en películas como Único testigo (1985) y el "Wonderful Word" de Sam Cooke.

Reiner supo utilizar bien todo el material, excepto la voz en off de Dreyfuss que me atrevo a decir que salvo en las escenas finales es totalmente prescindible. Con solo 85 minutos de metraje asistimos a este paso del mundo de la infancia al umbral de la madurez, crea una serie de juegos metafóricos como las apariciones del tren como una máquina mortífera y deshumanizada, los chicos corriendo por la vía ya forman parte de la memoria cinéfila de más de uno o también escenas como la de las sanguijuelas que evocan en un cierto grado a La reina de África y que parece que fue una vivencia verídica del afamado escritor. El director le había preguntado a King cuánto de la historia era verdad y le contestó: "Bueno, para ser honesto con usted, soy un mentiroso patológico y no sé lo que es realidad y lo que no es verdad. Pero si no es verdad, debería serlo".

Es un título que suele estar en plataformas y ha estado editada y es fácil de encontrar, si no la conocen, creo que se pueden llevar una sorpresa y si ya la han visto no está de más ahondar en cada uno de los temas que trata y pensar y reflexionar sobre la frase del final: "Jamás llegué a encontrar amigos como aquellos que tuve cuando tenía doce años. Pero...¿hay de veras alguien que los encuentra?"

18/07/2024

Adiós a Classics.

 



El pasado 28 de junio con la proyección de Lo que el viento se llevó acababa la tercera temporada del programa "Classics" de José Luis Garci, los seguidores esperábamos ya la vuelta del cuarto año, pero hace una semana y por la red Twitter la tertuliana Noemí Guillermo anunciaba que la TRECE no renovaba el programa y esgrimía que se le había exigido programar solo en color. Algunos medios recogían la noticia, entre ellos La Razón que matizaba que la cadena no había transmitido una consigna específica de evitar películas en blanco y negro, sino programar películas más modernas, algo que Garci rechazó, aparte que las audiencias "no eran las adecuadas".

La vuelta del “Qué grande es el cine” (así se llamaba el programa cuando comenzó en TVE) a la parrilla fue una de las mejores noticias entre tantos disgustos que los cinéfilos padecemos, en estas líneas de mi blog escribí que también nos podía reconciliar con la TRECE y la manera que tenia de tratar las películas. La cadena de la Conferencia Episcopal es de las pocas que emite cine clásico casi cada día, las que reúnen más parroquia son los westerns a última hora de la tarde y el cine español de los domingos. Ignoro cuáles eran los objetivos al fichar a Garci y si se le puso de condición algún pico de audiencia, algo por otra parte inevitable en un canal privado cuya máxima fuente de ingresos es la publicidad.

La TRECE tiene todo su derecho a renovar o no sus programas, no es una televisión pública y más que las audiencias necesita anunciantes, en los últimos meses apenas había publicidad en las películas que se programaban, dato que llamaba la atención. Creo que no ayuda a tender puentes ciertos comentarios malsonantes contra el canal muy en la línea del estilo de las redes sociales, hay que analizar y opinar siempre desde el respeto e incluso desde el agradecimiento porque fue TRECE quien recuperó el espacio e incluso aceptó que la tertulia fuera en blanco y negro, algo que personalmente lo considero un error. Es cierto, aunque esto es de lo que menos se habla, que ha habido errores que han hecho que quizá la audiencia no aumentara o no fuese la esperada como ese corte de publicidad en Casablanca mientras cantaban "La marsellesa" que desde este blog critiqué y que dio muy mala imagen al programa, continuos problemas de sonido en varias copias, algunas francamente difíciles de seguir e inexplicables como pasó con la emisión de El sur y no subir los programas de la segunda y tercera temporada en el YouTube. 

El debate del blanco y negro es antiguo por otra parte y nos vamos ya a los años 80 cuando Ted Turner que tenía en su poder gran parte de un catálogo de clásicos decidió colorearlas, una denuncia de Anjelica Huston y la justicia dándole la razón al ver lo que habían hecho con la película de su padre La jungla de asfalto provocó que el tema quedase algo aparcado. En el año 89 TVE programó un ciclo de películas coloreadas y tuvo bastantes seguidores, los directivos de entonces justificaron aquello y dijeron que había tenido un seguimiento de más del 40% de la población, el siempre atento Carlos Benpar denunció aquellas emisiones, pero otros directores defendieron al por entonces director del ente público Luis Solana como Martín Patino.

Pero el problema actual no es solo esto, la mayoría de televisiones apenas programan películas clásicas, incluso el espacio de la 2 de TVE "Días de cine clásico" tampoco destaca ni aporta demasiado por su selección, prácticamente no se emite cine europeo ni anterior a los 60. No podemos culpar solo a la TRECE de la caída del programa, más bien nuestras quejas siempre bien fundamentadas se tendrían que dirigir hacia la televisión pública que antaño contribuyó a que en España hubiera una generación que supiera valorar el cine como arte y no solo un simple entretenimiento. La falta de cultura cinematográfica actual determina que no se acepte una película por el hecho de que no sea en color, tenga un formato cuadrado o no esté en alta definición.

El cine siempre estuvo asociado a la magia y eso Garci lo refleja muy bien en sus libros, ya no solo el ambiente de esas salas con las cortinas cuando se abrían o el poder evadirse del rutinario mundo de forma bastante económica…Aquello fue desapareciendo, aunque la esencia seguía, el cine en televisión de mi adolescencia (los 90) tenía también ese lado de la ilusión, uno abría los diarios por la última página para ver qué se programaba, grabar esas películas de madrugada y dormir mal pensando que comenzaría más tarde y no cabría en esa cinta VHS, dejarnos arrastrar por esa hipnótica música del "Cine Club" de la 2 compuesta por Nacho Cano, descubrir las filmotecas, leer libros de cine, escuchar a Pumares…Me pregunto qué sienten por el cine los jóvenes de hoy.

La desaparición de Classics es un revés más para los que creemos en el cine y que se añade a otros como la desaparición del formato físico, el cierre continuo de salas o la aparición de nuevas censuras. Al desconocer objetivamente las razones por las que incluso José Luis Garci no ha podido despedirse de su audiencia no me es posible emitir un juicio y decir que mejor que siguiera, aunque fuese con un control más exigente... La coherencia es un valor que él siempre ha tenido y demostrado y solo me cabe respetar su decisión.

11/07/2024

Centenario Eva Marie Saint: 36 horas (1965)

 



El pasado 4 de julio cumplió 100 años la actriz Eva Marie Saint (Newark, Nueva Jersey, 1924), pocas veces podemos hablar de un centenario estando la  protagonista viva. Hija de padres cuáqueros (ya saben su estilo de vida si han visto La gran prueba…), de vida sencilla y fe estricta, estudió interpretación en el Actor´s Studio, ahí donde se formaron Marlon Brando, Paul Newman, Montgomery Clift… Su gran salto fue con el papel en La ley del silencio (1954) por la que obtuvo el Oscar, Hitchcock la llamó para Con la muerte en los talones (1959) y pasó a engrosar la lista de las rubias del mago del suspense en la que para muchos es su película favorita, sin embargo su carrera empezó a dar muestras de cierto estancamiento, según ella empezó a tener hijos y rechazar papeles, su representante preocupado le dijo que así no sería una estrella, pero ella le contestó que no deseaba serlo.  Aun así, siguió en un segundo plano, el de la televisión con series como Luz de luna (1985).

Su filmografía, aunque breve, está llena de títulos interesantes, de alguno hemos hablado en estas páginas como la divertida comedia de Norman Jewison Qué vienen los rusos (1966), Éxodo (1960), Su propio infierno (1962), La noche de los gigantes (1968)... Pero ya que muchos la asocian con el suspense por trabajar con Hitchcock he creído oportuno traer hoy 36 horas, un film de George Seaton del año 1965 basada en una historia original de Roal Dahl escrita en su cuento "Beware of the Dog" incluida en su primera colección de cuentos Over to you. En los créditos aparecen también como creadores de la historia los nombres de Carl K. Hittlman y Luis H. Vance. La Metro que producía la película les compró los derechos, pero luego se dieron cuenta que Dahl ya había escrito ese argumento, aquello provocó un lío y tener que pagar al escritor también para evitar denuncias.


El argumento era lo suficientemente atractivo para desarrollar una gran película, ambientada en la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) y en vísperas del desembarco de Normandía, los alemanes capturan a un oficial de los servicios de inteligencia americanos y lo someten a un lavado de cerebro: le hacen creer que la guerra ha terminado hace años para obtener información sobre los planes de los aliados.

Seaton que no es un nombre que pasará a la historia del cine como autor, sino como artesano había tenido algunos éxitos como Milagro en la calle 34 (ya saben, la de Natalie Wood de niña que no cree en ese Papa Noel encarnado por Edmund Gwenn) o La angustia de vivir (film más famoso porque la Academia que él mismo presidiría años después decidió darle el Oscar a Grace Kelly en vez de a Judy Garland por Ha nacido una estrella, algo que Groucho Marx declaró el mayor robo después del Edificio Brinks. Fue un buen director, aunque tenga marcada esta etiqueta que lo subvalora, dirigió comedias divertidas como Enséñame a querer donde Clark Gable trabajaba junto a Doris Day y aunque algunos dijeran que no, creo que había una química peculiar entre los dos bien llevada, también había desarrollado película parecidas a la de hoy como Espía por mandato, si ustedes quieren matar una tarde calurosa rápido mírenla porque tiene un ritmo endiablado y les va entretener tanto que ni siquiera se acordarán de que duraba más de dos horas. Ya al final de su carrera dirigió la mítica Aeropuerto.

En 36 horas, Seaton se encargó también del guion, contó con un buen reparto con un James Gardner que también había producido la película ya que le interesaba tener un papel complejo para aumentar su caché, la réplica se la daba Rod Taylor que quizá, sin quererlo, se lo comía ya que ofrecía una interpretación más improvisada. Y en medio de ellos una Eva Marie Saint que desde el primer momento ya intuíamos que tendría más protagonismo a pesar de ser un rol en apariencia secundario. Mostraba todo su buen hacer con aquella mirada fría, pero a la vez cercana y empática.

La película sale victoriosa en los aspectos de hacer creíble su historia, lo cual ya es un logro importante, sin embargo le falta ese toque maestro en ciertas situaciones que el director resuelve de manera algo rutinaria y hasta elíptica quizá con el objetivo de no querer alargar más las casi dos horas que dura. Uno de los actores que sale triunfante es John Banner, más famoso un año después por su papel en Los héroes de Hogan, su aparición refleja muchos aspectos, por una parte hay una bonhomía en él ambigua, una especie de querer reflejar en su conducta el absurdo de la guerra y cierta autoparodia, sus momentos recuerdan incluso a cierto toque Renoir de La gran ilusión y es donde Seaton se muestra más autor que aquello llamado artesano y que tan mal sienta a parte de la crítica.

36 horas fue una película editada en su momento en DVD y que actualmente la pueden encontrar en Filmin, una buena oportunidad para poder hablar de Eva Marie Saint y otras películas suyas que no sean las de Hitchcock y Kazan que a tenor de lo leído estos días parece que solo hubiera interpretado aquellas.

04/07/2024

Donald Sutherland in memoriam: Amenaza en la sombra (1973)

 


El pasado 20 de junio fallecía a los 88 años Donald Sutherland, prácticamente no paró de actuar hasta sus últimos días, fue un actor singular, ya su físico se apartaba de los arquetipos de estrella y a pesar de su gran profesionalidad nunca fue nominado al Oscar. Intervino en casi 200 películas, su popularidad le vino especialmente gracias a Robert Altman en MASH (1970), pero en sus inicios intervino en varias películas de terror curiosas hoy en día como El castillo de los muertos vivientes (1964), Doctor Terror (1965) o Te espera la muerte, querida del mismo año.

Para rendirle un pequeño homenaje he elegido otra de este género, aunque con más medios y en su día una película que dio bastante que hablar, se trata de Amenaza en la sombra (Don´t Look Now) de Nicolas Roeg, en ella da vida al arquitecto John Baxter que para intentar superar la muerte de su hija se traslada con su mujer Laura (Julie Christie) a Venecia con el encargo de restaurar una vieja iglesia. Durante su estancia conocerán a un par de ancianas que dicen haber entrado en comunicación con su difunta hija y que les advierten de un peligro inminente.


Roeg fue un director cuyo estilo fue alabado por cineastas posteriores como Ridley Scott o Christopher Nolan y no tanto por la crítica en su momento, sus comienzos fueron como director de fotografía, había trabajado en la segunda unidad con David Lean en Lawrence de Arabia y le contrató para Doctor Zhivago, pero ahí no se entendieron y le despidió, su trabajo más popular fue con Truffaut en Fahrenheit 451. En su faceta de realizador destacan Performance (1970) protagonizada por Mick Jagger en la que se vio una clara influencia de Borges, Walkabout (1971), The Man Who Fell to Earth (1976) con David Bowie o Contratiempo (1980) con otro cantante Art Garfunkel, pero es Amenaza en la sombra su película más famosa, su cine tuvo un bajón acusado después.

Envuelta en la polémica por una escena de sexo en la que se decía que era real, estuvo censurada y consiguió el calificativo de morbosa, algo que probablemente la perjudicara a nivel de valoración artística, en todo caso ha quedado como una obra para muchos de culto. En España se estrenó con casi dos años de retraso en 1975 y fue vista por  338.103 espectadores.

Aparte de su argumento terrorífico y las inquietudes psicológicas que va destilando, destacaba por estar rodada en Venecia, pero esta no se presentaba en plan turístico, no obstante estaba en auge el éxito de Visconti con Muerte en Venecia donde ya la habíamos visto decadente y de forma distinta a la acostumbrada. Otro dato a tener en cuenta era que se trataba de una adaptación de Daphne du Marier, cuyo nombre sonará a más de uno por haber escrito Rebecca o Los pájaros.

Roeg opta por superponer planos, mover la cámara con nervio, tender trampas al espectador, aunque si este es atento las irá hilando bien, más de un susto nos provocará y también alguna que otra  controversia cuando la comentemos, habrá quien le parezca una maravilla, para otros un bodrio pretencioso o un ejercicio de estilo que en manos de un Hitchcock podía haber sido otra cosa. Pero aparte de todo esto, destacar al actor homenajeado Donald Sutherland cuyo papel le provocaría incluso cierto encasillamiento, recuerden La invasión de los ultracuerpos (1978) o incluso películas como Como plaga de langosta (1975) cuya media hora final se aproximaba al género de terror. Descanse un paz un actor con 169 películas y que sin el carisma de las grandes estrellas conseguía con cada aparición llenar la pantalla.

27/06/2024

Centenario de Sidney Lumet: El mago (The Wiz, 1978)

 


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Ya que este 25 de junio hubiese cumplido cien años Sidney Lumet, nada mejor que tener la excusa perfecta para recordarlo, él formó parte de aquella denominada como "generación de la televisión" ya que procedían de la realización de programas, entre otros, Delbert Mann, Martin Ritt, John Frankenheimer, Robert Mulligan o Arthur Penn. Mostraban en sus obras una preocupación por el realismo y el estilo directo, predilección por Nueva York, seguían las reglas del Actors Studio y rodaban mayoritariamente en espacios abiertos.

Lumet consiguió una notable filmografía, con algún que otro bache cuando se adentraba en territorios como la comedia cuyos críticos consideraban que no había nacido para ello, pero si hay una película que más de un seguidor de él le gustaría borrar esta es El mago (The Wiz, 1978). Se trataba de un musical que adaptaba el famoso cuento de L. Frank Baum y que había quedado inmortalizado principalmente por la película de Victor Fleming y protagonizada por la inolvidable Judy Garland: El mago de Oz (1939).

Aquí las formas cambiaban, todos los actores eran de raza negra, se trasladaba la Kansas rural por el Harlem neoyorkino, el personaje de Dorothy (Diana Ross) tenía 24 años y ejercía de profesora, ya no tenía esos zapatos rubíes, sino plateados, la carretera de amarillos ladrillos pasaba a ser una calzada de polivinilo…Todo esto suponía un riesgo para un público que había mitificado con justicia la película anterior y que no aceptaría de buen grado cualquier injerencia.

La obra teatral de The Wiz se había estrenado en el Majestic Theatre el 5 de enero de 1975, se hicieron 1672 funciones y el entonces productor independiente Rob Cohen pensó que podría funcionar en cine ya que ese elemento multirracial más que provocar rechazo, produciría lo contrario (¡estábamos ya a finales de los 70!) y que el estilo de canciones discotequeras y futuristas podían despertar un gran interés, de hecho barajó e incluso encargó a John Badham (el director de Fiebre del sábado noche) la realización del filme, sin embargo no se entendieron, especialmente en cómo se tenía que plasmar el papel de Dorothy y al final fue a parar a Sidney Lumet que no había dirigido ningún musical (ni volvería a hacerlo).


La protagonista sería la cantante Diana Ross que aunque era toda una estrella de la canción, había rodado anteriormente el biopic de Billy Hollyday aquí estrenado como El ocaso de una estrella (1972) y que compartía papel con un entonces desconocido Richard Pryor que aquí volvería a reunirse con ella para dar vida al mago. Justo antes acaba de protagonizar Mahogany, piel caoba que fue otro fracaso por lo que suponía un riesgo y más de uno la veía como "veneno para la taquilla". A pesar de ello, convenció para hacerse con el papel ya que entre otras cosas aseguraba que Michael Jackson con quien tenía bastante amistad, aceptara trabajar en ella como el "Espantapájaros" y que supondría su debut cinematográfico.

A las canciones ya escritas de Charles Smalls se unirían otras y una supervisión de Quincy Jones el cual declaraba que la fantasía del cuento de hadas se transformaba aquí en una “fantasía urbana”, en el reparto destacaba aparte de los nombres mencionados a la gran cantante y actriz de Broadway Lena Horne en el papel del hada buena.

Si bien la elección de Sidney Lumet podía sorprender, no lo era en cuanto había la confianza que su profesionalidad haría que no se pasase del presupuesto y no creara problemas que pudieran atrasar el rodaje, sin embargo poco pudo hacer para que al final la película no costase menos de los 24 millones de dólares de entonces. El público no pensó lo mismo que Rob Cohen y no se interesaron demasiado en un principio para ver otra versión de El mago de Oz por mucho que tuviese los elementos antes mencionados.

La crítica se mostró muy negativa, entre otras cosas se criticó que Diana Ross no empatizaba para nada (este fracaso supuso que sus apariciones en películas fueran ya solo en telefilmes televisivos), la fealdad de los decorados así como de la fotografía, una coreografía poco creativa y frontal, una historia que incluso aburría o unas excesivas dosis de lágrimas. Parte de todos estos defectos se achacaban a Sidney Lumet por no saber utilizarlos. El director quedó algo tocado tras ella, su siguiente filme Dime lo que quieres tampoco le daría alegrías, pero justo después dirigiría la que sea una de sus películas maestras: Veredicto final.

Sin embargo, El mago fue adquiriendo un papel de película de culto con el tiempo, a eso de debía fundamentalmente la popularidad de Michael Jackson en los siguientes años y la generación del video se hacía con ella, estuvo editada ya en VHS incluso con copias cuidadas (de los pocos musicales que por aquel entonces se editaban en su formato original y con las canciones subtituladas). Lo cierto es que las pocas veces que la revisé, sin parecerme una gran película, sí que conseguía traspasar esa fuerza nostálgica ya fuera por revisar de nuevo el cuento, por poder ver a un Michael Jackson antes de la fama que tanto le dio (y le quitó) o por contemplar ese Richard Pryor que aparecía por primera vez con bigote y que para ciertas generaciones "egeberas" era otro icono de los 80. La fotografía, aunque fue tildada de fea como he dicho, no está nada mal, quizá lo más enigmático sea ese Nueva York prácticamente vacío, aunque quizá ahí el uso de los decorados fuera tal vez excesivo y más aun en un director como Lumet que se caracterizaba por rodar en exteriores.

En fin, creo que seré de los pocos que para recordar a Sidney Lumet habrá traído la que sea para muchos su peor película, pero como ya he dicho en otras ocasiones, todo gran director tiene sus “pecados” y en este caso, sin ánimos de moralizar, lo dejaremos en venial.

20/06/2024

Centenario Claude Sautet: Ella, yo y el otro (César et Rosalie, 1972)

 


Repasando los centenarios de este año, teníamos en febrero el de Claude Sautet (Montrouge, 1924-París 2000), un nombre que probablemente no tenga el reconocimiento adecuado y que para ciertas generaciones de más allá de la década de los 90 ni siquiera lo conozcan, aunque estuviese dirigiendo prácticamente hasta el final de su vida. Fue un director que no quería unirse a ninguna escuela o movimiento, él mismo insistía en ello, su manera de entender y concebir el cine lo aproximó también a cierto público no tan intelectual como el que tenían sus colegas Truffaut, Godard o Malle, pero también a no empatizar demasiado con una parte de la crítica cinematográfica que calificaba sus obras anodinamente, aunque otros lo definían como el gran cronista de las dudas y las crisis sentimentales de la burguesía posterior al Mayo del 68.

Y es que para Sautet, aunque las temáticas que abordó no se alejaban de las características del cine francés, la película no tenía que dejar de ser un espectáculo. Conseguía una fórmula en la que los personajes expresaban sus pensamientos, reflejaban en sus miradas y nos adentrábamos en la psicología de todos ellos sin pecar de pretenciosidad ni mensajes filosofantes  tan característicos en el cine galo. Ya en 1951 dirigió su primer corto, siguió como guionista en filmes como La fauve est laché de Maurice Labro que supuso el lanzamiento de Lino Ventura o la perturbadora e imitada hasta la saciedad Les yeux sans visage (1960) de George Franju. También ejerció de productor, pero su carrera de director salta a la fama con Las cosas de la vida (1970), la historia de un abogado que sufre un grave accidente de coche y que le lleva a meditar entre las dos mujeres de su vida...

Y como si de una trilogía se tratara, rodó después Max y los chatarreros (1971) y Ella, yo y el otro (1972), película de la que trato hoy y cuyo título original es Cesar et Rosalie, en cierta publicidad se decía que era un film donde dos y dos hacían tres, estábamos ante un "ménage à trois" entre Rosalie (Romy Schneider), divorciada con una hija pequeña, que divide su tiempo entre su familia y César (Yves Montand), el hombre del que cree estar enamorada. Pero tras cinco años desaparecido aparece su antiguo amor David (Sami Frey) y esto le comportará una crisis de sentimientos.




Como ven el argumento no se alejaba para nada de lo que habíamos visto ya, el mismo Sautet declaraba que la película bien se podía acabar a los cinco minutos, pero que lo que interesaba era el comportamiento los personajes más que la trama. Fue un gran acierto la elección de Yves Montand, un actor al que había conocido recientemente y que le asombraba la fuerza cómica ingeniosa que llevaba dentro y cómo se podía ir amoldando su personaje al drama: “Montand es un tipo muy fino que tiene un complejo: cree que no está lo suficientemente cultivado. (…) En Francia no tenemos este tipo de personajes a la vez fuertes y cobardes, un Lee Marvin o un Karl Malden” declaraba.

Y es que su personaje tenia todo lo que quería plasmar: posesivo, primario, caradura, pero con sentimientos y que le daba a Rosalie una salud y alegría de vivir en las antípodas del otro hombre de su vida, David, el cual es contemplativo, no quiere apropiarse de ella, es  bohemio y apenas gana dinero con sus pinturas y cómics al contrario que César que no para de ganar dinero vendiendo chatarra de coches, de trenes y de barcos. A pesar de las características opuestas de las dos, no hay juicio moral, habrá momentos que César cometa acciones lamentables, pero su capacidad de rectificación equilibrará su personalidad, por otra parte el vacío en los sentimientos de David también encontrará su equilibrio a la hora de no ser vengativo y buscar ante todo una solución amistosa.


 

 Y entre ellos, Romy Schneider en una de sus mejores actuaciones, quizá la mejor con Sautet que la situó donde ella merecía y que demostraba ser una excelente actriz, sus miradas lo dicen todo, sabía enfocar la cámara de tal manera que reflejara todo su interior sensible: "Cuando ruedo con Romy siento una especie de fuerza, de calor, de gusto por la vida. A veces la encuentro dura, pero no es fría” 



 

 A pesar de que como he dicho antes, el realizador no se definía en ningún estilo, hay en César et Rosalie una marcada técnica, planos muy estudiados, escenas que remiten incluso a pinturas, hay un momento incluso que plasma a ella desnuda estirada, pero tapada con el contraluz y él pintando y reflejándose en el espejo, plasmación que ya sabemos que Velázquez tan sabiamente supo plasmar en Las meninas y que tanto influyó en el arte pictórico y evidentemente en el cine. Pero Sautet con su falsa modestia restaba importancia: "Las razones por las que decido rodar un plano de tal dimensión, utilizando tal objetivo, bajo tal foco, con ese ritmo y con una expresión me escapan inmediatamente después, que me lo expliquen los exégetas”

No hay duda de que el cine de Sautet estaba adquiriendo su importancia y de ahí que cada vez cuidara más los planos, aunque no fuese quizá su intención primera. Cesar et Rosalie  es ante todo un canto a la amistad y a que la gente se puede entender a pesar de diferencias y rivalidades, un canto al verdadero amor, a saber ser sincero ante todo y a saber perdonar y no guardar rencores. Estamos ante una película realista y emotiva y a una demostración de que los argumentos, a pesar de estar muy vistos, pueden tener su interés siempre que los personajes estén bien construidos como pasa aquí y en gran parte de la filmografía del director.

 

 

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